Pero, en realidad ¿Qué se yo?,
Pero en realidad ¿Qué sabemos nosotros?,
Pero, en realidad ¿Qué sabe uno de sí mismo?
Estoy dándole vueltas al mundo en mi cabeza, mientras paso una noche más en vela, hoy frente al ordenador, a ratos mirando al televisor, sumido en observar la imagen (de unos juegos) que ocultan la desolación otras partes del mundo, mientras dios parece mirar hacia otro lado tras haber observado aquellos destellos de luz resplandeciente: como soles en el horizonte del cielo en oriente, seguido de la de la noche y el silencio de las estrellas que observan quemarse prematuras las rosas quebradas tras el detonar de las bombas.
Pero no vine hablar sobre el más amargo fruto de la vehemencia y la ira de los hombres, pues hay poco que decir: las personas son fáciles de dominar y quien tiene el dominio tiene el poder. Un poder que surge de ese vacío que queda como una impotencia ciega que nos destruye y destruye el mundo, cuando se ha perdido toda esperanza y sucumbido al reino de la codicia, la quimera y la ilusión. Te puedo decir que allí donde he estado, no importa cuál fuese lugar, o qué lado del océano (incluso en mi propia tierra) siempre he visto sino de ésta (directamente) de sus consecuencias: en la naturaleza y las personas. Siempre es igual. El debilitamiento de la paciencia prende el combustible de las pasiones y los fuegos de la codicia se expanden; la miseria, la rivalidad político o religiosa, la primacía de la envidia, y la predisposición hacia el fanatismo amplifican luego esas llamas: el hombre, en definitiva, siempre el hombre y sus conflictos, caminan juntos de la mano como hermanos. Prosperamos y florecemos y luego nos despojamos, destruimos y lapidamos los unos a los otros; y da igual si del Norte o el Sur, (si musulmán, judío o cristiano) todos sufrimos y soportamos las consecuencias de ese delirio: lo sobrellevamos y al final incluso nos acostumbramos. Luego, con lo que nos queda de dignidad seguimos, cada uno nuestro camino, aquel que comenzara cuando del vientre asomamos a este mundo, entrando a él, mientras caíamos en medio de un llanto amargo —como un limón al suelo— a la angustiosa realidad, solo para que otros, luego nos pusieran un chupete: primero para que dejásemos de llorar y después para que estuviéramos callados. Pero prefiero dejarme guiar por el viento del desierto en la oscuridad de la selva: a tener que soportar un bozal o tener que lamer "chupetes".
Es posible hoy, sobre todo al mirar alrededor, uno piense que la guerra y el fuego están venciendo y sometiendo el mundo al dominio de sus llamas; pero hoy fue también un perfecto amanecer y al alzar la vista, por encima de esas llama rebosa luz; y por la noche las estrellas saludan y el sol vuelve al amanecer: Quizás me llames loco y hasta tengas razón, pero una vida llena de pesares hay que pasarla toda en sueño profundo y embriagado de vino para atisbar luz entre tanta oscuridad y luego atreverse, montando un caballo de madera al revés, galopar el vacío buscando aquella revelación en la tormenta que antecede la manifestación de la cólera divina, y así poder gritarle al fuego: ¡¡Hasta aquí llegarás y no más allá; aquí fijaré tus confines y romperé el orgullo de tus llamas!!
Jordi Maqueda, / Badajoz – Extrema y dura- España
Se pueden escribir muchas cosas y de muchas maneras hacer que entiendan lo que no comprenderán jamás.
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