EL CONCEPTO SINGULAR DE VERDAD EN DIOSDEL
SER Y EL TODO, O SOBRE LA GRANDEZA DE DIOS
SINO ES AMOR, NO ES DIOS
NEGAR A DIOS Y AFIRMAR LA NADA
EL MENSAJERO DE DIOS (DE UNA EXPERIENCIA)
Puesta al día de una figura esencial en el intento ilustrado que en el siglo xviii Jorge Juan y Santacilia trató de equiparar la actividad científica en España con la que se desarrollaba en Francia e Inglaterra. Ingeniero naval y marino, es una referencia clave en la historia de la ciencia española.
Severo Ochoa
Monográfico sobre Severo Ochoa, que recibió junto a su discípulo Arthur Kornberg el premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1959. Este espacio es un pequeño homenaje al doctor Ochoa a través de los testimonios y las imágenes que aportan algunos de sus discípulos, colaboradores, amigos y familiares.
Severo Ochoa
Monográfico sobre Severo Ochoa, que recibió junto a su discípulo Arthur Kornberg el premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1959. Este espacio es un pequeño homenaje al doctor Ochoa a través de los testimonios y las imágenes que aportan algunos de sus discípulos, colaboradores, amigos y familiares.
Severo Ochoa
Monográfico sobre Severo Ochoa, que recibió junto a su discípulo Arthur Kornberg el premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1959. Este espacio es un pequeño homenaje al doctor Ochoa a través de los testimonios y las imágenes que aportan algunos de sus discípulos, colaboradores, amigos y familiares.
Severo Ochoa
Monográfico sobre Severo Ochoa, que recibió junto a su discípulo Arthur Kornberg el premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1959. Este espacio es un pequeño homenaje al doctor Ochoa a través de los testimonios y las imágenes que aportan algunos de sus discípulos, colaboradores, amigos y familiares.
Sorpresas del cosmos
El itinerario que se recorre en este espacio, desde el punto más alejado del cosmos a la inmediatez de la atmósfera terrestre, constituye un viaje abarcable para el ser humano gracias a la fotografía, la investigación astrofísica, los telescopios y las cada vez más sorprendentes técnicas de rastreo del universo.
Astronomía en el Instituto Cervantes
Cervantes con la Sociedad Española de Astronomía (SEA) para dar a conocer su actividad. En esta primera entrega se ofrecen dos obras: Astronomía made in Spain, dedicada a divulgar la labor de los astrónomos españoles en el mundo, y 100 Conceptos básicos de Astronomía: una serie de propuestas terminológicas y conceptuales sobre el lenguaje técnico de la disciplina.
CUADERNOS DE PAISAJE (OBSERVACIONES 1)
PRIMERA APROXIMACION: aCERCA UNAS PRIMERAS (AUNQUE NADA INGENUAS) OBSERVACIONES FUNDAMENTALES
Acerca del Trauma de la lucidez / Extraviarse en los Tópicos.
El laberinto del Minotauro y la paradoja.
Sobre el saber y saber que somos impulsados.
Sobre la búsqueda de la felicidad.
Precipitarse a las propias consecuencias.
Una ultima i breve observación sobre el destino.
Acerca de la satisfacción de un deseo resuelto en sui representación.
Hacia las profundidades del abismo.
Acerca de una sociedad enferma
Sobre los escenarios del absurdo
Considerando el estado actual de las cosas
Acerca de la satisfacción de un deseo resuelto en su representación
Un lugar mas allá de las sirenas
Alexander von Humboldt
Los trabajos de Alexander von Humboldt durante su viaje por España, en 1799, le permitieron hacer aportaciones nuevas y esenciales en el conocimiento de estas disciplinas.
Alexander von Humboldt
Los trabajos de Alexander von Humboldt durante su viaje por España, en 1799, le permitieron hacer aportaciones nuevas y esenciales en el conocimiento de estas disciplinas.
Alexander von Humboldt
Los trabajos de Alexander von Humboldt durante su viaje por España, en 1799, le permitieron hacer aportaciones nuevas y esenciales en el conocimiento de estas disciplinas.
Alexander von Humboldt
Los trabajos de Alexander von Humboldt durante su viaje por España, en 1799, le permitieron hacer aportaciones nuevas y esenciales en el conocimiento de estas disciplinas.
CUADERNOS DE PAISAJE (OBSERVACIONES 2)
PRIMERA APROXIMACION: ACERCA DE OTRAS OBSERVACIOINES DE CARACTER FRONTERIZO
Exposición de entradas:
Hacia las profundidades del abismo.
Acerca de una sociedad enferma
Sobre los escenarios del absurdo
Considerando el estado actual de las cosas
Acerca de la satisfacción de un deseo resuelto en su representación
Acerca de una nueva aunque ya pretérita teoría de la vision
Acerca de la consecuencia directa de la interpretación de Copenhague
El jardín andalusí
Los jardines hispano-musulmanes: su descripción, historia y concepción paisajística, y sus fundamentos DFDFcientíficos.
Alexander von Humboldt
Los trabajos de Alexander von Humboldt durante su viaje por España, en 1799, le permitieron hacer aportaciones nuevas y esenciales en el conocimiento de estas disciplinas.
Santiago Ramón y Cajal
Diversas publicaciones de Santiago Ramón y Cajal: artículos seleccionados y su autobiografía, en textos acompañado de amplias reproducciones de láminas anatómicas dibujadas por el propio Cajal.
Tengo un limonero en casa, que además de limones da buena sombra: de hecho, esto se dio a partir de una necesidad. Se me había roto el toldo del patio y decidí extender las ramas del limonero, como en un bonsái (a la vez que le libraba de unos alambres en las ramas que las estrangulaban) dirigiéndolas aquellas luego horizontalmente al suelo, para que proyectasen una sombra más extendida. En un año ya no necesite toldo. El limonero daba sus limones y también sombra, protegiendo además a otras plantas del sol. Supongo que de algún modo le di las gracias (por los limones y la sombra) y él me las dio a mí, por fijarme y reconocerlo, como algo más que un tendedero de ropa: un proveedor de medicinas naturales, y aliado contra la fuerza del sol, pues poco después advertí algo: un brote bajo del tronco; de aquellos que siempre cortaba, tan bajo como donde empieza el tronco pero, que por alguna razón no corte. Creció y este año 2023 se dividió, en forma de (Y) mostrando aquella forma que pudiese entender y reconocer: del limonero hacia mí, cuando precisamente empiezo yo a ver todo (la vida incluso los colores reflejados del sol en las cosas) de forma distinta. A la vez, yo ya no podía dejar de observar ese brote (que es una forma) de la que reconozco una voluntad que asoma (tímidamente) y se desarrolla a partir de la misma corteza del limonero mostrándose (a mi) para ser reconocida, como del limonero no lo obvio: otra más que dará limones, sino más, cuando del mismo brote al reconocer de este: algo más que un limonero / yo me reconozco algo más: que el que recoge solo limones.
Luego pienso en aquel ciervo (enorme) que me encontré en una curva del camino en el pirineo (Fontalva 1993) a la vez que escuchaba el gruñido tremendo como de un oso lejano, advirtiéndome, quizá ya entonces de lo que llegaría años después: al hundirme hacia otra forma de vida y de mi mismo ser), más difícil, y en ocasiones de casi de exclusión y adicciones, a la vez que con el tiempo (esa misma oscuridad empezó a tomar forma propiciando una luz, reconstruyéndome dentro de ella: habitándola y donde se hizo más presente aquel otro Jordi, que (de joven) coge la escopeta apunta y dispara sin pestañear y luego se va otro lugar (luego de Barcelona a Extremadura) siguiendo un camino, que transitado, reconozco hoy mi camino. Llena de callada fuerza, la gran naturaleza abraza al que vive presagiando; para que invoque a su espíritu, lleva en el pecho pena y esperanza el hombre; de su más honda entraña asciende el poderoso anhelo. Y es capaz de muchas cosas y espléndido es su decir, transforma el mundo (Holderlin - Empédocles). Cuando el verdadero sabio rememora lo que vino a su visión, o pensamiento buscando el deleite que produce el volverlo a contar, entonces se lo proporciona a otro para que lo saboree como una experiencia… únicamente el miserable lo desdeña, (Ibn Arabí)
Hablan unos hombres de juzgar y clasificar la naturaleza ¡Dejémosles que hablen y digan… si al menos fueran humildes y sinceros: pues yo también clasifico: entre flores hermosas y otras bonitas. Pero acaso esos mismos hombres ¿no hicieron ellos antes una ley que ahora no respetan?, ¿acaso no son insolentes con todo lo natural, la verdad y lo divino? Acaso, ¿No es mágico eso que llaman Noche y eterno aquello que tiene alma?, ¿no es mejor Algo que esa Nada de la que dicen y murmuran? Por qué entonces tanta soberbia e insolencia. Unos se enorgullecen por todo lo que no son, y otros por lo que no saben ni conocen: que los rayos del Sol y los manantiales de la tierra son más nobles y divinos en los frondosos bosques, y que el rocío, el alma al amanecer refresca. ¿Pueden hacer ellos algo que se le parezca? Pueden matar, pero no pueden dar vida. Se preocupan, traman y maquinan, pero ni con todas sus artes pueden entender, lo que no quiere ni puede ser resuelto de aquello que de cerca los mira, mientras las estrellas observan siempre por encima. Paciente, es la naturaleza con ellos, que los sufre y tolera todos los dias; pero ninguno de ellos podrá interrumpir el verano y tras el llegue el otoño, y menos aún al fin del invierno, que nos abrace después, por fin: la suave primavera. Pues, y pese a ellos, y pese a todo, y pese a todos nosotros ¡la Nada sigue siendo Nada, la belleza más bella y la luz… la luz si cabe, es luz aún más poderosa y divina.
Jorge Maqueda Merchán - Jordi Maqueda
ACERCA DE UN MODO PARTICULAR DE PENSAR
Sería una pérdida de tiempo pretender justificar mi modo de pensar o explicarlo a quienes, por ejemplo, vengan de instituciones de educación y embadurnados de un materialismo que solo se mira el ombligo y chascarrea siempre sobre lo mismo, aunque, ciertamente, sea ese el tipo de pensamiento "o corriente actual” (de chascarrear siempre sobre lo mismo y mirarse el ombligo) aquel que curiosamente interese, pues no da problemas, e igualmente interesa a quienes promueven el actual sistema de competencia desde las propias instituciones y los medios, retroalimentando así al sistema de individuos (egoístas) adecuados a éste; individuos, con los que es inútil, por cierto, debatir: una pérdida de tiempo hablar con estas personas, nulos en experiencia propia, que aluden a la experiencia de los otros para justificarse ante los demás. Pero que luego te abruman, como buenos letrados en un debate igualmente absurdo, justificando cualquier razonamiento posible, en tanto le son ellos conocidas las cosas . Como si del "saber" de algo o alguien fuesen los únicos y legítimos propietarios: “absurdos propietarios” si, absurdos (mas si por un momento se piensa olvidando lo que te dijeron) observamos que no es “saber” lo que saben, sino un pretender justificar a los otros "lo que se creé que sabe”, y que es bien poco por cierto, dado el horizonte de complejidad que implica "saber" o "saber de las cosas y personas" de su último fundamento (cuando se desconoce el principio) pues, es de este saber “conocimiento cierto de las cosas” que abruma al asomarse a él, y del que con estas palabras se refirió Freeman Dyson —profesor de física en el Institute for Advanced Study de Princeton, USA— quien en una de sus conferencias refirió del conocimiento "del saber", de nuestros esfuerzos por entender la naturaleza, la vida y de “su” lugar (de él / y de nosotros mismos ) en el universo, diciendo: “lo encuentro como el universo, inmenso, cuando allá donde miro veo infinito en todas sus direcciones”. (La cita no es suya por cierto, aunque se la atribuyen), lo que sí es suyo es el libro: "El Infinito en Todas Direcciones" 1988.
SOLO DEL DESCONOCIMIENTO SURGE LA VERDADERA ANGUSTIA
Sólo del desconocimiento surge la verdadera angustia, Se mire como se mire, la vida (la sociedad) parece un cúmulo de desengaños, falacias y mentiras; esto es obvio, al igual que es obvio que son muy pocas: una minoría las personas que alcanzan de pleno alguna de sus metas y propósitos en esta vida. De otro lado luego está la inmensa mayoría: aquellos que deberán conformarse con lo que las circunstancias, el entorno y los acontecimientos o accidentes propios de la existencia, les permitan ser, a saber: serán lo que puedan (u otros les dejen ser) más allá de lo que un día se propusieron ellos ser. “Pues un hombre hace lo que puede, con lo que otros van dejando de él”—vino a decir no precisamente un ingenuo. Y, sin embargo, lo peor no es la capitulación de uno mismo, de las propias aspiraciones: hincando la rodilla y viéndose agonizar (envejecer) lentamente. No. Lo peor es angustia que envuelve la imprecisa perspectiva del futuro que aguarda… esa mirada al fondo del abismo sabiendo, que el siguiente paso conlleva hundirse de pleno en él. Y todo, porque un día, el peor día de sus vidas, sin duda, eligieron morir, “algunos lentamente”, dejando que se derrumbaran, desvaneciéndose paulatinamente todos sus sueños y expectativas: se dejaron de mover, o se movían tras de otros. Llegados a este punto y luego el momento, la angustia castiga con toda su furia el alma: al saber y reconocernos, los únicos responsables de nuestros actos y consecuencias de aquellos (de todo lo que no hicimos, y de lo que ya no podremos ya hacer). Por tanto, quien tenga valor y aún este a tiempo, que elija: siempre ha sido solo cuestión de elegir.
VIVIR ES ELEGIR
Vivir es elegir ―esta apreciación, seguro que no se le escapa a nadie―. Vivir es tener que tomar decisiones y tomarlas a diario. Luego en cada elección, en cada acto, nos vamos haciendo y definiendo a nosotros mismos, transformándonos y siendo hacia aquello a donde nos dirigimos, a la vez que nos comprometemos con un destino todavía incierto. Solo al elegir a lo largo de nuestro camino, vivimos "genuinamente" nuestras nuestras vidas. Pero vivir, también es renunciar y arriesgarse. Cuando elegimos y tomamos una decisión emprendemos un camino nuevo, pero igualmente estamos renunciando a algo. Es por ello, que al elegir esto o aquello (al movernos) afirmamos, al mismo tiempo el valor del camino. Todo así, la cuestión parece sencilla ("moverse") y quien no lo entienda, sencillamente es que no aprendió nada todavía (la vida proveerá). Por tanto pensemos antes de detenernos por demasiado tiempo en este o aquel lugar, no vayamos a perdernos algo más adelante, o lo que es peor, y muy pocos piensan: no vayamos a perderlo todo, por ir más allá de donde mi condición de mortal y mis fuerzas, me puedan llevar.
(2) - HACIA UN NUEVO PARADIGMA: UN NUEVO HOMBRE; UNA NUEVA ERA /Jordi Maqueda
Cuando hablamos de “paradigma”, lo hacemos refiriéndonos a un modelo —o patrón— dado en cualquier disciplina científica, u otro contexto cognoscitivo o epistemológico.[Podemos entender un paradigma “científico” como la conceptualización que se alcanza sobre la manera en que se observa el mundo y que es compartida por los miembros de la comunidad científica a la que le provee de modelos aceptables con los cuales puede afrontar la solución de problemas de la ciencia (Kuhn, 1988; Najmanovich, 1992)]. Hablamos por tanto de toda una constelación de conceptos, valores y técnicas compartidos por una comunidad, en este caso científica, y utilizados por ésta para definir problemas y soluciones. Luego, Explicar y entender las cosas, dentro de un determinado paradigma, determina la explicación de estas en tanto a ese paradigma (científico/ social/ filosófico) existente.
Nuestras vidas se rigen, al igual que la sociedad y el mundo en el que vivimos, por unos determinados paradigmas, que van cumpliendo su función, hasta que en algún momento se ven superados bien, por nuevos avances o descubrimientos (también revoluciones) haciéndolos inservibles, entiéndase: son útiles hasta que son incapaces de dar soluciones o respuestas a determinadas preguntas o esas respuestas están superadas por la misma experiencia de la realidad: como es mi caso. Es entonces cuando se precisa, o provoca un cambio de paradigma.
Si observamos la ciencia, tal y como la conocemos y entendemos actualmente, generalizando, esta se ha basado en el denominado paradigma (newtoniano – mecanicista) durante los últimos siglos, surgido este a partir de la separación de la realidad: entre el mundo material y mundo inmaterial por parte de R. Descarte, (entendamos aquí la razón: consistente en hallar medios para lograr los objetivos propuestos en cada caso). [Podría afirmarse que hasta el siglo XVI de nuestra era, casi todas las culturas del mundo, incluida las europeas, tenían una visión orgánica del universo. Eso quiere decir que vivían, salvo excepciones, en una relación simbiótica con la naturaleza y el cosmos. A lo largo de los siglos XVI y XVII esta forma de ser y estar en el mundo sufrió un cambio radical en Europa ( la razón iluminista). Esta cosmovisión orgánica es reemplazada por una concepción articulada y que se expresó a través de una metáfora maquinal, que terminó por convertirse en el emblema de la edad moderna. Ahora bien, es preciso percatarse que esta evolución fue el resultado de cambios radicales en la cosmología: en la ciencia y la tecnología] pero sobre todo en ese concepto de razón, que se ve alterado. El hecho de percibir —y de aceptar dentro de sí— ideas eternas que sirvieran al hombre como metas era llamado, desde hacía mucho tiempo, razón. Hoy, sin embargo, se considera que la tarea, e incluso la verdadera esencia de la razón consiste en hallar los medios y lograr los objetivos propuestos en cada caso. Luego los objetivos que, una vez alcanzados, no se convierten ellos mismos en medios son considerados como supersticiones. Y Si bien la obediencia a Dios había servido siempre como medio para conquistar sus favores, y por otra parte como racionalización (justificar las acciones (generalmente las del propio sujeto) los iluministas, tanto teístas como ateístas, interpretaron los Mandamientos, a partir de Hobbes, como principios morales socialmente útiles, destinados a fomentar una vida en lo posible libre de tensiones, un trato pacífico entre iguales, y el respeto del orden existente. Liberada de connotaciones teológicas, la sentencia “sé razonable” equivale a decir: observa las reglas, sin las cuales no pueden vivir ni el individuo ni el todo, no pienses sólo en cosas del momento.
Luego con la aparición en el mundo material de las leyes matemáticas y de la mecánica por parte de Newton: ya no hemos vuelto a necesitar jamás de ningún mundo inmaterial (ni aquellas ideas eternas), pues las respuestas a todas nuestras preguntas se podían encontrar, de un modo u otro, a partir de múltiples teorías y fórmulas (ideas): La razón se realiza a sí misma cuando niega su propia condición absoluta —razón con un sentido enfático— y se considera como mero instrumento. No es que no existan intentos serios de avalar teóricamente la afirmación de la verdad racional. A partir de Descartes grandes corrientes de la Nueva Filosofía aspiraron a una componenda entre teología y ciencia. “La facultad de ideas intelectuales (la razón)” desempeñaba el papel de mediadora. (“Lo divino de nuestra alma consiste en su capacidad para concebir ideas”, leemos en los escritos póstumos de Kant.) Semejante fe en la ratio autónoma fue denunciada por Nietzsche como síntoma de atraso, pues “según instintos valorativos alemanes Locke y Hume eran de por sí... demasiado lúcidos, demasiado claros”. Kant fue para Nietzsche un “demorador” un atraso, pues: “La razón no es más que un instrumento y Descartes fue superficial”. Sin embargo: a lo largo del siglo XIX la ciencia evolucionó en el marco de tal paradigma newtoniano-cartesiano consolidándose así el modelo positivista. Si bien, al mismo tiempo, comienzan las primeras manifestaciones de sus carencias y límites (muchos de ellos solapado por intereses); pero más allá de esas mismas carencias y límites, iba a surgir un problema derivado, endémico, y aún mayor; pues este paradigma —que ahora entendemos nocivo— entendía, y entiende el mundo y la naturaleza como un gran almacén o despensa (en tanto a recursos naturales) del cual podemos disponer, a voluntad, explotándolos tanto como necesitemos o apetezca sin preocuparnos, y mucho menos pensar en las consecuencias a medio y largo plazo de dicha actividad expoliadora. Gracias a ese pensamiento chato y miope, e igualmente materialista, hoy en día nos “beneficiamos” de una explotación descontrolada de recursos y personas (sometidas a una educción dirigida a la producción), de consecuencias catastróficas, y cuyos daños son incalculables: no sabemos todavía si irreparables.
