En España podemos diferenciar, por una parte, el volcanismo que se localiza en el ámbito peninsular y en algunas de sus islas próximas y, por otra, el que se encuentra en Canarias. El origen del primero está relacionado con la colisión entre las placas africana y euroasiática, mientras que el segundo lo está con la formación de un punto caliente en el interior de una placa oceánica, situada en el contacto con el continente africano.
En la zona de Olot (Cataluña) el magmatismo es de carácter basáltico alcalino, y está asociado a la última etapa distensiva que se produce en el ámbito mediterráneo. El vulcanismo del Campo de Calatrava (Ciudad Real), en el borde meridional de la meseta española, parece relacionado con los fenómenos de descompresión y formación de fosas tectónicas que caracterizan las últimas etapas cenozoicas. Por último, el sureste de la Península Ibérica está jalonado por afloramientos volcánicos neógenos que se extienden desde las islas Columbretes a la de Alborán, aunque tienen su mayor representación en la franja costera situada entre el cabo de Gata y el Mar Menor, prolongándose hacia el interior en la región murciana. La mayor parte de este magmatismo es del tipo calcoalcalino. Por su parte, el vulcanismo en Canarias es de carácter alcalino, y ha dado lugar a la formación de siete islas, cuatro islotes y seis roques.