Según algunas tradiciones, el último gran presocrático: “Empédocles de Agrigento”, se mató arrojándose al Etna con 60 años cumplidos, cuando gozaba de la plena devoción de sus seguidores, y después de hacerse acompañar por algunos de ellos en un paseo por las laderas del volcán Etna (Sicilia). Lo cierto es que su realidad está envuelta en trazos de leyenda que lo hacen aparecer cuando no un mago, profeta revelador de verdades ocultas y misterios escondidos. Quizá es apropiado recordar de Empédocles (su pensamiento) influido de las antiguas tradiciones mistéricas griegas. Aunque lo cierto es que desapareció para no retornar (dice la historia, quizá exiliado), forjándose entonces varias versiones en torno a su desaparición, la más conocida de todas, aquella según la cual se habría arrojado al volcán Etna. Lo que luego daría paso a (creer→ de algunos) que existía algo fuera de lo terrenal, y que el curso de las cosas humanas puede alterarse para un hombre, “y de esta forma sus discípulos/ que ya estarían ocupados husmeando algún gran misterio,/ desarrollando alguna profunda metafísica/ se encontraron, de repente, consternados, con la sandalia del maestro entre las manos;/ una sandalia de cuero, palpable, usada, terrena”― (Brecht). Apareciendo aquella sandalia (como legada) a aquellos que cuando no ven, de inmediato empiezan a creer todo lo que les dicen y a pensar cosas raras). Tales eran entonces las habladurías, y (es) todavía→ opinion, lo que dicen de las cosas que saben y dicen conocer (aquellos→ que no se movieron a conocerlas hacia→ y estando frente aquello, de lo que luego dicen saber (y algunos incluso explican).
Imágenes anteriores del Borde del crater activo del volcán Telica ( Los Maribios / Leon- Nicaragua ) |
Si buscamos Empédocles en los textos de historia de la filosofía, encontramos que nos informan de algunos datos biográficos, como su nacimiento, en Acragas (Agrigento) en Sicilia, en una familia ilustre, en fecha difícil de precisar que podría ser el 484 ac., así como de su actividad en la facción democrática de su ciudad, que finalmente le llevará al exilio, Peloponeso, donde fallecerá hacia el 424 ac. En cuanto a su obra, destacan sus ideas sobre el ser y lo permanente, como una conciliación de las tesis de Parménides; y como tema principal, su teoría de la composición del universo basada en cuatro elementos, aire, tierra, fuego y agua, y cómo dos fuerzas, la del amor y la del odio, que son responsables de asociar y disociar estos elementos en un ciclo sin fin /consideraba a la luz como un fluido que emanaba de los ojos del observador que actuaba al modo de unos tentáculos, asemejando el sentido de la vista al sentido del tacto y, según su visión, solamente los hombres que logren purificarse podrán escapar del ciclo de las reencarnaciones, y volver a vivir en el mundo de los dioses, entendiendo de sus palabras una referencia de su adhesión a la teoría de la transmigración de las almas, luego criticada por Aristóteles y Teofrasto.
Empédocles, Partidario de la democracia, fue orador y médico que sepamos. Luego se cuenta que lo seguían “los que requerían vaticinios y aquellos atravesados por desgracias, ya en lo que respecta a una enfermedad o a la herida de un arma” Los filósofos presocráticos II, traducciones por Néstor Luis Cordero, Francisco José Olivieri, Ernesto La Croce, y Conrado Eggers Lan (Ernesto La Croce es responsable del capítulo dedicado a Empédocles), Editorial Gredos, Madrid, 1985, p. 139.También sabemos, al menos así escribió Diogenes Laercio, que “se vestía de púrpura y ceñía diadema de oro” y, además “llevaba sandalias de bronce y la corona délfica. Tenía el pelo largo; esclavos lo acompañaban y él siempre severo y sin mudar de semblante. Así se paseaba, y los ciudadanos que encontraba a su paso creyeron eso señal de cierta realeza”.(
Pero “Tal vez" confundimos cuando llamamos filósofo al físico observador de la naturaleza, según la tradición jonia, aún y cuando el eleatismo (de Parménides) había declarado aparente→ la opinión referente al mundo y las cosas, y engañoso aquel conocimiento sensible que le concierne, mas no desviándose de la investigación el naturalista Empédocles, que sin dejar de tener en cuenta las conclusiones del eleatismo, no le implica aceptarlas y continua según la tradición (a partir de la experiencia natural) iniciada por los jonios (advirtiendo ya del eleatismo y modelo para resolver problemas→ un cierto desconcierto y relatando→ ¿Pero por qué me ocupo de estas cosas, como si realizase una gran empresa, puesto que me hallo por encimas de los hombres mortales en todo desgraciados?" (palabras del mismo Empédocles→ Los filósofos presocráticos II, (Ernesto La Croce es responsable del capítulo dedicado a Empédocles), Editorial Gredos, Madrid, 1985, p. 285―. De los jonios (Mileto) sabemos que presentaban una visión de la naturaleza en términos de entidades metodológicamente observables, de formas inteligibles (y reconocibles) por sí mismas, con lo que puede considerarse la suya: aquella investigación física de las cosas que son (frente a nosotros) y en las que nos reflejamos de ellas (de su reflejo por medio de la luz―de otra forma y manera→ nosotros, de un mismo horizonte común dado a los sentidos (sentidos por los que las percibimos y nos reflejamos, en la luz que vemos, de aquellas otras cosas (iguales, de otra forma a nosotros → de muchas y heterogéneas maneras ellas y nosotros→ en el mismos lugar y tiempo, cada uno a su manera (siendo). Por este motivo Aristóteles se refirió a ellos como los «físicos», dado que buscaban la explicación de las cosas únicamente según principios obvios, es decir naturales