Como en el caso de otros fenómenos culturales atacados por la decadencia, el siglo XX repitió el proceso histórico. En 1900, año de la muerte de Nietzsche, aparecen las Logische Untersuchungen (Investigaciones lógicas), de Husserl, con el propósito de fundamentar una vez más, con rigor científico, la percepción del ente espiritual, la contemplación de lo esencial. Desde sus comienzos, este esfuerzo lleva el signo de lo restaurativo. La autodisolución de la razón en cuanto substancia espiritual obedece a una necesidad interior. La teoría debe hoy reflejar y expresar el proceso, la tendencia socialmente condicionada hacia el neo-positivismo, hacia la instrumentalización del pensamiento, como asimismo los vanos intentos de salvación. Precisamente, esa misma sociedad industrial (positivista – cientificista), sostiene todavía aquella visión arcaica, propia de aquella mentalidad obtusa, aplanada y especuladora, en relación con el mundo que nos acoge (y el universo al que pertenecemos y formamos parte), y que dio origen al actual sistema, tan cruel como nocivo bajo el cual se encuentran las sociedades occidentales (que ahora dan su relevo, mostrando el camino a las nuevas potencias emergentes de Asia) desarrollando estas un neocapitalismo-adaptado extremo: igualmente destructivo y nocivo—o mayor aún dada su densidad de población (china, india) y ausencia de medios de protección ecológicos— donde el objetivo no es otro que ( tomar los medios, hacia aquellos fines que son medios en sí mismos: acaparar, acumular riquezas y demostrar que se posee, se procesa, se produce y se consume más y con mayor velocidad: velocidad esta, proporcional a la destrucción del medioambiente. Lo que da lugar, potencialmente, en el caso de china por ejemplo, a una expansión territorial clandestina y amenazante, en busca nuevos recursos a costa de otros estados, así como paralelamente a una carrera y producción armamentística feroz, de consecuencias finales difíciles de precisar.
Luego y a un nivel individual: cada persona, en esta situación de estrés productivo desemboca en una pérdida de buena parte de las facultades individuales (mentales), así como en un menosprecio hacia la reflexión y el pensamiento o los potenciales propios de sí mismo, luego distraídos y pendientes siempre de que las modas, los famosos, la televisión o los anuncios nos apunten los medios hacia qué debemos hacer para ser “felices”, siendo capaces de anular aquellas ideas que sirvieran al hombre como metas, para adoptar luego las ideas ( como deseos propuestos de unos pocos hacia todos de unos pocos, y que nos serán impuestos (de manera subliminal) por aquellos mismos a los que admiramos o, simplemente, al aceptarnos ( reconocernos) de un modo distinto al que verdaderamente somos, por aquel que deseamos ser 8 y ser reconocido), solo por no quedar fuera del ente social. Pagando por ello un precio desorbitado, no solo en lo económico, sino igualmente en relación a nuestra salud mental y el medio ambiente.
Y si bien es cierto, que la situación actual —social y política— a la luz del cambio de un nuevo paradigma científico que se ha venido operando en el último siglo XX en las ciencias físicas (cuántica, por poner solo un ejemplo), habiendo este dado emergencia a una percepción e interpretación de una nueva realidad muy diferente a la que estaba en boga en los siglos XVIII y XIX (a lo largo de los cuales se gestó y se desarrolló el sistema todavía —recordémoslo— y formalmente: aún vigente); resultaría, que este nuevo paradigma emergente (en el que ahora estaríamos envueltos) parecería (no): sino que “es realmente insuficiente” para muchos de nosotros a la vista, cuando observamos que ya viene viciado (o instrumentalizado) no penetrando la emergencia de una nueva realidad (deseada por todos) científico/social y reorganizada de base, sino que viene, y esto han de entenderlo: pretendiendo adaptar esa nueva realidad o (modelo nuevo de paradigma), al sistema (modelo) social y político (arcaico) y todavía existente: gestado, desarrollado y derivado directamente del paradigma anterior; y recordemos de nuevo: que formalmente aún vigente. Lo diré de otro modo: esa nueva realidad (cuántica) que pretendemos entender, penetrando ya nuestras vidas desde todos los ámbitos de la ciencia y la sociedad desde hace unas décadas ha propiciado: la adaptación del modelo político liberal capitalista a esta, pero no así de las personas. Potenciando ahora, y todavía más si cabe, nuestra dependencia del modelo anterior y arcaico instrumentalizado, ahora renovado (pero no distinto: leamos la escuela de Frankfurt y la razón instrumental) alejándonos casi definitivamente de una posible independencia de este modelo arcaico, y por lo tanto de una vida autentica (con la naturaleza y el mundo) convirtiéndonos en siervos permanentes 24/7 del mismo ( o razón subjetiva). Todavía hay quien espera (sentado) la salvación del cielo (cuando la batalla ya se está librando), y el reino del padre ya está aquí, solo que no lo vieron venir, del mismo modo que no se percataron de lo que siempre había estado: en mi casa (y en toda España), aunque estén en silencio, mandan las madres.
II
La humanidad está viviendo acontecimientos y descubrimientos, que ponen en cuestión nuestra perspectiva tradicional de la realidad, así como nuestros conocimientos en relación con esta. Las múltiples corrientes de pensamiento que, junto a otros desarrollos de la ciencia actual, se sumergen en espacios extraordinariamente desafiantes, desde la comprensión de la evolución y la naturaleza misma del universo, hasta la exploración de partículas subatómicas, pasando por la teoría de cuerdas que aspira una “teoría del todo” muestran la emergencia de un verdaderamente “nuevo” paradigma holístico, sistémico y auto-organizativo. Lo que de alguna manera viene a insinuar, el trance igualmente de prepararnos y preparar nuestras mentes —como especie— y nuestra capacidad de análisis, para responder adecuadamente los nuevos desafíos (y experiencia propias) que nos serán propuestos en el futuro. Sin embargo, entiendo que ya no se trataría, en esta ocasión solo de aceptar, una vez más, un cambio de paradigma (dirigido), como ha ocurrido en otras ocasiones, sino más de cambiar y de manera drástica, incluso, nuestra forma de pensar en torno a la realidad: el mundo, el universo e incluso, o sobre todo de Dios, pues lo revelado, tanto individualmente, pero igualmente a través de las ciencias físicas (la cuántica) pone de vuelta y media aquella que percibimos por nuestros sentidos, acercándonos, (ya, al menos a algunos) a un mundo insólito y desconocido hasta ahora: un mundo y una realidad a la que verdaderamente pertenecemos, pero que nuestros sentidos todavía (por una incapacidad -mental- manifiesta y subjetiva / estrangulada por unas creencias arcaicas —de dominio: pero el temor y terror—, que someten la consciencia) no pueden reconocer.
Los fenómenos cuánticos, la influencia de la mente en nuestros cuerpos, la misma naturaleza de la conciencia, o la relación entre mente y cuerpo o nuestra relación con la luz, son algunas de las cosas que rompen con el paradigma que nos rige actualmente y con el que se pretende que pueda sustituirlo: bajo el nombre “Teoría de complejidad” o ciencias de la complejidad, y que ha generado en los últimos años una cantidad significativa de investigaciones y producciones científicas hoy en pleno desarrollo, pero que comprobamos como sirve únicamente para abarcar una pequeña parte de esa realidad: aquella apta para ser reconocida y medida (reconocida, entiéndase, por las ciencias e instrumentos muy al límite de nuestro intelecto, pues aquello que representa y quiere decir, supera en órdenes de magnitud nuestra capacidad de entenderlo en tanto a qué significa realmente). Lo que dicho de otro modo, es algo así, como que no estamos suficientemente preparados: evolucionados, para asomarnos a esa realidad y entenderla por si solos tal y como es físicamente, ni tampoco nuestra física parece suficiente hercúlea para penetrar sus misterios, y menos aún para pretender manipularla; como de manera tan ignorante hacemos, a riesgo luego de lo que por nuestra ignorancia pueda acontecer: situación esta, alarmante para una especie que dice aspirar en un futuro a las estrellas.
LA NECESIDAD DEL NUEVO HOMBRE
Huelga decir que no se trata de algo que se vaya a suceder-solucionar en una o dos generaciones, pues de lo que hablo —y se propone aquí— es de un cambio radical y de fondo, por el que cualquier enfoque científico y social al respecto debería complementarse de base con otros: con la búsqueda y desarrollo de potencias aún no probadas del intelecto (el entendimiento) y los sentidos; y hablo, aquí y ahora, de un nuevo ser humano capaz de asomarse (quién sabe si tomado de la mano) a esa nueva realidad (verdad) evolucionando a ella, y entenderla no solo a través de instrumentos, sino y sobre todo, por medio de sus propios sentidos: experiencia (y consciencia). Evitando juicios de razón (llevando a cabo ideas), en tanto aquellas consecuencias, que de nuestros actos irracionales y egoístas, luego se devienen.
La cuestión, por tanto, sería ahora preguntarnos cuánto falta para el advenimiento de ese nuevo ser: más respetuoso, que sustituya la arcaica conciencia moral por una conciencia más integrada a aquello que pertenece, y sin pensar que aquello le pertenece. Un nuevo humano que entienda que no hay un exterior de lo existente, ni una piel que le separe del este exterior, sino una piel que le conecta a él y a todo lo demás. Donde esa razón ecológica — hoy tan necesaria por el modo de proceder de las personas —sea ya innecesaria, gracias a una nueva conciencia integrada y que por fin entienda, que "como un inmortal poder, todas las cosas cercanas y lejanas, ocultamente están ligadas entre sí, de modo que no puedes arrancar una flor, sin perturbar a las estrellas" (F. Thompson). Y sin embargo, pienso: ¿Cómo lo haremos? Y luego, yo mismo me respondo: si quizá... ya esté todo ocurriendo.
Luego en relación con la importancia y necesidad de cambio de paradigma dada una nueva realidad, esta se entiende al observar que pasaría, si la naturaleza, las estrellas y todo el universo — en lugar de entender ese todo como algo inerte, tal y como hasta ahora pensamos y entendemos— fuese un todo, no diré orgánico, por cuanto conlleva la expresión, pero consciente y conectado entre sí, y del que formamos parte integrada, aunque algunos se empeñen en mantenernos separados; y donde nuestra mente y consciencia jugasen un papel más allá del que hasta ahora entendemos y percibimos: donde nuestro trato con la luz (y el espacio) sea distinto, siendo más que la luz y por lo tanto radicalmente distinto, a como hasta ahora hemos percibido y entendido, relacionándonos con ella (no especularé). ¿Cómo sería esta nueva realidad?, ¿cómo veríamos el mundo y la realidad, las estrellas y el mismo universo? lo cierto es que me sobrepasa, lo reconozco, pero y a la vez reconozco, sobrepasado que sencillamente, esta nueva realidad se instauraría...
HACIA UNA NUEVA ERA
Las disciplinas científicas emergentes: la física cuántica, y las neurociencias nos llevan hoy a pensar, que aquel paradigma donde nuestra mente — a través de la luz—interacciona con la materia sería mucho más idóneo para poder explicar aquellos mismos fenómenos emergentes. En relación con este auténtico y nuevo paradigma posible Del todo, y que considera algo como un todo: sería aquel (neo paradigma) que tomaría dentro de un enfoque transversal un conjunto de conceptos que de manera holística, identifiquen fenómenos particulares y subjetivos (incluso no probados empíricamente) de interés para una disciplina concreta (la física, por ejemplo) que, sin embargo, la ciencia aceptaría como potencia, así como las proposiciones que afirman las relaciones entre estos fenómenos, incorporando para ello aportes de aquellos modelos (paradigmas) más relevantes, y abriendo nuevos espacios para acceder, asomándose, a un nuevo conocimiento-experiencia a través de aquellas situaciones, que igualmente permitan explorar las diferentes variables posibles, así como hallar las pruebas de los mismos en el comportamiento de algunos individuos.
PERSPECTIVAS CÓSMICAS
Llegará una época en la que una investigación diligente y prolongada sacará a la luz cosas que hoy están ocultas. La vida de una sola persona, aunque estuviera toda ella dedicada al cielo, sería insuficiente para investigar una materia tan vasta... Por lo tanto este conocimiento sólo se podrá desarrollar a lo largo de sucesivas edades. Llegará una época en la que nuestros descendientes se asombraron de que ignoramos cosas que para ellos son tan claras... Muchos son los descubrimientos reservados para las épocas futuras, cuando se haya borrado el recuerdo de nosotros. Nuestro universo sería una cosa muy limitada si no ofreciera a cada época algo que investigar... La naturaleza no revela sus misterios de una vez para siempre. Séneca, Cuestiones naturales, Libro 7, siglo primero
Actualmente, sobre todo en el último siglo, las personas hemos descubierto un método eficaz y elegante de explicarnos a nosotros (esto no es comprender) con más acierto universo y aquello que acontece en él: un método llamado ciencia, método, pero, que como otras formas anteriormente no solo da una explicación sesgada, sino que también mantienen entre sus filas Brujos y Papas; pues, ni siquiera la ciencia está a salvaguarda del factor humano (los intereses propios y personales / y de la razón subjetiva), a la hora de interpretar sus observaciones y resultados. Sin embargo, esta nueva ciencia nos ha revelado por sus métodos, cosas hasta ahora inimaginables: un vasto universo tan antiguo y violento, donde, en perspectiva, los asuntos humanos parecen ridículos y de escaso interés.
Con los años, y los siglos, el hombre se ha ido alejando cada vez más de la naturaleza y el Cosmos, hasta parecernos este último: el Cosmos, algo remoto y sin consecuencias para nuestras preocupaciones diarias. Pero esa ciencia —la misma que a unos los aleja de la naturaleza y la realidad manteniéndolos pegados a las pantallas de los móviles hacia meta universos— nos ha descubierto, no solo que el universo tiene una magnitud que inspira vértigo, éxtasis e incluso terror y que hay, todavía más allá de lo que vemos: sino, que igualmente, nosotros formamos parte de este en un sentido real y profundo; que, no solo nacimos y evolucionamos en él, si no, que el futuro y destino de la especie depende, estando íntimamente ligado a este (por la consciencia): estando, incluso los acontecimientos humanos más básicos y las cosas más triviales en apariencia, conectados íntimamente con el universo y sus orígenes.
Es primordial, por tanto, para nuestra subsistencia y supervivencia, que comprendamos este universo por los medios dados, y no siempre tomados a nuestro alcance, y que hoy, no solo son Ciencia & Razón; y, sin olvidar que la ciencia, en esencia, solo aporta datos e información de la observación o experimento, siendo, luego y en definitiva la razón —subjetiva, e íntimamente ligada a nuestro grado de evolución y consciencia actual de la realidad— la que interpretará los datos, casi siempre, cayendo del lado de los interesas propios (razón subjetiva) por falta de una razón objetiva que vele por esos objetivos universales de la humanidad (mas allá del individuo) como especie. Que todo aquello que obtengamos y reduzcamos a certeza hoy, no será más que una verdad relativa —cuando no sesgada— de una realidad que no alcanzamos a ver ni entender por completo: certezas, que mañana (debido a una mayor autoconsciencia) serán derrumbadas como un castillo de naipes, por otras más acertadas, en la medida que vayamos adquiriendo, con el tiempo y, por medio de la evolución de la consciencia/ no de la ciencia o la tecnología, nuevos grados mayores, precisamente de conciencia. Y es a partir de este mismo momento, y sea cual fuere el camino que tomemos en el futuro, nuestro destino estará ligado indisolublemente a nuestra capacidad de discernir y admitir —más allá de nuestras certezas— nuestra propia ignorancia, nuestro desconocimiento en tanto a esa realidad hoy inalcanzable en absolutos a nuestra razón, que nos disponemos a descubrir, recorriendo esta paso a paso. "Lo conocido es finito, lo desconocido infinito; desde el punto de vista intelectual estamos en una pequeña isla en medio de un océano ¡limitable de inexplicabilidad. Nuestra tarea, en cada generación es recuperar algo más de tierra". T. H. HUXLEY, 1887
SOBRE EL CONOCIMIENTO
El ser humano lleva toda su existencia sobre la Tierra huyendo de la ignorancia. Una ignorancia que le hace sentir ignorante de su propio ser y destino. Abriéndose una fisura, creando una tensión permanente, entre ese hombre que busca el saber de las cosas, y lo desconocido, que a decir verdad, es casi todo. El hombre trata, en un esfuerzo vano de acercarse a lo desconocido, busca saber de las cosas, entenderlas, reduciendo así los límites de su ignorancia. Para ello, a lo largo de la historia ha utilizado, desde mitos, leyendas y dioses, hasta símbolos y, últimamente a través de la ciencia: fórmulas, tesis, hipótesis, modelos y esquemas. Nos cabe preguntarnos ahora —en tercera persona— ¿Qué le empuja a ello? Como si no fuese con nosotros el problema. Es más, precisamente en nosotros encontramos ya algunas respuestas, acerca de ese profundo malestar: un malestar que no le permite ser feliz, ni siendo ignorante.
Es un hecho innegable: que comprender la razón de las cosas, aunque sea de forma vaga, y por nuestros propios medios o posibilidades — en tanto a como estas “cosas” o “entes” a nosotros se nos representan y las entendemos— ha llevado a dotarnos de valiosos mecanismos, por los cuales, comprobamos, se premia al individuo con emociones agradables, recompensando, en este ese entendimiento; e, igualmente, castigando con malestar la ignorancia y rencor al ignorante. Pues, es más fácil para el individuo vivir a la luz del mundo y en el conocimiento de las cosas, que hacerlo a la sombra de esa realidad y su oscurantismo. Sin embargo, para ello, para salvar esa distancia entre nosotros y el desconocimiento: de no saber casi nada de lo que somos y lo que nos rodea; (nosotros) el hombre, ha tratado desesperadamente de crear certidumbres que, aunque muchas veces falsas, pudieran servir de soporte virtual a su vida. Certidumbres estas, que periódicamente a lo largo de la historia has sido ridiculizadas, señalando a los defensores de aquellas “certezas”: de la centralidad de la Tierra, de la aparición “espontánea” de la inteligencia, la superioridad de la raza, e incluso de una visión mecanicista de la realidad… y, aun así, frente al riesgo a hacer de nuevo el ridículo frente a sus semejantes, el hombre: las personas, siguen apostando por tener certidumbres. No obstante, y aunque se rodeen esas certidumbres de misterio, ritos o sacralidad, religiosa o científica, la realidad y el paso del tiempo, oportunamente y de forma impasible, se ocupa de poner en cuestión todo supuesto conocimiento: “nuestra vida vive siempre de una interpretación del universo y que, en consecuencia, toda crisis supone desprenderse de esa ubre que amamanta nuestra vida” —Ortega y G. palabras muy expresivas del propio ortega, que invitan a disponernos a aceptar otra perspectiva vital, y a ver en consecuencia otras cosas ateniéndonos a ellas. Pues la Ciencia no es gradual y acumulativa, lineal; sino que viene en ocasiones a ser arrollada por una serie de grandes cambios; cambios, a veces drásticos de "paradigma".
I
Las grandes revoluciones o grandes cambios, decía P Davis, tienden a asociarse con las grandes reestructuraciones de las perspectivas humanas (Davis, por supuesto, refería revoluciones tecnológicas y científicas). Copérnico, Darwin o el mismo Einstein son ejemplo de ello: nada de lo que argumentaron aquellos genios estuvo fuera del entendimiento de sus semejantes, que a poco de formación académica —aunque no estuviesen familiarizados con los estudios— entendieron, sino de forma compleja, si de forma general lo que aquellos genios con sus ideas les querían decir —no tanto quizá quiso citar las ecuaciones en el caso de Einstein—. Y ello es debido a que las personas, por ejemplo, en occidente, todas compartimos —aunque habrá excepciones— no solo la cultura, la capacidad intelectual y la formación, sino igualmente la percepción (los sentidos) y, por tanto, igualmente compartimos nuestra representación del mundo material. Razón por la cual, el razonamiento de cualquier persona formada intelectualmente, es capaz de acceder a los pensamientos y representaciones de aquellos singulares científicos, entendiendo —al menos generalmente—qué nos querían decir.
Sin embargo, durante el primer cuarto del siglo pasado, y prácticamente a la vez que Einstein desarrollaba su teoría de la relatividad y relatividad general —a vez que una nueva física que permitiría un mejor entendimiento del macrocosmos— de otro lado y casi al mismo tiempo, se desarrollaba otro nuevo concepto de la física revolucionario, un concepto que vendría a reformular los aspectos básicos de la realidad, enfocándose esta de un modo nuevo, distinto e inesperado, más próximo al misticismo que al materialismo. Hoy todos, aunque sea de un modo simple, creemos entender aquello que es la realidad: todos tenemos una idea de ella. Sin embargo, y no se asombren: la teoría cuántica (probada y demostrada en muchos de sus aspectos) está fuera de todo entendimiento y razonamiento al común de los mortales, siendo accesible solo a muy pocas personas. Ni siquiera aquellos con amplia formación científica en otros campos, y que pretenden afirmar entenderla, tiene luego ni siquiera una idea de lo que aquellas ecuaciones representan, implican o proponen. Pues hablamos de una realidad de Alicia en el país de las maravillas cuanto menos, y ajena por completo a nuestros sentidos (y, por tanto), hablamos de una realidad a la que no tenemos acceso (y, por tanto) que ni entendemos ni comprendemos por más vueltas que le demos, o explicaciones que nos vendan: en esencia su sentido está oculto ( incluso a los que lo observan), pues precisamente nuestros sentidos y percepción del mundo y la realidad, primero, y después nuestra capacidad de intelecto, e inteligencia y percepción no están a la altura que se precisa para acceder a esa realidad, en tanto refiero: entenderla. Y Tanto es así, que los físicos que trabajan en ella, en sus ecuaciones, la aceptan dentro de sus laboratorios, pero la rechazan fuera de ellos: en su vida cotidiana y mientras están con sus familias y amigos. No hablan siquiera de ella, más allá de las paredes y pizarras de sus laboratorios, teorizando sobre sus consecuencias en la realidad... y hacen bien, créanme, pues los tomaríamos por locos: más locos incluso que a aquellos que dicen ver marcianitos verdes sobre tapacubos de 5m de diámetros. De hecho, no creeríamos nada de lo que nos dijesen en relación con las implicaciones que tienen en la realidad dichas ecuaciones, por cierto correctas, y tanto es así, que incluso Einstein, primero bastante incrédulo y rechazándola (recordemos aquella frase: dios no juega a los dados) terminó después por aceptarla. Pero de esta nueva aventura física y aceleradores de partículas, un filósofo (perdón) o mejor digamos un pensador cualquiera, que levante la cabeza de sus propia cosas e intereses, y no importa si ajeno a esta nueva física o familiarizado amplia o vagamente con ella, y sus ecuaciones, de inmediato advierte un problema o, lo que podríamos llamar: el problema.
