Et in Arcadia3 ego—. «Sueño me parecía entonces el mundo, e invención poética de un dios; humo coloreado ante los ojos de un ser divinamente insatisfecho»—F. Nietzsche - «Así hablo Zaratustra» Y«Auch ichwar in Arkadien3 geboren»1 escribió Schiller, al inicio de aquel bello poema al que tituló Resignatión2. Lo cierto, es que parece no ser necesario sentirse seducido, por el aire cargado de esencias que desprenden aquellos versos para que, de inmediato, advirtamos —marginando el significado literal y ateniéndonos a lo que el poeta verdaderamente nos decía— que Schiller tenía razón. Diríase aún que la sigue teniendo.
Del mismo modo que les ocurriera a aquellos inocentes pastorcillos que dicen las líricas, poblaban antaño la fértil región del Peloponeso: crecemos convencidos de hallarnos en un fabuloso paraíso en el que alimentamos deseos y esperanzas, imaginando, trasladarlas algún día a buen fin. Sin embargo, cuán cruel se manifiesta, en ocasiones, a los hombres su destino pues suele ocurrir que a poco de iniciado nuestro camino, apenas habiendo recorrido unos míseros días, comprobamos —consternados ante la evidencia—,3.1 que debemos hacer frente a una realidad distinta —tan inminente como ineludible— preñada tormentos, calamidades y sufrimientos; tal que así nos fuese esta, en forma de advertencia y sobre una siniestra pintura revelada por Guercino (4); sirviendo atenazar, con la turbadora presencia de aquella faz descarnada, la liviana existencia de cuantos en ella reparan: devorando toda fantasía que unas joviales almas pudieran todavía albergar Y Es en ese preciso instante que —siempre extrapolado a nuestro dominio— a todos nos ha de llegar; a saber: “paralizados ante la oportuna osamenta” e intuyendo “el comienzo de aquello que ya no podremos soportar”; no ya un «ser o no ser» sino un «tener que ser» a pesar de «no-poder ser»; cuando reconoceremos en la vida la terrible miseria de esta. Advirtiendo, acaso muy tarde, la inminencia opresiva de esa lucha terrible y final entre las dos posibilidades, “llegar a ser plena y definitivamente o dejar totalmente de ser «quedar en nada»” (5). Será entonces, entre el rechinar de dientes quebrándose unos con otros, y desbordados por la angustia y el llanto impotente de la desesperación, al sentir cercano el alarido de la mutua matanza, cuando recordemos, posiblemente, y al igual que debieron hacer aquellos inocentes pastorcillos que magistralmente pintara Guercino, las palabras de Dante, que apenas iniciado su camino temeroso decía: «Extraviado me vi por selva oscura; que la vía directa era perdida: ¡Ay cuanto referir es cosa dura de esta selva agreste y fuerte, que aún conserva el pecho la pavura!». — (Divina comedia; canto I)
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(1) Yo también nací en Arcadia,
(2) Renuncia
(3) Arcadia: región montañosa de la Grecia antigua, en la parte central del Peloponeso, habitada por Arcadios o arcades, pueblo de pastores y que las ficciones de los poetas convirtieron en la mansión de la inocencia y la felicidad.
(3.1) que entendemos como advertencia
(4) (Et in Arcadia ego), «Y en Arcadia yo...». Título del primer cuadro conocido, en el cual se utiliza dicha expresión y Pintado por Guercino en 1618. la frase parece no estar acabada y quizá no sea casualidad; pues el misterio ha rodeado desde hace siglos todos los cuadros relacionados con Les Bergers y pastorsd´Arcadia; sobre todo, los realizados por Poussin . Si bien, de ese mismo misterio se deduce que algo inquietante aguarda en el camino, la muerte quizá, como parece advertirnos la calavera que figura en el cuadro de Guercino, y que los pastores sorprendidos no dejan de observar.
(5). Del prólogo de Pedro Laín Entralgo (Las máscaras de lo trágico: Filosofía y tragedia en Miguel de Unamuno) de Pedro Cerezo Galán. Referida la frase a Unamuno.
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