Pero, y volviendo a las tradiciones y leyendas referidas de Empédocles, sepamos: que no todos los hombres, sino casi ninguno→ ninguno, al menos de los que personalmente conozco suben con sandalias o chancletas un volcán activo (Ayer ni Hoy) para situarse en el borde (al que primero hay que llegar (moverse hacia→ aproximándose) y soportando lo incierto del cráter, recordemos→ de un volcán activo (luego permaneciendo impasible sobre el borde (y todo ello, sin una buena razón, aparente de los propios textos de Empédocles para hacerlo; es decir ¿por qué estar sobre el volcán? Por tanto, las palabras referidas a "ese hombre embriagado de Dios que purificó el alma desprendiéndose de su cuerpo decadente” ―como lo define Hölderlin en su drama― definen más a Hölderlin y ponen de manifiesto, no así→ el abismo que separa a los dioses de los hombres / sino el abismo que separa→ a los hombres (sus ideas, expectativas y fantasías) de "la verdad" (y realidad) de las cosas. Revelando a estos mismos hombres→ crédulos de la verdad de las cosas (relatadas, nombradas o explicadas) por quienes son ajenos→ a esas mismas cosas y la experiencia→ de esas mismas cosas: igualmente referido luego cuando nombran volcanes activos (o a quienes anduvieron sobre ellos) como si los conociese, o conociesen los volcanes activos→ de su propia experiencia y por si mismos: al menos uno en concreto).. LOS MISMOS (SON) que dicen conocer y nos hablan después ("como sabiendo" de todas y de cualquier otra cosa, a priori→ sin conocerla (ni reconocerla frente a SÍ la cosa reflejándose de ella, sino como "el más ajeno a ella"...) a saber: de su no→ ser frente a la cosa/ no→ moviéndose hacia la cosa / no→ experiencia de la cosa pero explicándonos (la cosa) y hacia→ nosotros luego expuesta, por la palabra, sin conocer de propia mano ellos, nada de ella (de la cosa... pues y sólo→ y por la razón, de la mano de su imaginación, en representación conoce), pero a los demás luego nos explican... "y que entiendo " asemeja más a deseos que pasaron sin cumplirse; ni merecer una noche de placer, o una mañana luminosa" (Cavafis). Poniendo de manifiesto con ello, no su ingenuidad→ sino la de aquellos que cuando no ven, de inmediato empiezan a creer (todo lo que les dicen y pensar cosas raras) pero sobre todo poniendo de manifiesto el desconocimiento (en este caso de los volcanes) de los que “piensan o fantasean creyendo, todavía ,"que al cráter de cualquier volcán activo (lleno de escoria volcánica se llega→ al borde mismo (a asomarse) como aquel que da un paseo (recordemos→ sobre un terreno inestable y peligroso (repleto de galerías subterráneas, rocas sueltas y gases mortales).
Pero cuánto más aún de complicado son los últimos cientos de metros al cráter activo→ moviéndonos. Por cierto, si los ascensos son difíciles, los descensos en volcanes de altura activos, puede ser caóticos (de espaldas al cráter y a lo que pueda caer (rocas), donde la pierna se hunde en la ceniza y tefra casi a la altura las rodillas, desplazando con ello suelo y rocas de diferentes tamaños junto a nosotros, descendiendo; y donde hay que clavar el tacón, a cada paso, para estabilizar la pierna→ que se hunde y desplaza igual otras piedras (que si son de suficiente tamaño: caen rodando hacia delante).
Y de todo ello, este texto: Cuando quien de las propias experiencias rememora de su pasado (antes), buscando no solo el deleite que produce volverlo a contar, y entonces se lo proporciona a otro, para que como propio entienda… únicamente el miserable desdeña, (…)
Iniciando Izalco hacia el borde del crater |
Cerro Negro Nicaragua ( lado curvo desde el borde del crater) |
Me gustaría añadir: que lo obvio / al permanecer esta leyenda y otras alimentada por ilustrados y románticos de antes, y de ahora, hasta nuestros días / es que ninguno de ellos→ ilustrado o romántico (alemán, o no) se había acercado jamás "conscientemente" a un volcán como para reconocerlo (ni siquiera estando él, paseando, y esté (quiero decir→ el volcán) bajo sus propios pies (Región Volcánica de Eifel que vio nacer Friedrich Hölderlin en Lauffen am Neckar), o de sus señales (por las musas) cuando hablaba de Empédocles (no reconociéndose (de su palabras y conciencia proyectada (hacia→ quien se pueda reconocer de él (fuera) paseando sobre el cráter de (un volcán (activo) y (bajo sus pies en Renania Westfalia),y que es en el mismo lugar, donde tiempo atrás se asentarse su pueblo (tribus del norte asentadas en lo que se conocerá como Germania, y concretamente en (Renania Norte-Westfalia Y Renania-Palatinado) y (sobre un gran volcán o caldera) que tampoco reconocieron (ni aún asentados sobre sus cenizas). El Olvido no-es, en este caso es olvido de donde (venimos/ y somos→ no de donde estamos).
Pero esto, no es solo cosa de los Alemanes ilustrados o no (no reconocer moviéndonos de nuestra experiencia a→ entender / el lugar, en lugar de creer que nos dicen que es→ aquello y suelo que pisamos (como ocurre, sin mas lejos de mi casa → en Extremadura).
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