DE LA NATURALEZA /HOMBRE Y PROBLEMA
¿Cuál es el problema? En el momento en que nos preguntamos “cuál es el problema”, no hacemos otra cosa que reconocer la existencia de este en la propia pregunta: “Hay un problema”. Pero la pregunta, no solo prueba la existencia del problema, sino que igualmente no reconoce aquel. Luego si preguntamos a cualquier persona anónima cuál es el problema, con toda seguridad remitirán los propios: problemas que —y todos podemos comprobarlo— nunca terminan sean unos u otros y, que por naturaleza de la propia especie, irremediablemente, se proyectan como una pesadilla metafísica hacia todos los ámbitos de la existencia humana: política, educación, convivencia… Problema, que de forma paradójica, aún con todos avances en tecnología, salud y bienestar social no parecen solucionarse: el problema es antiguo como el hombre; y casi podríamos afirmar, no que el hombre tenga un problema sino que el mismo sea el problema; sumado esto, a que cada época deviene ya concretada por un campo de problematicidad, que es indisociable del campo de la racionalidad, existiendo un permanente desfase entre lo que el hombre es —y como se entiende a sí mismo en cada momento— y lo que luego se exige, y le exige la complejidad real de cada época (necesidad y contingencia). En relación a otras épocas, y generalizando, lo que cambia es el grado de lucidez de las personas, en tanto son capaces de reconocerse (lo que son) y luego de reconocer: todo lo demás.
En su emancipación (o intento ilustrado de emancipación de la naturaleza) el hombre participa, aun hoy (e implica con ello en su decisión) el destino del mundo que lo circunda y al que “domina” (o cree dominar en su ignorancia). Luego este dominio —o errar de la razón—, sobre la naturaleza incluye, en este caso sí: el dominio igualmente del hombre sobre otros hombres. Todo sujeto (individuo instrumentalizado y funcional dentro de la sociedad) debe tomar parte en el sojuzgamiento (dominio con violencia / negación de la naturaleza (mundo natural). Y a fin de realizar y conseguir esto, debe subyugar a la propia naturaleza igualmente dentro de sí mismo (controlar y someter los propios instintos); algo que solo será posible “al interiorizarlo" en un amor por (el deseo de control y poder), que son los medios (sociales) hacia lo que comúnmente se define como meta: la felicidad del individuo, representada esta en la salud y la riqueza, entendidas estas siempre, en su posibilidad funcional dentro de la sociedad. Siendo igualmente estas las condiciones favorables para la producción: intelectual y o material de unos y otros. Sin embargo: muchas de estas personas “felices” con poder “y con buenos médicos” y “riquezas” son las más inútiles (en el medio natural) y débiles frente a la naturaleza (alergias e intolerancia el calor o a las exigencias físicas en el medio natural: en sierras y montes al sol en verano o bajo la lluvia en invierno) que he podido conocer, y reconocer por un tiempo incluso en mi mismo: (como inútiles en el medio natural / en el que deben ser guiados, y del que de algún modo se les debe proteger). Esto lo entendemos hoy todos cuando vemos cuando al (excursionista / aventurero) le llevan la mochila y le dan de comer; o que para ver una pinturas rupestres en una sierra a una altura de no más de 550 metros y un desnivel de 200m se tenga que adecuar el acceso, cementándolo (a tipo de vía romana), para que esas personas sanas y felices (tanto jóvenes como de mediana edad) puedan recorrer una cuesta de no más de 15 minutos andando, sin que les dé un joenco, o se partan el culo al resbalar. Pero si queremos un ejemplo más claro de la del hombre civilizado (poderoso, sano y feliz), frente a la naturaleza silvestre y su indefensión al punto, de dirigirse hacia la luz (como una mosca al fluorescente) e incapaz de reconocer las sombras de aquella misma luz, hacia la que se dirige, este es el caso de Michael Rockefeller, desaparecido en las frondosas selvas de la costa sur de Nueva Guinea (al marcharse por su cuenta para estudiar una tribu) y que habría sido devorado por los caníbales, pudiendo formar parte de un ciclo de venganza "ojo por ojo” en un ciclo de represalias iniciado por una patrulla holandesa que asesino a unos indígenas). Caso parecido seria el del turista mordido por una víbora (Bothrops) arborícola, cuando este se acerca a fotografiar una flor llamativa, sin observar lo que le observa unos centímetros más arriba.
Semejante renuncia (a la propia naturaleza de los hombres, por si mismos) no solo nos lleva (consecuencias) a la indefensión y desconocimiento del medio (del que venimos y al que pertenecemos: no tenemos otro), sino que produce a la vez una racionalidad (irracional) respecto a los medios utilizados (cuando el humano es cosificado y utilizado como medio para los fines de otros humanos: esclavo del trabajo, fuerza de trabajo), e irracionalidad igualmente respecto al existir humano (enajenado de aquella su naturaleza y ser (de su lugar): apareciendo como un extraño en sí mismo, irreconocible a la naturaleza y al mundo al que pertenece), pero luego “reconocidos” de la sociedad y sus instituciones de las que llevan su sello (en tanto observamos en los individuos) esta discrepancia (lucha constante entre el ser y el no ser del hombre, como hombre (de alma paleolítica), contra sí mismo (contra el hombre/ producto del neolítico) hoy enfrentado a naturaleza de la que forma parte natural, pero de la que se excluye para después someterla: hacia su propio bienestar).Y cuya consecuencias, de tal despropósito, no es un trascender la naturaleza y menos aún una reconciliación con ella, sino la opresión manifiesta (en una angustia que no reconocemos como tal) de nuestra propia naturaleza (al haber sido despojados de esta), y que se muestra evidente; sobre todo, cuando al salir al campo nos distraemos y despistamos, sintiéndonos “perdidos” en ese lugar al que fuimos a encontrarnos). Recordando las palabras de Ignacio Martínez Mendizábal (Paleontólogo, Doctor en Biología y autor de numerosos artículos en las más prestigiosas revistas científicas del mundo) este vino a decir algo así: lo que la naturaleza ha hecho con nosotros a lo largo de miles de años, ha sido construir un ser dotado de alma paleolítica (mas instintiva), que de pronto se ha visto inmerso en el mundo del neolítico —el mundo de los organigramas (la moral, las leyes, etc...)— donde te enfrentas a lo que no existe (a las ideas y no a las cosas). En definitiva, lo que nos dice Ignacio, es que somos un alma paleolítica que vive, cuando no sobrevive, en el nuevo mundo neolítico, y que abandonando su sistema anterior, hoy sólo sabe comunicarse a través de símbolos formalizados (pero) que le son insuficientes, necesitando más códigos y canales (quizá aquellos de antaño). Y lo que es más grave: no advirtiendo la inmensa riqueza informacional (latente) existente en el medio ambiente, en las contradicciones, en el ruido, en los antagonismos que se buscan... ignorando el privilegio que supondría esta nueva comunicación formalizada, llevada de otra forma: digamos a la manera antigua; siendo incapaz de encontrar aquella música de fondo, capaz de acompasar la vida de otro modo: más paleolítico (natural) y menos crítico y añejo.
La expresión (escrita o hablada) se ha convertido igualmente en un instrumento usado por técnicos al servicio de la industria. Quien pretenda (escribir) ser escritor (o locutor) puede inscribirse en determinado colegio y aprender las numerosas combinaciones que pueden ser elaboradas de acuerdo con una lista de Posibilidades permitidas (de expresión). Antaño la aspiración del arte, la literatura y la filosofía consistía en expresar el sentido de las cosas y de la vida, en ser la voz de todo lo que es mudo, en prestar a la naturaleza un órgano para comunicar sus padecimientos o, como podríamos decir, en dar a la realidad su verdadero nombre. Sin embargo, en la edad de la razón formalizada se ha aniquilado la relación entre el hombre y la naturaleza que se ve privada de su lenguaje hacia las personas (por medio de nuestra consciencia de esta) y de las cosas (seres) que son frente a nosotros y podemos reconocer. De un lado, naturaleza se ha visto desprovista de todo sentido o valor interno para nosotros. No perdemos nuestro tiempo útil en visitarla y admirarla / le destinamos el tiempo que nos sobra, y las más de las veces para destrozarla. Por el otro, al hombre le quitaron todas las metas salvo la de auto conservación. El hombre intenta convertir todo lo que está a su alcance en un medio para ese fin (incluso a la misma naturaleza). Y, en medio de todo este desconcierto, cuando el hombre aún no ha salido por completo de las sombras ya quiere dominar la materia (sin entender la luz) con un escaso conocimiento y sentido de la propia realidad, pretendiendo acceder a esa otra, que no solo no percibimos, sino ignorando las consecuencias finales, de pretender de entrar a ésta a martillazos (CERN).
Por supuesto, existe una resistencia a causa de esta opresión. Pero Toda palabra, sentencia o acto que tenga otras implicaciones que la pragmática resulta sospechosa. Cuando a un hombre se le sugiere que admire una cosa, que respete un sentimiento o una actitud, que ame a una persona, animal o planta por ella misma, esto se le hace sospechoso de sentimentalismo y teme que pueden burlarse de él o tratar de venderle algo. Durante su larga historia el hombre ha alcanzado a veces un grado tal de libertad respecto a la presión inmediata de la naturaleza, que pudo ponerse a reflexionar sobre la naturaleza y la realidad, sin hacer con ello planes directos o indirectos para su auto conservación. Estas formas relativamente independientes del pensar que Aristóteles describe como contemplación, se cultivaban sobre todo en la filosofía. Entonces La filosofía aspiraba a una intelección que no había de servir a cálculos utilitarios, sino que debía estimular la comprensión de la naturaleza en sí y para sí. (...)
Pero hoy la indiferencia frente a la naturaleza constituye solo una variante de la actitud pragmática, que es típica de la civilización occidental en su totalidad, donde las formas son diferentes. El primitivo cazador de nutrias norteamericano veía en las llanuras o en las montañas únicamente la perspectiva de una buena caza; el hombre de negocios moderno ve en el paisaje una oportunidad favorable para la colocación de letreros de propaganda de cigarrillos, y los animales son considerados en este caso simplemente como obstáculo de tránsito. Esta representación del hombre como amo se remonta hasta los primeros capítulos del Génesis. Los pocos mandamientos que se encuentran en la Biblia en favor de los animales han sido interpretados por los pensadores religiosos más eminentes, como Pablo, Tomás de Aquino y Lutero, pero de modo tal que únicamente afectan la educación moral del hombre y no se refieren en absoluto a alguna obligación del hombre para con las demás criaturas. Sólo el alma del hombre puede salvarse; los animales únicamente tienen el derecho de sufrir. (...). En la metafísica tradicional (y teología) la naturaleza se concebía, en un sentido amplio como lo malo, y lo espiritual o lo sobrenatural como lo bueno.
En el darwinismo popular, lo bueno es lo (reconocido) bien adaptado y el valor de aquello a lo cual el organismo se adapta no se discute o se lo mide únicamente según la pauta de una adaptación subsiguiente. Luego, esto extrapolado se traduce en la sociedad: Estar bien adaptado “al medio” equivale sin embargo a estar en condiciones de poder enfrentarlo con éxito, de dominar las fuerzas que rodean a uno (tal como está implícita incluso en la enseñanza sobre las diversas formas de la vida orgánica, comprendido el hombre- significa en la práctica a menudo adherirse al principio del dominio constante y extremo del hombre sobre la naturaleza.
Luego considerar a la razón como un organismo natural (emancipado y adaptado) y reconocernos “racionales” no significa despojarla de la tendencia al dominio, ni le presta tampoco mayores posibilidades de reconciliarse con la naturaleza: pero como anticipaba krisnamurty, estar adaptado, siendo educado, estando considerado en una sociedad como la nuestra: enferma —con toda su miseria, brutalidad y conflictos— formando parte ella es, igualmente, estar enfermo. Pero además, es estar predispuesto a abandonarse por completo a su aviesa moral los unos y, sometidos a sus políticas y engaños los otros. Todo habrá de resumirse en servir; servir de un modo u otro al renovado Leviatán —el mismo que nos obliga y desangra— sea a través de consumismo, la dilapidación y codicia; o bien, ardiendo en la condenación de la servidumbre: esclavizados los unos por los otros, y lentamente consumidos, día tras otro por burócratas, banqueros, políticos, jueces, agencias gubernamentales, calificadoras, de crédito y, por todo aquello que en sí mismo consiente, se arrastra y presta alimentando, la falacia que perpetúa la angustia de esta terrible infamia. Crisis dicen: no hay crisis, sino en la conciencia, cuando esta ya no puede aceptar unas normas, aquellas mismas que en el pasado le dieron contingencia, y que únicamente sirven a los impulsos materiales de las personas: a intereses individuales que se tornarán siempre en contra de los otros —un problema que surge con los deseos y la naturaleza misma del hombre— generando así este conflicto, eterno, únicamente en el fin de acumular poder y riquezas. Una falacia dentro de otra falacia es... "una verdad". Luego, imponer esa verdad que está, sustentada en una falacia que está, dentro de otra es... "una infamia"
Las doctrinas que exaltan la naturaleza o el primitivismo a costa del espíritu, no favorecen la reconciliación con la naturaleza; por el contrario, expresan enfáticamente frialdad y ceguera frente a la naturaleza. Cada vez que hace deliberadamente de la naturaleza su principio, el hombre cumple una regresión hacia instintos primitivos. Los niños son crueles en sus reacciones miméticas, porque no comprenden realmente los sufrimientos de la naturaleza. Casi como los animales, se tratan a menudo mutuamente con frialdad y despreocupación, y sabemos que incluso las bestias gregarias se aíslan cuando están juntas, aunque el aislamiento individual puede comprobarse con mucha mayor frecuencia entre animales que no conviven y en grupos de animales de diversa especie. Sin embargo, todo esto ofrece hasta cierto punto un aspecto de inocencia. Los animales no piensan racionalmente y, en cierto sentido, tampoco los niños. Pero cuando los filósofos y los políticos renuncian a la razón, al capitular ante la realidad se produce una forma mucho más grave de regresión, que culmina en forma inevitable en una confusión entre verdad filosófica y auto conservación despiadada y guerra.
Para bien y para mal (afirma hockenheimer) somos los herederos de la Ilustración (y del progreso técnico: el era alemán). Bien, yo renuncio a mi herencia (caso de tenerla) de la ilustración alemana y a al absurdo idealismo de Kant (y a su filosofía mediante ideas, a favor de una filosofía de la realidad: observando y viviendo la realidad y reaccionando a esta por la propia experiencia). Observar la naturaleza, respetarla, no es una regresión a etapas primitivas de la humanidad, sin embargo, reconsiderar la ilustración es un paliativo (que no soluciona y más nos retrasa) frente a crisis permanente que han provocado la razón iluminista. El único modo de socorrer a la naturaleza no consiste en liberar de sus cadenas a su aparente adversario (es reconocernos nosotros de esa misma naturaleza a la que sometemos y aniquilamos).
EL NUEVO SER HUMANO
La cuestión ahora sería ¿cuánto falta para el advenimiento de ese nuevo ser humano? Un ser humano que haya sustituido la conciencia moral por una conciencia más universal. «A menudo he planteado la hipótesis de que en el último término la física no precisará un enunciado matemático, que al final se revelará el mecanismo, y que las leyes resultaron ser sencillas, como el tablero de ajedrez con todas sus complejidades aparentes» Richard P. Feynman (1918-1988)
Pensemos ahora en aquel humano que mostrase una percepción distinta de la realidad. Los científicos se basan en una serie de hallazgos recientes sobre la biología de la visión del color. Sabemos que hay quienes ven más colores, pero desconocemos si ven más allá de los colores: por ejemplo algunos tipos de radiación. Por tanto hablaríamos de una recepción (sin más notas) y propiciada a algún fin por (instrucciones – código), y nunca aleatorio. De este modo, El sistema nervioso, el circuito neuronal, debería adaptarse, tomarían su tiempo a unas nuevas capacidades, y en generar igualmente nuevas conexiones, luego discriminar e interpretar y registrar correctamente las impresiones para disfrutar/ probar de una experiencia visual y sensorial diferente, seguramente más rica, completa y compleja que la común de todos nosotros. Sin embargo, y al tratarse de representaciones de una realidad subjetiva: algo, que solo percibe (en principio entiendo) quien lo ve —científicamente indemostrable—,a primera vista no parecería tener ninguna utilidad mas allá (en tanto a más colores) si no eres un pintor, y tienes más clientes como tú que aprecien el detalle, en lo que aparentemente el resto de personas no encontrarán ninguna diferencia o utilidad. Posiblemente de hablar con alguien al respecto este le aconsejaría ir al médico, y su médico lo enviará al oftalmólogo, que al explorar y comprobar, de haberlas, las sutiles o importantes alteraciones en los ojos (de ser perceptibles), determinaría que todo podría tratarse como un trastorno, no sería la primera vez: término con el que las personas nombran algo, cuando no lo entienden útil a las necesidades del individuo, en la sociedad: una sociedad por cierto, chata, enferma y miope. Frente a aquel diagnóstico tan ingenuo, posiblemente esta persona no hablaría del total de las percepciones, y todo quedará en saber que ve muchos colores para los demás (científicos: como así ocurre), además luego de cargar con el estigma de una alteración o mutación genética, con las consecuencias sociales que ese nombre implica.
Pero es que un académico, sentado en su sillón de cuero, de aquellos que además consideran buenas la mutaciones, teniendo la teoría de la evolución como correcta, paradójicamente, no vería un ojo más evolucionado que el suyo, así lo encontrase en una caja de regalo y con una nota explícita en siete idiomas, luces de colores…y un audio repetido en bucle que afirmara: "este ojo es diferente y mejor que el tuyo”. Para una existencia útil de la ciencia es necesario, cabezas que no acepten que la naturaleza debe seguir ciertas condiciones preconcebidas.” R. Feynman. Lamentablemente, y esto es un hecho, la ciencia, los laboratorios y los científicos que trabajan en ellos, no buscan ni trabajan en observar mejoras físicas en las personas (algún tipo de evolución) que perfeccionen la condición natural de estas, ni por lo tanto promoviendo formas de vivir que animen a cambios profundos en la naturaleza de las mismas personas. Si no, que como consecuencia de un capitalismo asfixiante, el amor al dinero, el reconocimiento social, y la presión de farmacéuticas, así como el control que ejerce en el medio social, trabajan en mejoras físicas, sino en mejoras tecnológicas que mejoren artificialmente la condición física y la vida de las personas. La ciencia, aportándonos tanto y siendo indispensable para nuestra vida y nuestro pensamiento, nos es, en cierto sentido, más extraña que la filosofía. Cumple un fin más objetivo, es decir, más fuera de nosotros: es en el fondo, cosa de economía. M. de Unamuno.
La ciencia nos puede aliviar, ayudándonos y transportarnos de un lugar u otro de la ciudad, o la tierra, incluso nos puede ayudar viajar a la luna (viajar), pero la ciencia no nos llevará a ninguna parte como especie, y eso es seguro. Pues una especie que teme al sol (ni reconoce a sus semejantes, otras especies, en la tierra), esta incapacitada para mirar a las estrellas. Una especie que mira a través (detrás) de objetos o instrumentos escondiéndose, como quien encubre y barrunta una oculta voluntad, huyendo de ser mirado a los ojos por aquello mismo que él mira, es una especie enferma y cobarde, que jamás alcanzará nada por sí misma. No, si no se da una revolución —evolución— mental y física, en esa dirección, por encima de cualquier avance tecnológico. Nadie va a ir a ningún sitio fuera de este planeta, al contrario, creo que en poco tiempo muchos estaremos (perdón) estarán dentro de esa otra realidad: esa realidad, donde mórbidos, y en el sillón de casa, navegamos con gafas absurdas hacia la privación sensorial voluntaria y un paradigma, en el que habrá personas en la tierra que en poco tiempo no reconocerán la realidad frente a sus propios ojos: ni los colores o las formas reales de este mundo.
Las personas vemos cómo se mueven las hojas de un árbol, las olas; sentimos el viento, la lluvia, el calor del fuego, la electricidad del rayo: nuestros sentidos, todos, están adaptados a reconocer la realidad dentro de las particularidades físicas que se dan en la tierra, donde hemos evolucionado a la par que ella y el medio ambiente en el que nos desenvolvemos. Sin embargo, ahora, cuando nos aislamos cada vez más de la propia tierra, y casi no la soportamos, pretendemos salir a otro medio: el espacio, más ajeno y violento. Pretendemos viajar a las estrellas, cuando si miramos en la profundidad de la noche, solo vemos oscuridad y nada más. Es cierto que los aparatos tecnológicos detectan otras cosas, pero se trata de que si el cuerpo físico, los sentidos no detectan nada es porque ese medio nos es del todo ajeno y hostil: no reconociendo en este nada, mucho menos el peligro: como el tipo que penetra la selva por primera vez, y no percibe la víbora entre las hojas. Queremos ir al espacio cuando observamos que no toleramos ni 15 grados más de radiación, expuestos a ella en la tierra, y lo cierto es que cada vez toleramos menos, pues nos escondemos del sol, nos asusta, y en el espacio: todo es radiación. (El sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas (MoMo), elaborado por el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), estima que en España se han producido algo más de 4.700 muertes relacionadas con el exceso de temperatura entre finales de abril y finales de agosto.(1 sept 2022).
Luego el sol lleva tiempo avisando de cambios, no sabemos si drásticos. ¿Cambio climático? — nos dicen; o cambio de ciclo solar. El Sol atraviesa períodos de gran actividad regularmente, que pueden provocar que vierta al espacio una cantidad de energía superior a la habitual. Actualmente, se encuentra atravesando el ciclo solar 25, una etapa de alta actividad que, según los astrónomos (cuidado), alcanzará su pico máximo a mediados de 2025. Cada una de estas etapas dura habitualmente entre 9 y 13 años, y suelen dar paso a fases caracterizadas por una actividad notablemente menor. Pero lo cierto, es que este ciclo puede encontrarse dentro de un ciclo mayor: de calentamiento e igualmente, de radiación que llega a la tierra; como atestigua (primero) que desde hace 80 años, la temperatura y la radiación que llega a la tierra es significativamente mayor, como advertimos los alpinistas, en los refugios donde vemos fotos del principio y mediados de siglo pasado, o anterior observando el retroceso dramático e imparable de los glaciares, y (segundo) Según este informe que leo del 10 jun 2020, los casos anuales de melanoma, el cáncer de piel con peor pronóstico, aumentaron casi un 50 por ciento en la última década, situándose en 287.723 diagnósticos al año en el mundo. No solo nos aterroriza el sol: ya no soportamos ni las condiciones de nuestro planeta (al habernos aislado progresivamente), y de las que nos tenemos que aislar (ahora obligatoriamente) bajo una sombra o un ungüento cuando se tensan un poco las condiciones, pero queremos viajar a las estrellas. Pero la realidad, la única realidad, es que la gente hoy no mira al cielo con sus ojos, desde hace siglos no lo hace, ni siquiera los científicos: los astrónomos —ellos menos aún— ebrios de tecnología y pájaros en la cabeza. Siendo, el espacio, un entorno extraño y hostil a ojos desnudos del hombre de hoy, no entendiendo o reconociendo nada de lo que hay en él, si no lo ve del otro lado de una lente: nuestros sentidos, cada generación están más atrofiados, no perciben la radiación, la luz o el tejido mismo del espacio (cuando los cruza la luz)... "La tecnología nos salvará" —dicen. La tecnología nos atrofiará y destruirá, y para cuando un humano alcance siguiera a pretender salir del sistema solar, los humanos ya no aguantarán ni 10 minutos en la playa; y que dios ayude a quien pretenda salir..
Pero Max, ya descubrió el desfase existente, entre lo que los hombres piensan, y lo que luego hacen: esa matriz social del autoengaño. M Foucault, escribió: el primer libro de Max (el capital); el nacimiento de la tragedia (Nietzsche); y la interpretación de los sueños (Freud) nos obligaban a interpretarnos a nosotros mismos. Pero la cuestión es... interpretarnos, ¿cómo? Cuando luego resulta entonces aquella paradoja: "donde todo es interpretación ya no hay nada que interpretar" — (Paniker). Si bien, como apunta el filósofo: esta Nada (surgida) es justamente lo que ahora más nos importa, y nos debe importar, pues esta Nada permite dar un paso más en el arriesgado proceso de la lucidez (encerrados en la consciencia de nuestros límites: nuestros límites estallan). Alcanzamos una consciencia pos-crítica. Y de ahí, luego como una supernova cabe estallar: en una apertura hacia la experiencia pura. Seamos coherentes: la humanidad no va camino de alcanzar las estrellas; no va camino del tránsito hacia un ser humano-espacial: esta humanidad, no va a ningún sitio, a ninguna parte, si no nos movemos.
Nuestras mentes, cuerpos y sentidos evolucionan ahora dentro de medio artificial (social de no exposición ( ni al medio ni a los virus) / medio anti-evolutivo), de ahí la necesidad de tanta tecnología y el autoengaño consentido y promovido de que esta tecnología servirá a la conquista de las estrellas, y eliminación de nuestros males, cuando de facto, sirve para tenernos atados en los sillones, propiciando aquellos males, que ella luego soluciona (catarros que casi matan (por aislamiento y falta de exposición al medio natural); pues nos encontramos dentro de un sistema artificial y complejo de producción y consumo ( instrumentalizado), una maquinaria social —que manipula hasta lo inimaginable estímulos irracionales de nuestra mente— de la que somos parte importante y esencial de su engranaje productivo.
Nadie, irá a ningún lugar, créanme, al menos, a ningún lugar donde no llegue el wifi, Netflix, aire acondicionado y haya un Mc. Donald o un Burriquin no demasiado lejos. Luego, la ingenuidad que muestra algunos astrónomos al mirar a través de un telescopio o hablar de la conquista del espacio, es solo es comparable a la mía cuando de niño, creía en los reyes magos. Y, lo más curioso: mientras tanto, los físicos callan, y lo hacen para no hacer llorar a los niños, del mismo modo como un padre no diría a sus hijos que Papá Noel no existe; o, que todo lo que ven y creen cambiará, así como su entendimiento, con tan solo un leve cambio en la percepción de la realidad, que les está siendo amputada. Cuando esto suceda: si no está sucediendo ya.
EL SENTIDO DE LA VID
No sé cuántas veces he escuchado la pregunta: legítima en todo caso, pues la curiosidad es innata de las personas, como innato en las personas lo es también, por ser personas, la estupidez: esta última como el infinito, radiante y en todas direcciones y sin encontrar sus propios límites. Mi pregunta, a quienes aventuran alguna respuesta compleja a la cuestión, sería: cómo se puede dar sentido a algo, explicarlo por entero, sin encontrar antes el sentido a aquello que lo contiene. Pues, cualquier respuesta al contenido, consecuencia, sin responder antes a la cuestión del continente (aquello que la causa o contiene) sería una visión particular y sesgada: subjetiva. Sin valor alguno en términos absolutos, aunque exista siempre quién encuentre valor práctico: circunstancial y relativo en la respuesta dentro de un ámbito circunscrito: algo así, como explicar la leche a un niño, sin explicarle, o este entendiese antes qué es la vaca. Una respuesta en todo caso y justificada únicamente en el hecho en servir a algún tipo utilitarismo (social), a veces prosaico y ramplón, propio más de un vendedor de ungüentos que de un investigador o científico. Una respuesta, en todo caso, que nos hunde y ancla aún más en la oscuridad en la que vivimos, al invitarnos a no seguir nuestro camino, nuestra búsqueda de una verdad: la revelación de esta.
«Es una gran aventura contemplar el universo más allá del hombre, pensar en lo que significa sin el hombre: como fue durante la mayor parte de su larga historia, y cómo es en la gran mayoría de lugares, cuando se alcanza finalmente esta opinión , o visión objetiva, y se aprecia el misterio y la majestad de la materia, volver entonces el ojo objetivo de nuevo al hombre considerado como materia, ver la vida como parte del misterio universal de la mayor profundidad, es sentir una experiencia que rara vez se describe. Por lo general termina en risa, placer en la futilidad de intentar comprender. Estas opiniones científicas terminan en asombro y misterio, perdidas en los confines de la incertidumbre, pero parecen ser tan profundas e que la idea de que todo está dispuesto simplemente como un escenario para que Dios contemple la lucha del hombre, por el bien y el mal, parece ser inadecuada y casi absurda.» Richard P. Feynman (1918-1988)
Entonces, al preguntarnos por el sentido de la vida, en el universo, deberíamos preguntarnos primero, por el sentido o razón del universo. Pues Bien ¿tiene algún sentido el universo? quiero decir: Tiene una razón de ser, más allá de ser (pues si una cosa sucede en este —siendo consecuencia o causa— en este caso "la vida", esta será entonces causa primera, que literalmente explicara la existencia de la cosa que la propicia. (No creemos conocer algo si antes no hemos establecido en cada caso el «por qué», lo cual significa captar la causa primera. Aristóteles, Física, II, 3 (Gredos, Madrid 1995, p. 140)).
Así, a partir de lo evidente probable: de lo que vemos, sentimos y por nosotros mismos comprobamos y razonamos, no de lo que sentimos, pensamos o deducimos e interpretamos a partir de otro tipo de sensaciones o creencias —de las matemáticas ni las ecuaciones— deducimos, razonando que: Por supuesto, el universo tiene sentido, de lo contrario no estaríamos haciéndonos esta pregunta. Así pues, la razón (o razón suficiente) del universo —o al menos una de sus razones— sería la vida en sí misma y consecuentemente luego “la consciencia”: prueba de ello "nosotros": una vida consciente. Resultado último esta (?), de una materia en evolución a lo largo de miles de millones de años, dentro de un sistema cambiante, al que llamamos universo. Donde parece lógico, además, que el universo, ahora consciente (entendemos, o entendamos al menos en nosotros) —como consecuencia última—y que pretenda luego de mirarse y observarse con sus propios ojos, explicarse y entenderse por completo a sí mismo. Y sin embargo, sí, parece ya mucho, pero acaso se trata de eso tan solo.
Recordemos cuando antes, muy atrás en el tiempo, en el universo no ocurría nada, era un lugar tranquilo y sin cambios, hasta que todo cambio dramáticamente y el universo — aquel lugar donde no ocurría nada relevante— se tornó cambiante. Surgieron luz, átomos, moléculas, estrellas, planetas, galaxias… evolucionando a todos los niveles, físicos y químicos hasta que algo ocurre: la homeostasis, donde parte de esa materia, de ese universo, decide (diríamos hasta que conscientemente) no seguir el ritmo, y aislarse: surge entonces la membrana: la vida; sin embargo, uno no puede aislarse completamente del entorno —más aún en ese entorno de cambios violentos, viéndose obligado a evolucionar— utilizando entonces su membrana no tanto como aislante, como para estar en contacto (conectarse, a modo digamos de antena, para la recepción de información útil) con el resto y poder adaptarse al entorno cambiante: convirtiéndose (por recepción y añadiendo información) entonces a su sistema experto: un sistema que consume energía y produce información Una información que difiere de las demás, pues es una información de un sistema experto, que aprende, (y recibe información por la misma membrana (antena), y se adapta y diversifica hasta que una parte de esa vida y del universo es consciente de ese proceso. Se diría, así, simplificando, que la vida tenía como objetivo esta finalidad; la consciencia: y que por esta consciencia, yo me lo pueda explicar y explicar que sea, soy consciente de ello. Entender que me alimento para sobrevivir de lo externo, que es información, que luego utilizó para producir información. Que por la membrana, una especie recibe de otra aquello que otra la puede ayudar, eso entiendo. Que solo… no soy nada: si no doy, si no recibo.
Así, es la propia pregunta al cuestionarnos nosotros por el universo, al preguntarse el universo y por sí mismo (a través de nosotros), la que da sentido a la misma pregunta y al universo a la vez. Decir vida y universo es por tanto, decir en esencia lo mismo. Preguntarse por el sentido de lo uno - la vida, es preguntarse igualmente, a la vez que le damos sentido a lo otro - el universo. ¿Por qué una estrella? ¿Por qué un planeta? Nadie se pregunta por el sentido de un planeta, tal; entendemos, es consecuencia de un orden, y de un propósito en el cosmos —orden y propósito que aún no entendemos del todo— como parte de la evolución de la materia, la misma que desemboca en la vida y luego medrará hasta, si se dan las circunstancias favorables, en la consciencia. Y he aquí, donde las preguntas de nuevo equivocan el sentido en tanto al preguntar, por esta maravilla llamada “consciencia”.
Mente, consciencia y cosmos
Es posible, según muestran algunos ensayos y experimentos, que la realidad, o buena parte de ella, no exista: o mejor dicho, no se muestre tal es, si no está siendo observada. Quizá cuestionada, si no le preguntamos, más allá de preguntarnos. Por tanto, podría afirmarse que el observador conecta, y afecta a lo observado, no tanto al observar (pasivamente), sino al preguntarle directamente a realidad. De modo que: "Cuando se mide el comportamiento de una partícula por medio de la observación, se está influyendo sobre su estado natural" pero quizá, al preguntarnos, o preguntar a esa partícula directamente, esta influya igual y directamente sobre el nuestro. Pero, Ay, de lo que guarde nuestro corazón entonces, y abierto a quien observamos. (Quid pro quo) hermano. 'algo a cambio de algo' (intercambio de información: la antena, recuerdan) si afectamos siempre es en dos direcciones: dime qué quieres de mí, y te diré quién eres. Y Eso hemos estado haciendo, en la física, biología, astronomía… diciendo al universo quienes somos… y ahora ¿qué?, hermano. Esta idea no es nueva: en tanto a que el universo es indisociable de la vida mental de los seres que lo habitan.
Recuerdo un artículo de David J. Chalmers —uno de los mayores científicos en su campo, al menos entonces 2001— donde se preguntaba por la consciencia: “La mente consciente, nos dice David J. Chalmers, nos es, a la vez lo más familiar y lo más misterioso del mundo. Nada hay que conozcamos de forma más directa y, sin embargo, nada más complicado que ella”. Parecería así que quisiera entenderla, y de nuevo, nos preguntamos por la leche, antes que por la vaca, y aquello que la contiene: el universo. Este es un error muy generalizado en los científicos (los payasos del circo mundial): cuando la respuesta a su pregunta está respondida desde hace milenios: la consciencia, más allá de lo que pretendamos que és, existe para que los seres vivos que la poseen, la utilicen (siendo esta el fruto más extraordinario de la vida): un poder, una luz que alumbra en esta parte pequeña del universo, y permite a éste reconocerse a sí mismo, justo cuando la especie elegida deja de mirar al suelo y dirige su vista a lo profundo, a las estrellas. Así, la cuestión no debería ser tanto ¿qué es la consciencia? sino, qué hacer con ella, como darle una utilidad significativa y positiva. Quizá, en este sentido ayudaría aquella simplicidad de nuestros antepasados, pongamos hace, 2.000.000 de años, cuando comían la banana del árbol, sin cuestionarse, por qué estaba ahí, o, por qué el bananero daba bananas. Ellos, sabían qué hacer con la banana, tenían claro para qué les servía: la comían, eso bastaba; pero, bastaba no solo para seguir adelante con sus vidas, sino igualmente sirvió a la especie para evolucionar (y digo evolucionar, no saciar su curiosidad como una especie sobre otra) como todos podemos comprobar en nosotros mismos, si es que podemos llamarnos evolucionados. Por tanto, quizá pueda, en estos tiempos cientificistas ayudarnos a ver las cosas más claras, la actitud de aquel sencillo homínido: que sin necesidad de perder el tiempo pensando en lo que es algo (la banana / la consciencia) daba buen uso a esta, que tiempo habrá y tendremos de entenderla, si llegamos a ello. Pues, desde que aquel primo lejano cogiese las bananas del árbol, dándole una correcta utilidad y servicio, parece que nos hubiésemos atascado, en algún momento, no habiendo aprendido demasiado, algunos dirían: incluso nada. La metáfora sería, la humanidad murió de hambre mirando la banana, a punto de averiguar qué era y cuántos átomos la constituían, sin darle previa utilidad a lo que servía. Comerla!
Antes de comenzar a escribir estos textos —las entradas que componen este nueva serie que aún no tiene un título— me quise aislar del (del mundo, aunque en muchos sentidos ya lo estaba, y si me faltaba algo por aislarme por completo, estos escritos, terminaron por concluirlo). La razón para aislarme, era mantener el ruido a unos niveles aceptables para mí, pues, y esto es importante: anularlo por completo no solo es imposible, además, de poco aconsejable, pues no sería la primera vez, que disimulada en eso llamamos ruido, existe oculta una señal esperando ser revelada. Recuerdo, y solo por poner un ejemplo, a aquellos dos ingenieros (radio-astrónomos para más señas) que trabajando para la compañía telefónica estadounidense ATT, y mientras trataban de entender la fuente de un ruido que aparecía en sus receptores de radio, paradójicamente, y de forma casual descubrieron lo que fue finalmente reconocido como la radiación a 3 K del fondo cosmológico (una señal predicha teóricamente a finales de los años cuarenta) y que a la postre, les hizo merecedores del premio Nobel de Física, en 1978), siendo este ejemplo extrapolable a todos nosotros, en cualquier ámbito de nuestras vidas. Lo que quiero decir, es que la televisión, y el teléfono celular (aquello más disruptivo) fue a parar a una caja. Me quedé con una pequeña radio —para no ser el último en enterarme si se acababa el mundo—, luego cambie el sol del mediodía por la noche y las estrellas: esas mismas estrellas que me acompañan desde muy joven lo largo de mi vida allá donde quiera que esté, esto fue lo que permaneció a mi alrededor, además, del lucero al amanecer que me daba los buenos días cada mañana.
Luego, y como es pertinente cuando se abordan determinados temas, precisaba desde otro enfoque más atrevido, liberándome de las ataduras y cargas con las que esa misma razón se aferra a aquello que llamamos realidad. Recursos estos que, por cierto, ya nuestros antepasados manejaban en tiempos antediluvianos, y que todavía en algunos lugares son esgrimidos por algunos individuos. Algunas personas llamarían hoy a esto “acomodar la mente”, aunque tiene otros nombres: pero no se confundan... Pues he escuchado acerca de personas — refiero personas que escriben, sobre todo—, y que se alejan del lugar donde tienen la residencia, de las ciudades y de las personas que conocen y aman “perdiéndose” muchas veces a una casa apartada en el campo o bosque (es un ejemplo), “en un intento de desconectar”—dicen, buscando aislarse físicamente y mentalmente del ruido inarticulado de las calles de las ciudades, o de la propia la casa, y familia, en definitiva: un alejarse de todo aquello que les molesta, o pudiera molestarlos en los pensamientos de su escritura. Pero se diría, poco más o menos, que resulta un ejercicio —parecido en su finalidad— a lo que hacemos otros sin salir a veces de la ciudad, ni de nuestra casa: centrándonos (disponiéndonos) al acto, de pensar, y acercándonos mentalmente a aquello que vamos a tratar… no alejándonos de lo que nos molesta, sino penetrando lo que no interesa.
Solo comentar, en este sentido, y por si sirve de algo, que me parece innecesario, y absurdo huir de un lugar, pensando que otro será mejor para pensar y escribir lo pensado, al menos cuando se trata de una persona normal, entiéndase normal: sin problemas añadidos y en paz consigo misma y los demás, qué sabe quién es y cree saber lo que quiere. Huir nunca soluciono los problemas personales a nadie, tampoco de concentración. Camus, por ejemplo, pensó buena parte de su filosofía viendo partidos de fútbol, entre el bullicio de la gente en las gradas del campo de fútbol, donde relacionaba el juego sobre el terreno, con los avatares de la vida misma, para luego redactar en su apartamento en un barrio agitado de París, aquello sorprendente para muchos: “lo que finalmente sé con mayor certeza respecto a la moral y a las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”. Otros como Sartré paseaban por la ciudad, igualmente París, donde encontraron inspiración en lo cotidiano, muchas veces confrontando con los demás. Ambos hicieron, junto a otros, de París aquella capital mundial de la razón; y aunque muchos no lo crean, en París, pero incluso en cualquier otra ciudad se puede pensar y escribir: todavía. Tanto fue así, que sobre aquella orilla del Sena (en la Ribe Gauche) en los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo XX, tuvo lugar una eclosión cultural sin igual, que situó a la capital francesa a la vanguardia del mundo de las ideas. Visto de este modo: la ciudad y el ruido, parece incluso el lugar perfecto para el ejercicio intelectual.
Pero, no solo, no es necesario salir de la ciudad para pensar, escribir o aislarse del ruido, incluso del mundo. Los hay, yo me considero entre ellos, que trabajan cada día en sus patios sobre un pequeño árbol u otras plantas durante horas —patios que son puerta a otro paradigma— sumergiéndote, y entrando en contacto con los habitantes de ese cosmos de naturaleza distinta y extraña a la nuestra: un cosmos gobernado por unos habitantes serenos y silenciosos, sin que se tenga que abandonar físicamente, mudándose, del lugar en el que viven. Por lo que intuyo que estas personas necesitadas de alejarse de todo para pensar o escribir, no solo tienen un problema, sino que igualmente no lo saben identificar: razón por la cual, cuanto más necesidad tienen de apartarse de algo y de los demás para liberar su mente, más parece que les cuesta conseguirlo. Siendo aquel esfuerzo: como si el cuadrado de la distancia a recorrer para alejarse, fuese proporcional a la ansiedad que les causa el mundo, y que debiera ser hallado, multiplicada por quién sabe cuántas otras variables. Pues se diría que andan más, no tanto alejándose del mundo, como en busca de algo que ni ellos mismos saben muy bien qué es, ni dónde está.
A veces encuentro interesante escribir con un lápiz: tengo cientos de hojas garabateadas a mano. Cuando escribes a mano, todo va más lento. Debe ir más lento, el viaje se hace despacio. Es casi una ley no escrita —como para mí escribir por la noche, de madrugada— pues de otro modo, terminaríamos con cientos de correcciones y apuntes a otras páginas, terminando en un laberinto indescifrable. Pero en esta ocasión no había prisa; y nunca debe haberla cuando escudriñamos en busca de algo importante e iniciamos un caminar, transitar la sombra para hallar de ella su luz.Y quizá —y esto lo digo por propia experiencia—, estar en medio de la naturaleza, en una casita en Los Picos de Europa o Pirineos, apartada en el bosque, no sea el mejor lugar para atrapar otra verdad que no sea la que allí mismo se encuentre bajo las estrellas, y menos aún si vamos con nuestras propias expectativas e ideas. Me explicaré.
Resulta ya a primera vista paradójico, que alguien vaya a la montaña o al campo, entendemos: a zambullirse en la naturaleza, precisamente a escribir sobre algo distinto a ésta, y que está en su cabeza. No me atrevo siquiera a decir que se pueda ir a pensar en medio de un bosque agitado o sobre cumbres nevadas y pensar en algo más allá del bosque y sus sonidos y en la visión de esas mismas cumbres nevadas: en lo que vemos. Pero, es cierto, los hay que van a la naturaleza a pensarse, o pensar “otras cosas”. Pero tener que pensar, obligarnos a pensar en algo (por ejemplo en una novela o ensayo, en el campo) implica tener que hacerlo ya sobre algo, ese algo que nos privará tomando nuestra mente por largo tiempo, ocupando y cerrando ésta a cuanto fuera acontece a nuestro alrededor: anulándonos como observadores del medio, cuando por el contrario, en la naturaleza deberíamos mantener la mente libre y relajada, abierta y dejando todo fluir a través de los sentidos a la espera de deslumbrarnos con las emociones que resultan de aventurarnos a los sonidos, olores, sabores y a todas aquellas impresiones que de los sentidos devienen expuestos al entorno natural.
Pienso que vida es el regalo que Dios nos hace (entiéndase como se quiera) siempre más allá de nuestro vago entendimiento; luego es la forma en que vivas y sientas, ese, es el regalo o desprecio que le haces a Dios, a la vida, la tierra y a ti mismo — más o menos así lo decía Miguel Ángelo. Y si lo pensamos detenidamente, ¿quién va a un museo de arte a pensar o escribir? Nadie. Las personas visitan un museo buscando que les vibre con fuerza, palpitando su corazón, buscando esa reacción, emoción, que surge ante la acumulación de belleza y la exuberancia del goce estético. Y aun así, entiendan: “la mejor obra de arte no sería más que la sombra de la perfección que encontramos en todo aquello que nos muestra la naturaleza”. Y, dicho esto, la pregunta sería: ¿quién va a la montaña a escribir?; ¿quién puede en un bosque en otoño pensar en otra cosa que no sea lo que tiene ante sus ojos?; ¿quién puede apartar la vista de una mariposa que se posa frente a ti?; o dejar de mirar Acturus —el guardián de la osa— en verano; o Aldebarán —el ojo del toro— en otoño.
Pero siempre hay un problema: el miedo, en ocasiones, incluso la vergüenza. Las personas tenemos excesivo miedo a todo: a la luz del sol, al frío, al calor, al viento, incluso a nosotros mismos, a nuestros semejantes y a la vida misma. Si algo supera nuestros márgenes de tolerancia o entendimiento nos sentimos amenazados e inquietos: desconfiamos. El desasosiego nos desborda. Vivimos felices y concertadamente en orden, en nuestras ciudades o villas, y nos trastorna —cuando no aterra— el desorden que anticipamos fuera de estas. Es por ello que algunos acampan en tiendas con colchones inflables, almohadas, ventiladores a pilas y baterías para el móvil. Lo cierto es que amamos la naturaleza por el día, tanto como nos aterroriza quedarnos abandonados a ella por la noche. Y sin embargo, pretendemos luego una visión —un orden planetario y universal— que solo tiene cabida en nuestra imaginación; pues fuera de esta (imaginación) no somos capaces ni de mirar, asomándonos a la realidad; y lo peor es no reconocer —y ni siquiera comprender— que si todo ahí fuera, cuando miramos nos parece amenazante y un “caos”, quizá.., y posiblemente, sea porque se trate de un tipo distinto de orden, pero entender que la convivencia entre orden y caos es posible, cuando el caos deja de parecer caos, cuando se establece una convivencia o relación entre órdenes distintos. Caminar, conscientemente bajo el sol, pensando en él y dejándonos acariciar la piel es un primer paso (fue mi primer paso). Liberarnos de nuestras cadenas el siguiente, hacia un cambio que nos sumerja dulcemente en el “caos”, asomando la cabeza a aquello que tanto nos asusta. Pues el caos es— igualmente origen—aquello único que hace y hará posible el cambio. Nuestro cambio.
Al final, reducido y sometido a breve análisis vemos personas que salen huyendo de una casa en un lugar / para meterse en otra casa en un lugar distinto, y seguir huyendo (incluso allí) del medio natural donde se encuentran: huyendo, siempre “de lo que hay fuera”; se diría incluso que angustiados —estos de los que hablamos— por una naturaleza que no entienden, cuando de lo que se trata, es precisamente de instruirse a vivir y sentir la intemperie; acostumbrarse de nuevo al caos que supone nuestros sentidos expuestos —sin anestesia— a las experienci... entendamos que hablamos de experiencias puras.
Sin embargo, y esto es un hecho manifiesto, las personas viven y ven la realidad a través de sus propios filtros, como si de unas unas gafas de sol se tratase; personas que ven el mundo a través siempre de algo: de pantallas de televisión, ordenadores, teléfonos y tabletas, y viendo las cosas según la apariencia , y no solo refiero la apariencia propia de estas, sino de cómo luego estas se nos muestran, o nos las muestran. De ahí que luego temamos la realidad y la misma naturaleza que casi no reconocemos. Pensemos, que muchas veces sabemos de las cosas no por propia experiencia, sino por lo que unos y otros nos cuentan o muestran, nos dicen o refieren de ellas; sobre todo hoy: a partir de los medios de comunicación e información, escuelas y universidades. Pero amigos cuidaos de los que enarbolan la verdad: porque del primero al último les mueven los propios intereses, cuando no son estos intereses subordinados a otros ajenos y por ello, normalmente, practicando el engaño. (Las mascaras de la tragedia).
En tanto a nuestro aislamiento de la naturaleza no es evidente, no lo parece; o parece que no nos lo parece ( lo ignoramos: pero igualmente se siente), y se percibe a primera vista, es manifiesto cuando hablamos de aquellas casas abiertas al exterior,com amplios ventanales y vistas a amplios jardines (a través de cristales) pero... , luego cuando estás en el exterior, en el jardín, te metes de inmediato en casa a la mínima de viento, lluvia o calor. Sobre todo y esto es lo paradójico, si se trata de esas mismas casas abiertas, de amplios ventanales, de luz y vistas a amplios jardines en el exterior.
El siglo XXI será el siglo de un pensamiento espiritual, nos dicen. En todo caso será otro siglo, donde igualmente hay que pensar. La filosofía quiere (y necesita) reconocer nuevas formas de pensar y a ellas deberá otorgar un espacio. En España ha habido interés en la integración de otras formas de pensar (mas espirituales) pero no siempre se ha contando con tradiciones más allá de las propias del cristianismo y de la teología occidental. No faltan ejemplos, desde Zubiri a Zambrano, pasando por Marías. S. Paniker (Filosofía y mística) se adelanta, en su reclamación hacia un entendimiento entre el pensamiento racional y la dimensión espiritual, en sintonía con otras culturas y tradiciones, en este caso orientales. No obstante, ninguno de ellos desarrolló “un sistema” o donde aquello espiritual formará parte intrínseca de él mismo (de su vida y experiencias), ese elemento esencial e imprescindible para que (de sus experiencias) pudiésemos nosotros identificarnos y reflejarnos de ellas, reconociendo su filosofía, como nuestra
De otra parte mientras exploraba todas las implicaciones que supone el concepto de límite o frontera (del mismo modo que lo hiciese Trías en su momento añadiendo un componente espiritual, simbólico, en su sistema filosófico (determinado en buena parte por lo onírico: los sueños, que son un tipo de experiencias: que se deben, luego, interpretar). En este punto entiendo natural por mi parte (echándolo a faltar en él) la integración del componente de la experiencia; refiero experiencia en primera persona, singular: la propia experiencia en la realidad, de la realidad frente al observador. Pero no es fácil encontrar a quien que se atreva a exponerse, y al tiempo revelar vías de pensamiento disidentes del pensamiento más escrupuloso, a no ser que entendamos, por ejemplo, que Trias y Heidegger ya recorre ese camino mucho antes reconociendo un límite, o frontera de la propia razón que se debe abordar (Trias sobre el sustrato onírico / Heidegger sobre una idea de la nada (revelada a partir de la propia angustia) adentrándose ambos en el límite (que reconocen de sí mismos, y proponiendo dicho camino hacia las propias sombras (como camino singular).
Si bien, advertimos de lo propuesto, que no se traza un recorrido del sujeto (de sí mismos) sobre aquel límite apuntado al que nos dirigen sus textos, más allá del propio ejercicio ( intelectual y posibilidad) desestimando la potencia de la propia idea propuesta: que pretende se derive en un "actuar" más allá incluso del propio “actuar” (de trías, por ejemplo, por los medios oníricos) hacia otras posibilidades; esto es, debería haber dejado de ser un soñador, para convertirse el mismo, de facto en el héroe de su novela ( llamemoslo asi). Un actuar → moverse → a otro lugar (el lugar de la experiencia). Un echar a andar hacia la frontera o límite, igualmente expresado de sus textos. Como leemos de su libro (la razón fronteriza) donde se da a entender esa acción, a movernos → a actuar. Leemos: Esa voz desciende del arcano y rasga el velo del misterio al presentarse, en ocasiones señaladas, en lo más íntimo de la experiencia del habitante de la frontera. A ese descenso de la voz imperativa, de carácter categórico, puede el fronterizo responder, en cuyo caso propicia un movimiento de alzado a la condición de habitante del limes. Puede también, libremente, no corresponder a ella, o hacer oídos sordos a su apremiante requisitoria. Toda la amplia gama de posibilidades que se desarrolla en esa tesitura de prueba, verdadera prueba ético, metafísica, constituye el contenido posible de una genuina ética fronteriza. (E.Trías – La razón fronteriza).
Pero pronto vemos que nos habla de una prueba ético-metafísica, no de una acción → moverse → al acto → de ir hacia, o de una experiencia pura (real), pues encontramos un constructo a su soñar, donde el sujeto queda incluso en principio desplazado. Quiero decir que su filosofía atiende siempre en un segundo lugar la presencia a del sujeto. “Le importa mucho más enfrentarse con la realidad (subjetiva) del ser "desde su íntima matriz o primera categoría". En su discurso filosófico, el sujeto viene después. En un primer momento, se sigue reflexionando sobre el cerco en donde ha aparecido "la cosa" (de manera subjetiva/ añado de nuevo) (Domingo Cía Lamana). De modo que hay un pensar de trías sobre el límite o frontera, pero no existe un actuar: un acto → ir de facto (en la práctica de la realidad hacia el límite o frontera) traspasando ese cerco de la razón: razón analítica que el mismo habrá de utilizar para describir sus sueños partiendo de los estudios y análisis de estos de Freud. Pero… "Solo se conoce el actuar: como consecuencia de un acto: acto- consecuencia, en la realidad. “La esencia del actuar es el llevar a cabo (algo). Llevar a cabo significa desplegar algo en la plenitud de su esencia, y guiar hacia ella (para producir)” — Heidegger: Sobre el Humanismo.
EL VÉRTIGO Y EL ABISMO
Observamos en el vértigo (de Trias) un sentido semejante al que en las «filosofías de la existencia» (desde Kierkegaard hasta Jaspers, Heidegger o Sartre) le asigna a la angustia: Se trata, para Trías y su filosofía del límite, de una emoción fundamental, en el sentido de que permite convalidar, desde el ángulo de los afectos, o de la inteligencia emocional, como suele hoy decirse, lo que en forma objetiva se puede determinar como el espacio (forma) “del límite”, supuesto a partir de una idea, pues y vayamos despacio, en la teoría del límite: el vértigo (teórico referido, como emoción que no lo es, ) es la emoción (entendida del supuesto propuesto de la idea) que muestra el límite, como una evidencia metodológica y filosófica (teórica) hacia algo (posible) que allí, sobre el límite a él es hermético (inaccesible), y, por tanto, no el límite como esfera, sino una esfera hermética más allá del límite (propuesto de la idea), pero dentro y contenida del mismo límite.
Y aquí Trías deriva, como marinero que no vio la mar y solo la soñó, con sus propias islas y monstruos, y luego dibuja planos, donde (de la experiencia onírica) refiere algo sospechado (a juicio de una metafísica). Pero ¿cómo reconocer el límite? (contrapunto: el abismo), si de él no advertimos lo que queda cerrado (por oculto) y por tanto es desconocido: como reconocer lo desconocido, entendiendo, por tanto en trías el límite o frontera como aquel lugar, para él “de prueba”, y que a partir de la experiencia onírica (interpretada por sí mismo en su metafísica) se desarrolla y sistematiza hacia “algún lugar” inconcreto de la realidad, que es dado solo (y singularmente) para probar, pero.. Prueba de qué y para qué. ¿De un ejercicio intelectual a partir de los sueños interpretados para sí mismo?, también se nos habla de experimentación; pero, experimentación ¿dónde?, cuando los sueños no pueden ser dirigidos, ni la metafísica probada, experimentación pues, entiendo dada la interpretación filosófica de estos, a la hora de integrarlos a un sistema que sirve… a quién lo estructura, y ¿para qué? Para que sirvan (solo, y únicamente, a la misma estructura y forma que lo refleja y hacia donde se refleja) a la filosofía académica.
Y luego se añade, para una definición de lo que se es, de lo que somos.., pero (y añado) " definición de lo que somos y se es", entiendo: a partir de la razón subjetiva del el sujeto inconsciente (que sueña), y explica o habla (metafísicamente) no desde el límite, sino "desde la emoción, vértigo, que “supone” el limite (supuesto y teórico) como una evidencia metodológica y filosófica (teórica) hacia algo allí, sobre el límite, un límite que es determinado “hermético”, a partir de unos sueños dados a (la razón del deseo del límite) y que se muestran (a su juicio) interpretados como límite, o el limite, inversamente, como aquella frontera que es lugar de prueba y de experimentación teórica y subjetiva hacia lo hermético-sellado: y, por tanto, “desconocido” no dado a experimentación alguna teórica, sino mas a elucubración fantástica. Bueno, me parece inadmisible a la inteligencia de las personas, y contrario a toda realidad: un constructo, además sin entrada ni salida, donde veo dos planos, superpuestos y que me hablan, uno a través de E. Trías de su visión (onírica) de un límite imposible-inaccesible, pero al que superponiendo el plano de Heidegger, este sí, habla y expresa un camino (difícil, diríase que sacrificado, a partir de nada, de cero, no dado, sino a construir → de aproximación para quien pretende alzarse y asomarse a ese límite (que intuye trias), habitando más allá del lado de la forma que nos contiene y define, los que somos como personas ―que es la razón y la sociedad de nuestro tiempo―, y desde donde se observa el horizonte: ancho de la frontera (de la sombra), donde caminando / habitando sobre dicho límite hallamos lo que Heidegger en ella refirió, límite pero, al que trias no se movió (ante la potencia) en acto → a ir y entrar. ¿Porque digo esto? lo propuesto de trias un constructo mental dado a la razón su deseo de un límite-ahí) en cuyo caso es hacer filosofía como se hace una buena novela, donde todo parece verosímil (en general) pero nada es verdad.
SOBRE EL DESCUBRIMIENTO DEL LÍMITE - “COMO UN HALLAZGO INESPERADO DE E. TRIAS”
Quizá me repita en algunas cosas, pero lo prefiero así. Algunos refieren el nacimiento, descubrimiento, fundación y colonización de la propuesta filosófica de Trías (el límite): el ser del límite (a partir de una idea del límite) formulada por Trías, siempre en constante diálogo con Heidegger, Kant y Wittgenstein. Sin embargo, debemos señalar, que trias advierte ya una frontera física y explorable, como bien muestra: (E trías. Lógica del límite, p. 15: texto superior); pero igualmente también descubre aquella otra frontera relatada por Frederick Jackson Turner en su "Tesis de la frontera" desarrollada en un artículo académico de 1893, sobre El significado de la frontera en la historia americana, y que sirvió de inspiración para otros estudios sociales, de economía etc. “En ese avance, la frontera es el borde exterior de la ola, el punto de contacto entre la barbarie y la civilización / La frontera americana se distingue claramente de la europea, que es una línea fronteriza fortificada que corre a través de territorios densamente poblados. El elemento más importante de la frontera americana es el hecho de que va por el límite de las tierras abiertas a la expansión. La frontera es la línea de americanización más rápida y efectiva. La tierra virgen domina al colono. Este llega vestido a la europea, viaja a la europea con su manera de pensar y las herramientas que utiliza. Pero la tierra virgen le saca del coche de ferrocarril y le mete en la canoa de abedul. Le quita los vestidos de la civilización y le hace ponerse la zamarra del cazador y los mocasines. Le hace vivir en la cabaña de troncos de los cherokees e iroqueses y construir en torno a ella una empalizada india. No pasa mucho tiempo sin que el colono siembre maíz.
II
A decir de la universidad Pompeu Fabra ―donde ejerció Trias de profesor― este “descubre” la frontera, y da carta de ciudadanía a una dimensión positiva del límite, el carácter habitable (en sueños) de la frontera o límite, sobre aquella idea (suya-imaginaria de frontera) que luego nos define en su libro. Una frontera por tanto, pero que como tal nos remite a algunos a aquella otra frontera real y existe (antes y hoy) y que ciertamente algunas personas transitaron, pero que igualmente transitan en la actualidad, en aquel contexto fronterizo de exiliado (en caravanas de barro y esperanza, y que ― tal y como pude comprobar de mi experiencia― habrán de cruzar ( en sentido inverso al que yo llevaba entonces) el Istmo a través de una una cadena de volcanes y selvas que se extiende a lo largo de la costa del océano Pacífico (en todo lo que abarca El Arco Volcánico Centroamericano, y entrando a este por el Darién - Panamá ) luego siguiendo hacia Costa Rica sobre aquel horizonte indefinido y todavía lejano, que habrá de llevarles hasta la región fronteriza de Nicaragua, y de allí a Honduras, para después llegar a El salvador y Guatemala y de allí por fin a México, caminando sobre unas expectativas todavía más imprecisas y no pocas veces fracasadas ( ante un muro), de consecuencias terribles para sus vidas
Tapon (Selva del Darién - Panamá) |
Tapon selva del Darién - Panamá |
Pero veamos, qué nos dice trías de “su frontera”; cómo él la define y define a sus habitantes, aquellos que han adquirido carta de ciudadanía. En el caso de trías, el límite deja de ser muro para ser espacio habitable, lugar de frontera y hábitat del fronterizo. “El elemento más importante de la frontera americana es el hecho de que―al contrario de los muros en Europa― va por el límite de las tierras abiertas a la expansión. La frontera es la línea de americanización más rápida y efectiva. La tierra virgen domina al colono”. – F.J. Turner). Pero Trias no sembrará, y menos recogerá maíz: Trias no recogerá nada (no visitará la frontera) mientras la semilla de su lucidez, se diluye en tierra no fértil (en el asfalto de ciudad y las academias), donde mientras exploraba todas las posibles implicaciones que supone el concepto de límite o frontera, vio natural (y necesario para él:que no salía, como Kant de su esfera racional) la integración del componente onírico y simbólico (la tierra de los sueños). por que nos iba a hablar de la frontera real, pudiendo imaginarla — a partir de propias reminiscencias— e integrarla luego su sistema filosófico, determinado no por la experiencia del límite precisamente, sino por una idea del límite, a partir de lo onírico ( sus sueños ) y sin tener que salir de su casa.
Trias advierte de la vieja frontera un límite (y una posibilidad) igualmente a la razón (esto está bien) en el sentido que Heidegger la advierte de la nada, mientras Kant o Wittgenstein la entienden en su carácter restrictivo y puramente negativo, como un muro (Schranke), que separa lo que se puede pensar y decir de lo impensable e indecible. Luego este muro habla al subconsciente y habla de contención, habla de exclusión, pero también habla de la moral y de lo que esta expulsa fuera / luego, “inversamente, nos remite a lo que queda dentro, atrapado, entre sus muros” (Foucault). Unos muros interiores desde donde no se advierte frontera alguna (sino el muro), una forma concreta y definida, con un límite dado de su perímetro, por medio de aquellas: todas formas que contiene contenidas en ese muro.
No obstante, Trías, teniendo conocimiento de la frontera física y dada a explorarse, la desea (el deseo es otra forma de la razón), fijando la atención sobre ese límite entregado a (la razón de su deseo) de triunfar la frontera. En la ontología topológica de Trías, se dice que el límite viene definido por tres «cercos»: el «cerco del aparecer», donde se entiende la existencia presente en la que se engloba la realidad física y natural (aquel orbe donde está recluida la sociedad y el pensamiento racional y la moral); luego el «cerco hermético» (aquel orbe cerrado) que es el arcano, lo misterioso, donde muchas tradiciones sitúan lo divino, lo santo, lo sagrado, el lugar de la memoria (olvidada) de los eternamente muertos, y donde se encierra la memoria de la humanidad. “Lo más curioso dentro el desarrollo americano no ha representado meramente un adelanto a lo largo de una línea única, sino un retorno a condiciones primitivas en una línea fronteriza continuamente en movimiento”—Frederick Jackson Turner- 1893); finalmente, Trías nos habla de un espacio entre ambos o «cerco fronterizo», un lugar entre dos lugares, entre el aparecer y lo hermético: tres cercos, tres muros, pero ningún lugar definido que podamos localizar.
De este modo se inicia La aventura filosófica de trias donde intentará, mediante diversas singladuras (“marítimas” nos dice la Pompeu Fabra), asegurar el acceso “metodológico”, metódico, a ese ser del límite. (Supongo que el autor de estas hermosas palabras no navegó jamás aguas adentro, ni vio tormentas tropicales y huracanes, luego solo vio aquel mapa dibujado, habitado por dragones y sirenas en la mar. Luego nos habla de “método” en el sistema propuesto de trias (el mismo método, que descartes rechaza para lo no físico y material, como por ejemplo: los sueños. “La Modernidad se caracteriza por haber establecido el método, el camino, como esencia del pensamiento cierto y verdadero, claro y evidente".
Luego Trías quiere asumir este mismo carácter permitiendo diseñar una travesía (método) que permita al lector que prosiga las diversas singladuras hasta llegar a la tierra firme e ignota del 'ser del límite'. (Universidad Pompeu Fabra ― en su reseña). Pero, y quiero hacer notar esto, se nos habla de una travesía diseñada (para el lector), pero no se habla de viaje alguno y propio (de aquel hombre que nos quiere mostrar el camino ) hacia el límite. como igualmente no nos habla ni muestra el trasiego y las penurias; sino solo del límite, ya allí, en un cerrar los ojos y estar: totalmente fuera de la realidad, de las cosas, de la vida y de las personas) el límite como meta-realidad, dentro de la mente (constructo) huyendo de toda realidad: de la verdadera realidad de la fronter y el límite.
Selva ( Tapón ) del Darién - Panamá |
Selva ( Tapón ) del Darién - Panamá |
Pero volviendo al método, tan propio del paradigma actual aquí mencionado, este ha creado un abismo entre ciencia/método) y metafísica, pero recordemos de nuevo las palabras de Descartes: “el método científico determinista se cuide de la materia”, pues este no tiene medios ni gusta de reconocer lo que está fuera de lo material. No hablamos de ciencia, lo sé, pero podemos hablar entonces de “método” en su sentido propio como se hace en la reseña, cuando no hablamos de ciencia. Entendamos ―la razón sólo forma su estructura por la vía de la expulsión de elementos heterogéneos –Nietzsche ― y no mediante ellos. A partir de la locura, Foucault, y de forma semejante a Trias pretende (en algún momento de su estudio lo imposible) situando la locura en la serie de aquellas experiencias límites en el qué su argumento, en busca de algún sentido, se ve, de forma harto ambivalente, enfrentado a lo heterogéneo, que podemos asociar a lo incognoscible: sean sueños o locura.
Foucault, a semejanza de trías, declara programáticamente que “quiere escribir la historia de los límites... por los cuales una cultura rechaza algo que será para ella lo exterior”. (M. Focault - Histoire de la folie a Vage classique, París 1972) y que podemos asociar, con aquel cuadro los contrarios de Pitágoras: de lo izquierdo, lo oscuro. “Habría que prestar un oído atento al ronroneo del mundo y tratar de percibir las muchas imágenes que nunca han llegado a encontrar su poso en la poesía, los muchos fantasmas que nunca han llegado a cobrar los colores del estado de vigilia» Focault (1972) (Del prefacio a la primera edición, loe. cií., 13).Sin embargo, Foucault, y en esto se distingue profundamente de Trías, se percata enseguida de la paradoja que comporta la tentativa de captar la verdad de la locura (que es un caos consciente) donde «en ese su rebullir antes que cualquier erudición se proponga aprehenderla, La percepción que trata de aprehender estas palabras en su estado indómito pertenece necesariamente a un mundo que ya se ha apoderado de ellas», cuanto, más imposible todavía, sería atrapar el caos inconsciente (de los propios sueños). Pero "Hay cosas que solo la inteligencia buscaría, pero que por sí sola no podrá encontrar, Son aquellas que solo el instinto encontraría, pero que no debería buscar jamás."(Bergson)
EL VÉRTIGO (real) FRENTE AL ABISMO
El vértigo es una experiencia real que sufrimos al asomarnos al vacío (al abismo/ la realidad) desde el borde de un precipicio; “vértigo” es por tanto la impresión de dicha experiencia real (al contemplar una caída posible, desde el borde de la forma, de la que asoma el precipicio (abismo). El vértigo que acontece en la realidad, por ejemplo al caminar la cornisa de una montaña o mira al fondo del cráter de un volcán. Por tanto, cuando nos hablan de vértigo en filosofía, en tanto refiere asomarse al límite, la impresión que este le supone no es vértigo (no está en el borde de ningún abismo: está en su casa y sentado en el sofá escribiendo, y la única conciencia que tiene del verdadero abismo (muchas veces aquel que escribe sobre el mismo) es la que yo le pueda dar al asomarme a uno: y mostrárselo. pero jamás podrá entender que es tener conciencia del abismo (ni jamás podrá entenderme a mí, los que siento frente al abismo, lo que transmite la visión del abismo), ni en mil vidas posibles (sabe de que le hablo aunque e le muestre en fotos) cuando le hablo del abismo, si el no se pone frente al mismo (tomando conciencia de él). La cuestión del vértigo en un texto se llega a interpretar (pues se tiene que interpretar al estar, o utilizar la palabra fuera de su contexto y significado real / cierto los filósofos/ filólogos saben del significado de la palabra, pero no experimentan la forma que refiere esa palabra en la realidad). Por tanto al referir abismo, entendemos que es algo del orden de la confesión, y lo entiendo mejor así o puedo entenderlo, cuando refiere asomarse a ese terror que supone la realidad, donde al asomarnos cada día (reaccionando a esta) vemos que es un asomarnos a nosotros, donde uno se asoma a sí mismo reaccionado a todos los estímulos: luego revelando lo más profundo, y a veces oscuro ( los miedos y deseos) de uno mismo: entienda esto quien quiera entender (o entiéndase como se quiera cuando no vemos a trias asomarse al abismo, pero nos lo refiere, sin haberse acercado a él (literalmente, desconoce la forma y percepciones, sensaciones reales que desprende sobre la conciencia aquello a lo que se refiere).
Y En este sentido, entiendo (ahí) también una revelación personal por parte del subconsciente-intuitivo (al consciente- racional), que está diciendo algo a quien refiere (vértigo de algo) mostrando aquel camino y lugar donde se debe asomar (y superarlo): un lugar, ciertamente, para entrar y recorrer, no para soñar, de ahí el vértigo como posibilidad de lo real (es el miedo, y a la posible caída): es miedo a la realidad, a afrontar (la caída) caer, asomarse a la realidad y verse reconocerse ahí: uno, como realmente es y expuesto frente a los demás (esto entendemos de un texto escrito del derecho y del revés, de lo que leemos (lo que entendemos de lo que no se dice, y queda sepultado por las palabras).
Tanto al definir Razón fronteriza, como Sujeto del Inconsciente, ambas son formas de definir al aquel sujeto que habita dentro (del cerco) de los límites del paradigma presente. Y por razón fronteriza entendemos aquella (razón) dentro paradigma (persona que razona dentro del cerco de la razón, en la sociedad / racionalmente), y que ciertamente observa ( de lo instintivo / irracional) un límite o frontera real a este y que quiere superar ( como una planta que crece buscando la luz en un patio cerrado);y al mismo tiempo un límite, pero que le da vértigo dirigirse solo, haciéndolo y advirtiéndonos de este límite a través de los símbolos, formas oníricas, o ideas abstractas (como la nada) y que en realidad (solo cree observar/ de lo que intuye o quizá oyó hablar, de ese límite o frontera que luego él imagino), pero al que jamás se asomo, yendo “realmente” a nada, fuera de esos propios límites sociales en los que habita su racionalidad (a veces, habitando la propia angustia que deviene, de reconocerse engañador- engañado, sabiendo que en realidad:no saliste del propio cerco de la razón, que sin salir de tu casa te llevaba, siempre lejos de donde deberías estar. "Lugares nuevos no hallarás, ni hallarás otros mares. La ciudad irá tras de ti. En tus calles pasearás, las mismas, y en los mismos barrios envejecerás, se te verá en estas casas acabarte. Y siempre llegarás a esta ciudad. Para otra parte -no esperes- no hay barco ya, ni senda para ti. Lo mismo que tu vida la perdiste aquí, en esta esquina, la perdiste en todos los lugares" (Cavafis).
De este modo, el sujeto fronterizo (necesario de la idea del límite) vivirá más la pasión del enigma propuesto (en una tierra de centauros y sus habitantes imaginarios: limitaneis), que la posibilidad de poder narrar la experiencia (real) propia del límite o frontera. No le preocupa o desvelamiento del ser por sí mismo (su aletheia) de su propia experiencia real,al que a todas luces ha renunciado (en la realidad) y nos dirige más hacia el propio misterio pero no lo dice, aunque lo vemos de las sombras de sus palabras y en lo personal, por el acto de no-ser frente a la realidad, su renuncia a ser / y al ser. De modo, que el sujeto fronterizo es aquel avatar que piensa la idea de la experiencia del límite, pero no experimenta el límite (viviendo la fantasía) en la que otros, como él, pueden pueden perfectamente identificarse, de él en su palabras, de lo que nos habla: de Centauros.
Pero aún así, el filósofo tiene un verdadero problema (no todos creen en centauros, aunque vean películas de Marvel) y deberá sostener luego su credibilidad del lado empático, en aquel sentimiento que proyecta el autor filósofo hacia los que le conocen / que sostenido por la credibilidad que habrá de suscitar siempre el verdadero aventurero al que esperamos y viene a narrarnos, de propia voz y experiencia (lo que, por aventurero, de este esperamos) de lo dicho, en lo narrado (la realidad en la que podamos reflejarnos, entendiendo a aquel). En otras palabras, la filosofía actual ha requerido siempre de la fe que la gente le tiene (como autor), por su competencia como filósofo racional, más que como persona real (pues es imposible por nosotros experimentar aquello que narra) siquiera en sueños: pues no habitó caminos (reales) por donde nosotros transitar y que podamos reconocernos de él. Por supuesto ahora toca hablar de Hegel, quien refería la necesidad de hacer un camino formativo para poder hacerse con alguna forma de autoconciencia (de la realidad), pero Hegel estaba igualmente convencido que al final: "detrás del telón no había nada". De ahí, que la filosofía hoy no va a la frontera y tampoco al teatro, ni siquiera asiste a la realidad. No hay nada para ella fuera (del texto) que propone de su idea del límite; cuándo además, dicha idea la puede hacer real por el deseo de la razón, dado luego en una representación: de la frontera…
Precisamente, esta línea de experiencia de autoconciencia (en la que no cree hoy la filosofía) a la que renuncia o cree que pudiera ser nula, pues "detrás del telón no había nada", luego en función de su misma razón y sus propios dictados y sistemas, estos y aquellos le impiden iniciar, sobre el sueño del límite: un despertar al límite y (actuar) moverse → en acto→ de ir frente al cerco que le abre una puerta a entrar, a través de la redención, por medio de un reconocimiento de sí y consigo mismo (un salir al mundo real y apartarse (de lo mundano) → moviéndose → al acto → de caminar hacia habitar la frontera, pero que la filosofía siempre rechaza: no acepta la invitación, cuando le supone salir de su mundo académico, de las aulas, de la aprobación de la sociedad, del reconocimiento: no acepta la experiencia del límite o frontera, por lo que esta supone de extenso y riguroso camino, como el de todo viajero de la frontera que se adentra en ella, solo pueda suponer. Así, la propuesta de una filosofía del límite, ha quedado o quedará como otro sistema inútil a la sociedad real, que propicia el diálogo únicamente de la filosofía con la filosofía pero: integrando aquel sistema hoy imprescindible (del compra primero mi libro) para que tal diálogo sea efectivo. Sin embargo: hay un conocimiento verdadero, que se entrega sin más, sin beneficios, pues es parte siempre un conocimiento incompleto y parcial, y solo visto de un lado (subjetivo de la forma que lo expone y lo refleja: el autor) dependiente luego de intérprete/reflejo de la forma, que habrá de reconocerse en ello, como una gota de agua frente al espejo, para poderlo entender.
Pero la filosofía del límite (hoy) no está pensada para mostrar a nadie una realidad, sino que la encontramos como sistema de representaciones no basadas en la experiencia, sino en el deseo de la experiencia, y en la necesidad de establecer estas representaciones, de algún modo y en algún sentido, siempre hacia otros. Todo ello, consecuencia de una racionalidad de medios y fines/ que reduce la existencia de aquel (que produce) a una actividad útil para sí, sobre todo de fines: recompensas y reconocimiento sobre aquello producido. En este sentido la propuesta del límite, parece estar pensada como un sistema o estructura, dirigido a una usabilidad filosofía e inerte (e inútil), más allá de ser lo a la misma filosofía, y a la propia recompensa, pero nada útil a la vida ni el individuo, acaso como distracción intelectual;entiéndase (tontuna) o absurda pérdida de tiempo: si cree en centauros) , y muy distinto ( a ir a pasar un buen rato, de fiesta con los amigos, disfrazados, a un festival de la fantasía: fantasia de verdad. Aqui unas fotos donde muchos se podrán reconocer (valientes de transitar este límite, y proyectarse hacia nosotros de aquella su forma en ese límite en el que se adentran, para luego nosotros no necesitemos imaginar una forma , que ya nos muestran (concreta de ellos mismos ) de su misma y propia realidad.
El sujeto fronterizo es aquel avatar que piensa la idea de la experiencia del límite, pero no experimenta el límite, y que a tiene un verdadero problema; pues deberá sostener luego su credibilidad del lado empático, en aquel sentimiento que proyecta el autor filósofo hacia los que le conocen / que sostenido por la credibilidad que habrá de suscitar siempre el verdadero aventurero al que esperamos y viene a narrarnos, de propia voz y experiencia (lo que, por aventurero, de este esperamos) de lo dicho, en lo narrado ( la realidad en la que podamos reflejarnos, entendiendo a aquel). En otras palabras, la filosofía actual ha requerido siempre de la fe que la gente le tiene (como autor), por su competencia como filósofo racional, más que como persona real (pues es imposible por nosotros experimentar aquello que narra) siquiera en sueños: pues no habitó caminos (reales) por donde nosotros transitar y que podamos reconocernos de él. Por supuesto ahora toca hablar de Hegel, quien refería la necesidad de hacer un camino formativo para poder hacerse con alguna forma de autoconciencia (de la realidad), pero Hegel estaba igualmente convencido que al final: "detrás del telón no había nada". De ahí, que la filosofía hoy no va a la frontera y tampoco al teatro, ni siquiera asiste a la realidad. No hay nada para ella fuera (del texto) que propone de su idea del límite; cuándo además, dicha idea la puede hacer real por el deseo de la razón, dado luego en una representación: de la frontera…
Precisamente, esta línea de experiencia de autoconciencia (en la que no cree hoy la filosofía) a la que renuncia o cree que pudiera ser nula, pues "detrás del telón no había nada", luego en función de su misma razón y sus propios dictados y sistemas, estos y aquellos le impiden iniciar, sobre el sueño del límite: un despertar al límite y (actuar) moverse → en acto→ de ir frente al cerco que le abre una puerta a entrar, a través de la redención, por medio de un reconocimiento de sí y consigo mismo (un salir al mundo real y apartarse (de lo mundano) → moviéndose → al acto → de caminar hacia habitar la frontera, pero que la filosofía siempre rechaza: no acepta la invitación, cuando le supone salir de su mundo académico, de las aulas, de la aprobación de la sociedad, del reconocimiento: no acepta la experiencia del límite o frontera, por lo que esta supone de extenso y riguroso camino, como el de todo viajero de la frontera que se adentra en ella, solo pueda suponer. Así, la propuesta de una filosofía del límite, ha quedado o quedará como otro sistema inútil a la sociedad real, que propicia el diálogo únicamente de la filosofía con la filosofía pero: integrando aquel sistema hoy imprescindible (del compra primero mi libro) para que tal diálogo sea efectivo. Sin embargo: hay un conocimiento verdadero, que se entrega sin más, sin beneficios, pues es parte siempre un conocimiento incompleto y parcial, y solo visto de un lado (subjetivo de la forma que lo expone y lo refleja: el autor) dependiente luego de intérprete/reflejo de la forma, que habrá de reconocerse en ello, como una gota de agua frente al espejo, para poderlo entender.
Pero la filosofía del límite (hoy) no está pensada para mostrar a nadie una realidad, sino que la encontramos como sistema de representaciones no basadas en la experiencia, sino en el deseo de la experiencia, y en la necesidad de establecer estas representaciones, de algún modo y en algún sentido, siempre hacia otros. Todo ello, consecuencia de una racionalidad de medios y fines/ que reduce la existencia de aquel (que produce) a una actividad útil para sí, sobre todo de fines: recompensas y reconocimiento sobre aquello producido. En este sentido la propuesta del límite, parece estar pensada como un sistema o estructura, dirigido a una usabilidad filosofía e inerte (e inútil), más allá de ser lo a la misma filosofía, y a la propia recompensa, pero nada útil a la vida ni el individuo
EL LENGUAJE COMO LÍMITE Y SOMBRA DE LA RAZÓN
Todos hemos comprobado lo complicado que es, en algunas ocasiones, expresar aquello que sentimos de una experiencia (esa idea que luego formamos en nuestra mente) en relación a lo observado: para la que no encontramos las palabras adecuadas que expresen lo que sentimos, pero que sentimos dentro y de muchas maneras. Pero lo es aún más si lo observado no está luego bien definido: definido más allá, incluso del propio lenguaje y en relación hacia nosotros, a nuestro conocimiento: entiéndase una comprensión de aquello frente a nosotros (de la experiencia sensible, y lo que percibimos a través de los sentidos) que ha de ser entendida por el sujeto por medio la contemplación misma, del estudio y/o experiencias propias al respecto, lecturas, conversación o cualquier otro medio de conocimiento que nos motive a entender lo observado. Motivación que nos llega normalmente del propio asombro o admiración, y a veces, extrañeza que nos causa la visión/contemplación de algo ―no necesariamente nuevo, desconocido o diferente―, pues entiendo esta la razón (el asombro) como aquella de mayor motivación y predisposición, voluntad hacia la comprensión de la experiencia que proporciona aquello presente.
Pero ver algo, incluso que no hemos visto jamás (como un abismo), hoy no parece ser razón de asombro o admiración, o voluntad de acercamiento a la experiencia y su comprensión para nadie, visto, sobre todo, el desinterés de tantos mostrado al pasar por delante de los diferentes entes: cosas, objetos y personas (sobre todo personas) / que no vieron nunca, y pasan a su lado, sin siquiera mirar o reconocer de ella un igual: otro ser. Caminamos por el mundo mirando sin ver, hablando sin escuchar, ni decir nada. Pensamos que vemos, decimos y oímos, pero la prisa (del reloj) evita que nos detengamos a reconocer y vivir el momento, como acontecimiento (experiencia), y preguntarnos, sobre aquello presente alrededor nuestro, pero sobre todo: ante nuestros ojos; luego no reconociendo de las cosas, lo que son, más allá de la vaga comprensión que muchos tienen/ o tenemos, de tantas y otras cosas, y aun así ignorando todo lo que nos rodea, y no mostrando mayor interés; ya saben: “a veces, una piedra es solo una piedra”.
Lo malo de esta actitud [una piedra es solo una piedra] es que nuestra imagen, o visión del mundo y el universo se empequeñece, achata y aplana, cuando al ver una piedra solo vemos una piedra, o al mirar al cielo sólo vemos oscuridad, y puntos de luz, definidos como estrellas en nuestro cielo: mas no vemos, buscando el significado de esa luz, en ella: y de lo material, la forma que la proyecta en su espacio concreto, estando ahí y no en otro sitio, de esa forma, y por una buena razón, más allá de aquellas explicaciones ofrecidas por otros (por la razón). Por tanto no se engañen: las cosas son y la estrella está, quizá solo para que la reconozcamos, mas no al definir la estrella, sino para que definiéndonos nosotros antes, podamos luego responder a ella, la estrella, y decirle: yo soy..., en lugar de dirigirnos a otros, refiriéndose de ella ( la estrella) y diciendo: ella es...
II
Para Wittgenstein, el mundo era lo expresable (en palabras): así lo que no le era expresable en palabras ―tenía un nombre que le definía―, y lo que no lo tenía, no había sido descrito, quedaba fuera del mundo. «Los límites de mi lenguaje Significan los límites de mi mundo, – afirmaba (Tractatus Logico-Philosophicus). Así pues, la realidad para Wittgenstein era una imagen que resultaba de un lenguaje descriptivo (complejo) y no de la impresión de la realidad en sí misma que precisaba, necesariamente, de ese lenguaje descriptivo y metódico para ser descrita y entenderla. Es por ello que lo no definido, sencillamente “no existe”. De modo que para Wittgenstein como para otros, el origen, y «fundamento» último de todo ser ha de hallar su expresión (locución) por la razón. Pero, ¿cómo conocemos las cosas, entes, para poder luego definirlas y darles nombre? ―“Desde el momento en que se constituye el concepto del ser, y frente a la multiplicidad y diversidad de los entes, surge de inmediato la dirección específicamente filosófica de la contemplación del mundo. Por mucho tiempo la reflexión del ser se encuentra ligada a la esfera de los entes los entes, pugnando por abandonarla y superarla(1), quizá, ya entendiendo algo más, ahí, de la imagen proyectada del ente: el ser del ente); luego, el «fundamento» último ha de ser "hallar de todo ente la expresión de su ser ser" y locución en el lenguaje; "pero por claramente que se haya planteado esta cuestión durante siglos, la respuesta hallada, en su determinación particular y concreta no tuvo ni tiene el mismo y universalísimo alcance del problema"(2). ― Generalmente, un ente individual, particular y limitado es entresacado para, a partir de él, derivar genética y genéricamente y luego «explicar» todo lo demás; luego, no nos sorprendamos, cuando comprobemos, que lo que la razón señala y define (proponiendo definición y poniendo nombre) como esencia y sustancia del universo, no lo trasciende en principio, siendo justamente algo extraído de este mismo universo: ordinario y mensurable a la razón. De ahí que, por más que varíe el contenido de la pregunta, siempre permanezca un mismo tipo de explicación en su forma general, y dentro de los mismos límites e idéntico lenguaje metódico, del principio que establece como fundamento de la totalidad de los fenómenos un ser individual sensible (perceptible) una «materia originaria» concreta; luego la explicación se idealiza de aquella materia, y en lugar de la materia surge más firmemente un principio puramente racional de conjetura y fundamentación subjetiva.
Luego ¿Qué me define el lenguaje?, cuando refiero a partir de lo desconocido, el lenguaje me definirá entonces: aquella imagen sensible, y perceptible de lo desconocido, por ejemplo, de universo: "infinito"; entiéndase, igualmente, de lo infinito → "desconocido". Luego la razón aplica: desconocido es… lo que sea que refiere y describa esa misma razón (para cada uno de nosotros) / pero que seguirá siendo, igualmente, desconocido. ¿Puedo definir el espacio?, y refiero ahora, ese espacio, que consideramos vacío, existente entre los cuerpos en el espacio, mas ¿no sabiendo exactamente lo que es? Pero la ciencia ya he definido el espacio, en un lenguaje descriptivo y (complejo) no falto de conceptos relativos, abstractos y/o matemáticos) como: "infinito"―“la filosofía es el arte de formar, de inventar, de fabricar conceptos”(Deleuze & Guattari, 1997) /"lo infinito es tanto ilimitado como indeterminado, Anaximandro introdujo el concepto de lo ilimitado (infinito): a-peiros) ― pero que, y aunque lo he definido, sigo sin saber todavía qué es el espacio "infinito”, y por tanto, sin una forma concreta) → que, además, considero “vacío”, solo sé, lo que la razón me dice que el espacio es, en tanto a como ella lo ve y entiende, de lo que ve, resultando: que está tan vacío, como la vista y los sentidos lo puedan comprobar. Conclusión, el lenguaje puede describir una imagen del espacio, que resulta de un lenguaje descriptivo (complejo), dado a priori. desconocido e infinito, pero no por la experiencia propia, el factum de estar conscientes del espacio, sino que nos refiere a conceptos y abstracciones (teóricas o, y matemáticas) por los que la razón: pretende entender/y explicarse a si misma lo que califica de incognoscible e indeterminado (infinito) y dado a los sentidos ordinarios) lo que es el espacio → a su entender, de ese vacío (oscuridad) que no puede ver forma en el. No aceptando de su ignorancia lo que desconoce, incluido: la forma del espacio, vacío, que no puede entender.
"Sólo pedimos un poco de orden para protegernos del caos. No hay cosa que resulte más dolorosa, más angustiante, que un pensamiento que se escapa de sí mismo, que las ideas que huyen, que desaparecen apenas esbozadas, roídas ya por el olvido o precipitadas en otras ideas que tampoco dominamos. Son variabilidades infinitas cuya desaparición y aparición coinciden. Son velocidades infinitas que se confunden con la inmovilidad de la nada incolora y silenciosa que recorren, sin naturaleza ni pensamiento. Es el instante del que no sabemos si es demasiado largo o demasiado corto para el tiempo. Recibimos latigazos que restallan como arterias. Incesantemente extraviamos nuestras ideas. Por este motivo nos empeñamos tanto en agarrarnos a opiniones establecidas. Sólo pedimos que nuestras ideas se concatenen de acuerdo con un mínimo de reglas constantes, y jamás la asociación de ideas ha tenido otro sentido, facilitarnos estas reglas protectoras, similitud, contigüidad, causalidad, que nos permiten poner un poco de orden en las ideas, pasar de una a otra de acuerdo con un orden del espacio y del tiempo" (Deleuze y Guattari 1993, p. 202).
Pero... yo estoy en un espacio, en tanto mi forma ocupa un espacio definido, al que rodea todo ese otro espacio en su perímetro. Por tanto, yo mismo soy un espacio, dentro de otro espacio. Luego, qué define la razón cuando me define a mí, a partir de aquella persona que me observa y percibe mi reflejo ―Define al hombre de su imagen proyectada―me contestarán; pero, diga lo que diga y defina la razón, hay algo más que una forma en una imagen visible y proyectada: hay también un espacio que la contiene y proyecta, que yo veo del lado de mi forma, que igualmente me define en mi forma concreta y (temporal). Luego, si al definir al hombre, no puedo ni definir, a la vez, aquel espacio (forma) del espacio que lo contiene y concreta (temporalmente) en su forma en un lugar, y no en otro del espacio natural que habita: pues entonces, lo que defino, no es otra cosa que la ignorancia existente tras el velo de la razón. Quiero decir, que por muchas y enrevesadas palabras, escuelas o cátedras: todo tiene una forma, y toda forma un perímetro que la define en su forma: a partir de su borde, o sombra. Luego, si algo no está definido en su forma, a partir de su sombra (considerando esta, a partir de lo observable de la imagen: de su perímetro, como aquel borde o lado de la imagen) pues sencillamente “no existe", no puede existir en la naturaleza nada, que no se encuentre, en aquel espacio natural que contiene y define su forma concreta (temporalmente) en sí, y que a la vez, contiene en su forma concreta a todos los entes que habitan en ella, en su espacio natural: y que establece/ condiciona (propicia) las correspondencias, así como relaciones de causa efecto de una forma (indirecta) en otra, o (directa: consciente) hacia otra.
De modo, que mi madre me condiciona, a través de dicho espacio (cuando se dirige a mi; me habla (y el sonido se traslada por ese medio ―o forma entre las formas materiales, dado del límite entre las formas) “condicionando mis actos: y definiéndome” a partir de que dicho espacio me propicia la información desde ese momento (en el que por el se proyecta: escucho, reflejada la voz de mi madre): yo me giro; la veo, pero igualmente puedo no ver a mi madre, solo escucho su voz del espacio circundante, espacio con información que me condiciona y define, en mi espacio a actuar (en se momento/ tiempo y lugar concreto), y de todo ello, luego reconocer de dicho espacio una forma/y medio, para comunicarme, con mi madre; luego, (y a mi entender) la forma limitante del lado de las formas visibles, concreta, en su relación con todas las formas, las relaciones de estas entre todas ellas.
SOBRE UNA FILOSOFÍA AUTÉNTICA
El pensar (una filosofía auténtica) está hoy más allá de la misma filosofía, en el sentido que todos entendemos por filosofía. Entonces ¿dónde está la filosofía auténtica? Bien, nos dicen ahora que la filosofía ( de siempre) ha cambiado o está cambiando, pero en las universidades no; en los que estudian en la universidad no; y en los que enseñan en la universidad no; y si está cambiando, por qué siguen diciendo unos a los otros lo que deben leer, y los otros siguen leyendo lo que les mandan unos… unos mandan (lo que hay que hacer y leer), los otros obedecen (en aquello) No, ¡no ha cambiado nada! Pero la realidad sigue siendo compleja; entiendan: demasiado compleja para pretenderla ordenar, estructurar, racionalizar en ningún sistema, por cierto ya fracasado.
En este sentido, una filosofía a partir de la acción de las personas, propone entender (por observador) las consecuencias a partir de las acciones (y los descubrimientos que nos propician otros) Hannah Arendt, se alinea y renuncia a ser llamada filosofa, ella no es filosofa. ¡No soy filoso —dice — filosofo es Kant! Arendt, se distancia del conejo blanco , no quiere relacionarse con un tipo concreto de filosofía “de pensamiento de las ideas ajeno a las experiencias” (o autoconsciencia) y el análisis de sus consecuencias, y por tanto, se aleja de un tipo de pensamiento (filosofía) que ella y otros entendemos que ha fracasado en los campos de exterminio de la Alemania Nazi: preciamente la misma filosofía que no supo reconocer adónde íbamos en aquel momento, ni donde nos llevaba ahora la razón (y que es lo mismo que afirmaba la escuela de Frankfurt: Hokenheim, Adorno en la Dialéctica de iluminismo). La filosofía (el pensamiento racional) no entendió entonces a donde se dirigía: hacia el nazismo ni el holocausto. Y lo peor de todo esto, es que hoy la filosofía no interpreta la realidad (no vive en le mundo real / ha sido apartada de este), por lo que no puede entender, y menos aun criticar —quizá no la ven (porque algo o alguien les dijo donde solo tenían que mirar (reconocimiento /recompensas: los compraron) y eso los incapacita para advertir (del pasado en el presente) la misma instrumentalización procedente de aquellos sistemas del pasado, y sus consecuencias en el presente.
De esto, precisamente, es de lo que podemos acusar (en mi caso yo así lo hago) a la filosofía de hoy, de seguir mirando a otro lugar, escribiendo de cosas absurdas; sin morder jamás la mano que le da de comer / no pueden criticar el sistema que los sustenta, alimenta y promueve dentro del mismo sistema, y que es la misma filosofía de ayer, por cierto (como bien nos recuerda H. Arednt). Luego esto hace que me pregunte, si son acaso legítimos los filósofos y académicos (no independientes) financiados y sufragados por el estado, para hablar (y refiero críticamente) de aquellos que: en un supuesto juicio contra el estado, no serían jamás aceptados, por pertenecer y estar a sueldo del acusado; pero que hacen hoy juicios sociales, e incluso nos dicen ahora de nuevo, como debemos aprender a volver a pensar. Pero no, ese nunca en mi caso: “Toma mis ojos, las cosas que he visto en este mundo están llegando a su fin.― (Iron Maiden- Starblind).
Por estas mismas razones a Arendt ya no le interesaba ni platón, ni Kant, ni Hegel, esa misma filosofía que habla del mundo, pero que no entendió el mundo entonces, ni entiende ahora el mundo de los hombres, y de sus actos. Una filosofía perdida en el mundo de las ideas y en sus pensamientos metafísicos (encerrada en las aulas y que no sale a la calle) 2500 años de metafísica y todavía sigue la misma pregunta sin responderse, pero que además, no se entero de lo que estaba pasando, antes, ni de lo que pasa ahora, en la vida y en el mundo (en las calles: en los hogares, más allá de sus propios muros) así fuesen millones de muertos antes, o miles ahora, eso ya nos dice algo de la filosofía… “su reflexión es insistente, nula, cuando se propone y afronta un problema o cuestión real”.
A los filósofos, antaño, el estado los expulsaba, encarcelaba e incluso mandaba a la esclavitud, o los mataba por pensar libremente: por opinar en voz alta y criticar, se entiende. ¿Qué ha cambiado ahora que a un filósofo le paga el estado? Arendt, refundará, de alguna manera la filosofía, observado esto de sus obras principales y dirigidas a la acción, el conocimiento a partir de la acción (pero los filósofos de hoy solo hablan de ideas, además ni siquiera propias).olvidan cada día lo que se hace y acontece en el vivir (experiencia y consecuencia) el día a día, la vida y sufrimiento de las personas no les interesa / ni lo muestran. El problema es que para este tipo de nueva filosofía, si se habla de angustia hay que haberse angustiado, y de lo que se hable, haberlo experimentado, para que otros, de mostros y nuestras experiencias, puedan verse reflejados, y entiendan de nuestras propias acciones descubrimientos, en ellos las posibles consecuencias. (Escucharíamos entonces a aquel (filosofo) que regresase de la guerra / pero… ¿aprenderíamos de las consecuencias de la guerra?
Solo espero que el ejemplo de una nueva filosofía no venga de aquellos: de ellos, de los mismos, los mismos de antes, los mismos de siempre, siempre señalando al conejo blanco. “deja a los ancianos en su conferencia, entretanto…/… caminamos afuera de las ofertas de libertad por sus carceleros en su jaula”. ― (Iron Maiden- Starblind).
Pero he hablado de acción y experiencia, y no puedo quedarme en lo relativo, como aquellos que andan por la vida hablando siempre de algo que luego no definen, sencillamente, porque no pueden definirlo porque no existe: como la libertad.. Pero para ello tengo que ir más allá, más lejos, de la primera idea móvil que me hace pensar: en aquello concreto que veo o deseo todos los días; y buscar aquello inmóvil: primer motor o causa primera (que debería motivar mi ser), pero no va a ser sencillo encontrarlo: porque todos los días tengo una razón ( primera idea móvil), que me mueve → a “un lugar”→ y una razón que “siempre está ahí”, encubierta (en la propia voluntad usurpada, por el deseo y el deber) y que me mueve precipitándome a un destino impropio, sobre el propio conocimiento solapado, de aquello que inconscientemente todos los días me mueve, pero… que me mueve (ahora) a pensar ( Justo, en aquello que me mueve todos los días… sin pensar).
Moverse no es pensar; moverse sin pensar no es actuar: es dejarse llevar. Ponerse refiere no tanto actitud como lugar, es ponerse: moverse → y volverse conscientes (para alcanzar la perspectiva) de aquello que sucede sin que nos demos cuenta dejándonos llevar, “Toma mis ojos por lo que he visto, Te daré mi sitio a ti, eres libre de elegir la vida que quieras vivir o que quieras perder… cayendo en tu tumba sin cesar, engañado”. ― (Iron Maiden- Starblind).
LOS ESCENARIOS DEL ABSURDO
Si lo piensan, puede parece absurdo estar en un palacio Palacio de ISHAK PASHA del que se dice que es la última gran obra otomana en pie, y que nada más llegar,yo me sumerja directo hacia las Mazmorras, justo después de haber divisado el horizonte más extenso que vi jamás, abarcando la vista de Armenia, Irán y Turquía, desde los 5000m de altura, en un solo giro de vuelta. Luego, y esto es lo que pueda resultar más curioso, es que precisamente (esta foto) es la que mejor define la realidad observada.
Estamos los individuos tan poco habituados a observar (por nosotros mismos) los hechos y la realidad de una manera objetiva, que algunas afirmaciones aquí contenidas podrán sorprender a algunos. Sin embargo existe, además de una ciencia de las sociedades, igualmente la posibilidad de una observación individual (subjetiva) de esta (sociedad) y de la misma realidad, de la que cuando nos atrevemos a quitar el velo (habiendo esquivado aquellos prejuicios tradicionales) deberíamos poder esperar, que consista haciéndonos ver las cosas de un modo o ángulo (singular) y por tanto distinto al acostumbrado de cómo le aparece al ciudadanos de a pie, pero igualmente distinto al de los propios científicos (y de sus estudios). Luego toda observación, debe o tiene por objeto esclarecer/revelar: hacer descubrimientos, y todo descubrimiento cuando es tal "descubrimiento" suele desconcertar, en mayor o menor grado, tanto al observador, en mi caso, como (en el caso del lector) al que luego se le revela lo observado. Así pues, y en lo que respecta a la observación, en este caso es preciso que el observador se decida resueltamente a no dejarse intimidar (no lo hago), tampoco por aquellos resultados a los que le lleven sus exploraciones, si fueron conducidas libres de prejuicios: luego, además, nada mejor que la experiencia (en este caso de lo pasado), como aquello que nos afectó de un determinado hecho /suceso, después de conocido el resultado de su desarrollo, y se revela a [Posteriori, o literalmente: a partir de lo sucedido.
En el ámbito de la filosofía, a posteriori, se emplea para referirse al conocimiento inductivo, esto es, al que se adquiere a partir de la experiencia, y forma de razonamiento en que la verdad de las premisas apoyan la conclusión, ascendiendo de los efectos a sus causas: El conocimiento puede ser a priori o a posteriori. El primero (a priori) es el que no funda su validez en la experiencia (en este conocimiento a priori reconocemos en Kant); el segundo, a posteriori, es el que se deriva de ella: de la experiencia: y refiero a esta la fuente de mi conocimiento: pues no entiendo otro saber, sino el saber de la experiencia. En general, a posteriori, significa 'con posterioridad a un hecho o una circunstancia determinados (lo conocemos por consecuencias), y se opone, radicalmente a un conocimiento a (→ a priori) antes de conocer sus consecuencias. Luego, si buscar la paradoja es propio de un sofista, esquivarla, cuando los hechos la imponen es propio de un espíritu sin coraje ni fe en sí mismo.
Nada más trágico que nuestra realidad: nacer para luego tener que morir. Pues da igual dónde o cuándo y poco importará la manera, todos nos dirigimos ineludiblemente a ella "como el ancla al fondo del mar". A veces incluso anticipándonos, y renunciando así y definitivamente a este ingrato lugar de amarguras y penitencias, absurdo y desprovisto de sentido, donde vida y muerte están ligadas, el dolor centellea todos los días y las personas participan de las más terribles agonías; donde sonámbulos e idólatras adoran aquello que los segundos no conciben y los primeros no imaginan; donde los huérfanos se consuelan en el silencioso recuerdo de la impotencia, de no querer creer pero tener que ver el mundo desmoronarse ante sus propios ojos. Pero lo peor no son las injusticias o violencia que acontece y de la que somos testigos todos los días. Tampoco las guerras, el sufrimiento y la desesperación que estas conllevan: lo peor no lo hemos conocido todavía; Estaría por llegar: "es lo último que llega".
1
Recuerdo cuando me diagnosticaron cáncer, unos me miraban como si mi destino fuese diferente al suyo; otros lo hacían con lástima, sin observar antes lo lastimoso de sus vidas, y ellos nunca fuesen a morir: como si unos pocos años supusieran diferencia, y aquellos que suplican vida eterna, fuesen a obtener otra cosa, más que polvo como recompensa. Como si negar la muerte fuese solución, cuando no hay negación que no contenga en sí, en forma de afirmación, aquello contra lo que se pronuncia. Pero ¿quién quiere la vida eterna? ¿Acaso existe eso? La eternidad es una cosa y muy distinto es abarcarla: y más absurdo pretender conquistarla (Gilgamesh). No elegí nacer y consentí, tampoco elijo morir, pero me siento afortunado, si es el caso de no sobrevivir: la eternidad no es vida para un hombre, y la muerte es la calma, el reposo final al que cualquiera aspira. Pues vivir bien es también morir (un poco todos los días), y fue la muerte la que dio (todavía) mayor sentido a mi vida. Luego mucho he meditado (casi 15 años después del cáncer, voy para 56) pues si en la vida encontramos que todo son preguntas, igualmente, llega el momento cuando se convierte ella misma (la vida) en pregunta: en ese efímero detenerse en el proceso, al manifestarse está revelándose a la razón que la contempla. Allí he imaginando mi vida: toda, en ese preciso instante (atrapado en el tiempo) y sin saber nada de una muerte; que para conocerla, de cierto, antes hay que vivir estando en ella; pero luego, para poder entenderla no bastará con vivir, ni siquiera sirve el vivir mucho: cuando para poder entender la muerte, tendremos antes que entender la vida (aquella que nos toca vivir) y por qué, en algún momento hay quienes renunciamos a ella.
2
"El pasado se recuerda muchas veces dramático; el presente angustioso y el futuro se intuye incierto", dominado por ese miedo que amenaza con apoderarse del alma". Todos temblamos ante el dolor, el sufrimiento y la pérdida: ineludibles para toda comprensión acerca de la vida del hombre. Diríase, que la vida humana se halla permanentemente en un estado de profunda miseria, pendiente, siempre de dar sentido a aquellos avatares que devienen de la propia vida. En todas las épocas, culturas y religiones, el hombre tuvo que enfrentar esta misma cuestión del dolor, el sufrimiento y el sentido de su existencia. En definitiva, cada persona (como yo mismo) ha tenido que vivir y convivir con propio drama continuo que le supone existir, vivir en este mundo. Pues cada uno de nosotros parece nacer a una vida (en un solo sentido y hacia un determinado destino); pero si ese es nuestro sino, también es cierto que otra cosa es nuestra propia condición, dentro de la propia vida y condición "la humana / esta reflejo de la propia naturaleza que habita este hermoso planeta, " esa que empuja a una planta seguir hacia adelante (como españoles) atrapados entre baldosines de la cera y aplastados por el asfalto (llegará a florecer aún con la metralla de toda una vida y existencia hundida en la carne. y si nuestro sino es vivir y vivir con dolor, nuestra condición es "seguir y seguir adelante aún con dolor”. Muchos pensarán, sobre todo en occidente, que estas palabras no van con ellos que más serían apropiadas para señalar a otras personas o pueblos (pero los españoles las reconocemos propias), otros dirán que refieren que a otros tiempos; pero no nos llevemos a engaño, y lo sabemos; al menos todos aquellos que tenemos una cierta edad y perspectiva de la vida: que el ser humano desde que nace se forja y crece con retazos de dolor, y cada dolor es preludio y anuncio de aquello ineludible Pues existen tantas cruces plantadas en este mundo como vidas ha visto nacer, y cada nacimiento no anuncia otra cosa, que (en algún momento) su propia muerte.
(3)
El pueblo español se entrega, al suicidio es la primera frase de «El resentimiento trágico de la vida», la última obra de Miguel de Unamuno. En esa nota estaba reflejada la lucha de un hombre que fue fiel a sí mismo yendo en contra de unos y otros, y rodeado del ambiente hostil de la propia ciudad a la que tanto amó, con la desesperación de quien ve cómo se va quedando solo mientras se tambalea su mundo, su propia vida y hasta sus creencias» - (Miguel Unamuno de sus apuntes). Pero en algún lugar leí que un hombre (y del mismo modo una nación) primero debe morir (y España allí se aniquiló a sí misma), para luego lentamente (y de aquellas sombras y troncos quemados que quedarían) volver a renacer. Renacer (se supone) libres de odio y del dominio del rencor (que nos permite al recorrerlo aún hoy (de las secuelas del dolor de nuestras familias compartido) reconocernos entre todos a nosotros mismos aquel mismo odio, y de aquella sangre derramada, habiendo aprendido del aquel duro camino y sacrificio (no por sus propias necesidades o las de sus familias, sino por las ideas ideales políticos que les inculcaron otros/ arrebatándoles su identidad de españoles primero, y padres de familia (o hijos) después, y que recorrieron aquellos: nuestros abuelos y le mostraron a sus hijos- para que nosotros pudiésemos (por su sacrificio) volver a renacer a una nueva vida y nación: que ayuda a los demás (manteniendo un ejercicio que no va a guerras políticas) sino como fuerza de interposición para ayudar a mantener la Paz, pues hay dos manera de vivir y ser: haciéndolo solo para nosotros, o a la vez hacerlo también por para los demás, como personas ayudando en nuestras ciudades a quien lo necesita / y como nación: a quien nos lo pida o necesite.
4
Encontrarán ensayos y libros, tratados al respecto de las razones del sinsentido de la existencia para algunas personas, y que puede resumirse en que la vida no tiene sentido para estas, esa es la principal declaración, y obviedad que encontramos, por parte de quienes afirman experimentar la desgarradora sensación de la apatía por vivir, por medio de una especie de desconexión de todo lo que les envuelve (y derivado después - en algunas de ellas- en una presencia impulsiva en redes sociales). En este punto, encontramos personas, muchas reflexivas, que profundizan en cuestiones de trascendencia: a partir de aquella la falta de libertad que acusan (y nos revelan) de su propias declaraciones (y donde me reconozco de un tiempo critico, mas no conmigo mismo), donde se trasladó la responsabilidad tanto del aislamiento como de la propia apatía, a las injusticias sociales, luego a las guerras, pero sin hacer nada por acercarnos (entender - moverse a comprender- y explicarnos de aquellas mismas injusticias: luego no proponiendo, ni saliendo del aislamiento de la habitación) avocándose, por momentos cada vez más a un profundo vacío existencial, el cual engulle cada vez con más fuerza. Vacío éste, al que la sociedad contribuye con sus imperantes mensajes relacionados con valores individuales de satisfacción inmediata (dale al me gusta), y venga otra vez: en lugar de irnos a ayudar a quien sabemos que lo necesita, saliendo del aislamiento y mojándonos los pies (única forma de achicar el ahogamiento (parar la inundación) que nos embarga, e ir más allá de proponer absurdeces (en redes), una tras otra todos los días).
5
“Una obra está acabada cuando no puede ser mejorada" - (E.Ciorán).
Como en el arte, algo parecido ocurre con algunos sistemas e igualmente con los estados, cuando estos se encuentran tan fatigados y corruptos, que ni con todas las grúas y andamios de este mundo se podrían sostener en pie, los pilares de mentiras y sangre sobre los que se sustentan. Así, lo que realmente decide el grado de acabado de un sistema ya no es tanto el arduo trabajo, la fatiga o la sangre que precisa de sostenerlos, como el asco que supone tener que soportarlos y sostenerlos.
La mayoría de las personas no entienden necesario deliberar sobre su existencia, existir ya se concibe como implícito en todo lo que hacemos y no es necesario darle más vueltas (aunque afirmemos estar de agua hasta el cuello). Sin embargo, reflexionar sobre la existencia, es hacerlo sobre la idea de la vida, y por tanto de la muerte: el suicidio (por estrangulamiento social) en este caso nos permite abordar en primer plano la razón de la propia existencia, pues se pone en tela de juicio la importancia de ésta, moviéndonos a madurar en nuestras propias motivaciones, sueños y esperanzas; además, de en todo aquello que nos da seguridad. La enfermedad ayudó a pensar al enfermo; la certeza de la muerte mueve a reflexionar; y el suicidio (en este caso la posibilidad de un suicidio "social" nos obliga a deliberar seriamente sobre el sentido del mundo y la propia existencia. Dedicarse a tal empeño (morir para volver a nacer) implica carácter y atrevimiento pues, tratamos con ello de sacar provecho, donde entenderemos casi con toda seguridad que el suicidio (como forma (literal) de termina con la propia vida) debe permanecer en constante suspenso, como salida última que siempre debemos ver (de aquellos que sucumbieron) a distancia, solo recorriendo de lo que sentimos y expresamos a los demás: aquella forma de la que empezamos a reconocernos (y a la que nos acercamos), pero a la que no debemos entrar jamás. Pero ¿por qué verla a distancia y, sencillamente, no contemplarla como opción?
Lo políticamente correcto en este caso es descartarla definitivamente: y eso sería lo políticamente correcto. Pero personalmente, entiendo que la persona solo puede descartarse de aquello: (formas) que reconoce en el de las primeras causas (luego al observar de estas, las últimas causas (y final), que reconoce en los otros). Se trata más entonces de “una evaluación, a modo de introspección, proponiéndonos primero reconocernos en el lugar que estamos, y a la vez saber que podemos mejorarlo; con una experiencia de vida y proyecto propio”. Pues entiendo, que una vida es auténtica, solo cuando se tiene la posibilidad de elegir (de salirnos del marco propuesto: suicidarse, si, pero socialmente); pues el peso de la existencia sólo puede llevarse cuando somos conscientes de que tenemos la libertad de terminar con nuestra vida, y una vez reconocido esto: que tenemos el valor; igual o mayor para antes (vivir genuinamente nuestra vida, esa que ahora elegimos. Pues, a pesar de las dificultades, las restricciones y prejuicios, cambiar es lo único que no nos puede ser arrebatado; y precisamente esa libertad de cambiar nos procura la fuerza descomunal, que luego triunfa sobre los pesos que nos aplastan; de tal forma que encontremos un sinsentido a poner fin a nuestros días o, por lo menos, a no hacerlo antes de ver hasta dónde podemos llegar. Aunque los suicidas creen en su precocidad, no pocas ocasiones consuman su acto muchas veces antes de estar maduros y siendo muy jóvenes; razón esta que hace de los suicidios (literales) aquello que destruye nuestro verdadero destino, en lugar de coronarlo.
Buscando entender, puedo entender que un hombre/mujer quiera acabar con su vida: lo puedo entender y aceptar (todos deberíamos) pero, con matices: entendido, como el acto de culminación de un proyecto insatisfactorio de vida, es decir, un proyecto puntual y fallido venido de la razón que luego lo justifica. El final, si se quiere (razonado) tiene que cultivarse como si fuera un huerto, eligiendo el momento más favorable de su desarrollo. Pero cuidado, aquí entramos en arenas movedizas, pues no me refiero con ello dar a entender a todos, que están en la cumbre y desean que se les recuerde así”. Recuerdo la carta de suicidio de Kurt Cobain, donde podía leerse una cita de una canción de Neil Young: "Es mejor consumirse rápidamente que desaparecer poco a poco". Cierto que Kurt estaba en la cumbre, como artista, pero no así como persona debido a sus problemas (que no soluciono quedando atrapado en ellos), y que le llevaron a hacer lo que hizo. Lo cierto es, que el último y definitivo descenso a los infiernos de K. Cobain no fue sorprendente; y posiblemente, ya se había iniciado unos meses antes de que decidiese llevarse el cañón de una pistola a la barbilla. Sin embargo, precisamente ese carácter desesperanzador de la existencia y el desencanto ante la vida, se presenta no pocas veces a muchas personas ―en algunos casos como una especie de iluminación― como proceso de descubrimiento hacia una vida mejor sin ornamentos: dura, y en la que afloran esos sentimientos de desesperanza que todos hemos sentido en algún momento, ante los cuales tenemos siempre la posibilidad del suicidio. Porque ¿Quién no ha pensado en el suicidio alguna vez? Todos hemos pensado en algún momento en suicidarnos, así sea de forma remota o hipotética, hemos pretendido renegar de la vida deseando la muerte, pensamiento éste y vinculo indisoluble, entre los que eligen el suicidio y los que no. Y, precisamente, es esa posibilidad, aunque la entendamos remota, de reflexionar sobre nuestro propio suicidio ―motivos, recursos, la disposición del lugar― y vernos muertos anticipadamente es la que nos ayuda en gran medida a entender (que el alma nos está diciendo algo), aquello (de la vida) sobre lo que demos meditar) para poder replantearnos esta: nuestra propia vida. De otro lado, negarnos esa posibilidad de sentirnos dueños de nuestra propia existencia o bien, ocultar nuestro pensamiento por miedo a lo que puedan decir los demás, es negar nuestra propia libertad y convertirnos en otro gusano envilecido más, reptante sobre la carroña cósmica que habita esta tierra.
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Tomar consciencia de que podemos elegir es asumir un grave conflicto, donde por un lado, nuestros sufrimientos nos reprimen y empujan al abismo y, por otro, nuestros instintos se oponen, obligándonos a vivir aunque estemos sujetos y limitados a nuestro tiesto. A medida que vamos madurando y reflexionando sobre la vida, ya con unos años, descubrimos la vacuidad de la misma, para entonces los instintos ya se han reconvertido hacia la razón que guía ahora nuestros actos, refrenando nuestro crecimiento instintivo (del límite que aceptamos - nosotros mismos impuesto- del tamaño y volumen de nuestro tiesto) y el vuelo de nuestra inspiración (limitado por esa misma razón). Por ello: despertamos al mundo demasiado tarde. Sin embargo, aun en ese momento tardío tendremos consciencia de nuestra libertad, pudiendo ser ahora dueños de una elección que se hace significativa en tanto más nos retrasamos no poniéndola en práctica, pero que “nos hace soportar los días y, más aún las noches", pues no nos sentimos pobres ni oprimidos: disponemos de recursos. Y, aunque no los explotásemos nunca, y acabáramos en la expiración tradicional, hemos tenido un tesoro en nuestros desánimos; pues no hay mayor riqueza que disponer de la propia vida, aun cuando la hubiésemos decidido desaprovechar (por algún tiempo). Nunca es tarde para renacer a nuestra propia vida decía San juan, volviendo a empezar (reconstruidos de aquellas (duras experiencia) que hemos sabido superar.
Pero morir (incluso socialmente, o precisamente por ello) precisa, igualmente de razones. Entendiendo una "salida" de la antigua vida, no como huida, sino más como el producto de una profunda reflexión, y muestra de poder sobre la propia existencia (y contra la voluntad del hegemom). Todos escuchamos y leemos en medios hoy sobre la Eutanasia. Pero Llamémoslo por su nombre: suicidios, asistidos o no. Eutanasia proviene del griego y vendría a significar «buena muerte»: Y, me pregunto, quién no tiene derecho a una buena muerte, cuando viendo hacia donde pueden llegar las cosas, quiere no tener humillarse frente a si mismo, y suplicar luego sí, su propia muerte (literal) mientras se desmorona en pedazos. Esa es la verdadera libertad, y en ella cada uno debería descubrir el momento oportuno para abandonarse a si mismo, según le parezca o no, de acuerdo a su situación personal, sea ésta (su vida actual) digna de ser vivida. Pues no tiene sentido prolongar la agonía de determinada forma de vida, cuando no tiene siquiera sentido para nosotros, esperando que la muerte llegue lenta y dolorosamente por sí sola, es mejor adelantarnos siendo autores de nuestro propio destino. Se trata de una iniciativa por la cual rescatamos una vida (la nuestra en aquel acto) que ya no vale la pena ser vivida. Pero no hay que estar enfermo socialmente para ello. La actitud, por ejemplo, que leemos de Sócrates ante la imposición de unas reglas y normas para el inasumibles, es de absoluta confianza y tranquilidad; no siente ningún temor cuando se enfrenta a actos de injusticia: “no haría concesiones a nadie en contra de lo justo por temor a la muerte. Ser en la muerte (como acto voluntario para poder vivir), antes que no poder uno mismo ser en la vida.
Las injusticias y la discriminación han hecho resurgir la cuestión del suicidio en cada situación de crisis. Mainländer augura que en el futuro la política contribuirá a la renuncia voluntaria a la vida. Se creará un Estado capaz de satisfacer todas las necesidades materiales de los ciudadanos. Con ello, y todos los deseos vitales satisfechos, aumentará el aburrimiento y con ello, el deseo de muerte. Pocas existencias se han mostrado tan coherentes con una idea propia como la del pensador de Offenbach am Main, quien puso fin a sus días tras haber descubierto que el devenir del mundo se encamina hacia la nada (no haciendo él tampoco nada por evitarlo), y dirigiéndose hacia el no ser, en virtud de una pura voluntad de morir, frente a la de solucionar sus problemas y con ello poder ayudar a los demás en lo que él ya veía venir. Precisamente en los países de mayor calidad de vida, es donde dicha voluntad de morir (literalmente) es mayor y en aumento, a la vez que aumenta el distanciamiento entre las personas, y donde basta con mirar a tu alrededor para poder ver el mundo habitado por rutinarios de la desesperación; momias que se aceptan unos a otros, sin más sentido que cumplir una moral y formalidad útil: despertarse, ducharse, desayunar, llevar los niños al cole, ir a trabajar, comprar, consumir, comer, conducir, llegar a su casa, dormir y de nuevo lo mismo un día y otro; hasta que un día (te das un golpe) despiertas y te preguntas si es posible encontrarle un sentido al curso que lleva la propia vida. Luego, las noticias de guerra continuas y los avances de la ciencia no ayudan. Saber si hay vida en Venus o en Marte, si la tierra se encuentra en algún punto de la galaxia o si se ha descubierto un nuevo exoplanetas no responde a búsqueda alguna de sentido. En resumen, parece como si la vida (que hemos aceptado llevar) no se ocupase más que en entretenernos y aplazar el momento en que podríamos librarnos de ella”, o bien como dice Víctor Hugo: “Estamos todos condenados a muerte, si bien con una especie de aplazamiento incierto”. "Es fácil siempre ser lógico. Pero es imposible ser lógico hasta el fin. Los hombres que se matan (los suicidas) siguen así hasta el final la pendiente de su sentimiento. La reflexión sobre el suicidio me proporciona, por lo tanto, la ocasión para plantear el único problema que me interesa: ¿hay alguna lógica hasta la muerte?"(Camus 1966) .
Siempre es agradable mentar a Camus, lo siento cercano: un amigo, así es como lo veo y leo. No sé si al principio elegí su libro o él me eligió a mí, en todo caso yo lo elegí luego a él, de lo que me siento agradecido y jamás me arrepentí no dando por perdido aquel tiempo (entre un tiempo y otro tiempo). No sé cuánto aprendí o desaprendí con él, en mi caso cuesta distinguir cuánto puede dejar alguien, de sus escritos y razonamientos en uno mismo, más cuando la consecuencia de ello no es evidente ni inmediata, sino una sinergia progresiva entre la memoria y la razón que en algún momento y por alguna circunstancia se hace perceptible, pudiendo entonces señalarla como consecuencia de.., tal y como me dispongo a mostrar. "Nuestros contemporáneos no son simplemente los escritores de nuestra época, muchos de los cuales ya nunca podremos leer; contemporáneos son los textos que leímos e hicimos nuestros en un momento dado, los que han dejado una huella en nosotros." Michael Wood
Camus ha sido para mí uno de esos escritores que hice mío. Influenciado éste de joven, por los mismos autores que me influenciaron entonces a mí, con casi la misma edad. Intuyo, que desarrollé algún tipo de vínculo con su espíritu: vínculo o cercanía que a otros parece costarles establecer, no por no entender lo que expresa Camus, sino más por entender cómo sentía y pensaba, en tanto: a la influencia que representaba la lectura de "aquellos", a los que pocos siendo tan jóvenes se aprestan a leer. Sobra decir, que siempre he sentido admiración por aquel tipo con su cigarro a medias en la boca tan parecido y, a la vez, tan diferente a mi padre, que saltó como un espontáneo al ruedo de la filosofía, llevado por aquella valentía de no aceptar una existencia irreflexiva: burlándose de él en su día sus detractores y definiéndolo: como un filósofo para jóvenes —creo que los filósofos presocráticos, precisamente, enseñaban a jóvenes: de las cosas que son)—, y que en la actualidad sigue siendo la opinión de no pocos académicos, como no podía ser de otra manera, viniendo de académicos dicha opinión: que ven solo sus propias luces y no la las sombras que las proyectan. Pero y volviendo a lo que íbamos, de cuanto de sus escritos yo pude obtener, una cosa destaca entre todos ellos: “Sísifo” será su sombra (la que me guíe y nos guíe en su propia condena), y de quien le no interesa tanto dicha condena, como lo que Camus nos enseñó por medio lo que ocurre durante una parte de éste castigo (en los infiernos) justo cuando una vez alcanzada la cima con la roca, ésta vuelve a caer y Camus ve: “a ese hombre volver a bajar con paso lento pero igual hacia el tormento, cuyo fin no conocerá jamás. Esta hora que es como una respiración, y que vuelve tan seguramente como su desdicha, “es la hora de la conciencia”. En cada uno de los instantes en que abandona la cima y se hunde poco a poco en las guaridas de los dioses, (Sísifo advierte) que es superior a su destino. (Él) “Es más fuerte que su roca” – el mito de Sísifo, Camus.
Justo, en ese preciso momento, en esa bajada en silencio con su conciencia, es cuando Sísifo es “superior a su destino, y más fuertes que su roca” somos Sísifo y su Roca (uno solo, y todos juntos, elevándonos sobre nuestro propio abismo, sobre las llamas nos delimitan a un destino. Un momento (tiempo) que todos, incluso en la peor de las situaciones encontraremos reflejándonos en él, como yo me encontré tras mi accidente (casi dos años recuperándome) luego de otras fatalidades; haciendo valer la afirmación de que en “una tragedia no todo momento es tragedia”, y que en ella nuestra conciencia —sea al anochecer, y libres por momentos del dolor físico—actúa, y por ella nos reponemos: sobreponiéndonos a la caída, si no de inmediato (durante al menos un breve periodo de tiempo volveremos a ella: siendo, nosotros a cada paso (en acto de reconocernos de nuestras partes esparcidas) luego recomponiéndonos en ellas→ de todas nuestras partes, más fuertes que trágico nuestro destino. Camus no me enseñó a pensar (yo ya sé pensar/ pues llegue a través de otros a él, dejándome luego guiar y poder a ver esa dimensión que otros todavía no ven, mostrando ese ángulo oculto: el camino (sobre el límite), que nos señalan quienes lo recorrieron antes que nosotros.
Feria (Badajoz - Extremadura - 2018 ) Foto : j maqueda |
Resumir la idea de frontera, es resumir la idea de Frederick Jackson Turner. Mucho se ha escrito sobre la frontera desde el punto de vista de la guerra en ella desarrollada o de la caza —nos dice—, pero se ha pasado por alto la importancia que presenta como campo de estudio serio, aplicado a otros campos del conocimiento. En este sentido, y como un campo de conocimiento, lo más curioso de cuanto nos dice Frederick J. Turner, es que dentro del desarrollo americano “la frontera” no ha representado meramente un adelanto a lo largo de una línea única, sino un retorno a condiciones primitivas en una línea fronteriza continuamente en movimiento. En ese avance, la frontera es el borde exterior de la ola, el punto de contacto entre la barbarie y la civilización. Pero la frontera americana se distingue claramente de la europea, que es una línea fronteriza fortificada que corre a través de territorios densamente poblados; mientras el elemento más importante de la frontera americana es el hecho de que va por el límite de las tierras abiertas a la expansión sobre un horizonte amplio. Por suerte, tan amplio como indefinido, todavía podemos encontrar lugares en nuestro planeta, en los que, de su descripción, podemos considerar como una frontera.
En la frontera, a medida en que uno se adentra en ella, la tierra virgen domina al colono: como en un retorno a los orígenes, cuando más se adentra, es un volver más atrás en el origen, al propio origen. El colono llega vestido a la europea, viaja a la europea y como europeos con su manera de pensar y las herramientas que utiliza. Pero la tierra virgen le saca del coche de ferrocarril y le mete en la canoa de abedul. Le quita los vestidos de la civilización y le hace ponerse la zamarra del cazador y los mocasines. Le hace vivir en tiendas o cabañas de troncos. El colono, casi de manera inconsciente, deja de serlo, y se adapta a las costumbres de un pasado lejano en la memoria ya olvidada. Pronto se empieza a reconocer en el medio mismo. Luego construye como los habitantes de la frontera, como los cheroquis, los iroqueses, y en torno a sí levanta una empalizada india. Durante un tiempo, el colono antes civilizado se encuentra a sí mismo, se reconoce en el medio, y el mismo medio: cazando como cualquier otro ser donde no hay leyes, ni moral, ni nadie que lo juzgue: solo vive, tratando de sobrevivir.
No pasa mucho tiempo sin que el colono siembre maíz. En una palabra, el medio ambiente de la frontera resulta al principio demasiado duro para el hombre blanco. Que poco a poco va a ir transformando la tierra salvaje. Pero otros no lo harán. Esos otros son los que se encontraron a sí mismos (renacidos) en la frontera, estos se han convertido en habitantes y frontera, que ante el empuje de la civilización, se retiran atrás con ella, buscándose a la vez que buscan en la experiencia sin saber que les espera.
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