Generalmente suele ocurrir, que cuando comentas acerca de visitar volcanes en
las Canarias, que a la mayoría de personas —al menos así ocurre desde hace unos
meses—, se les viene a la mente el volcán Cumbre Vieja, en la isla de La Palma;
antes, era Timanfaya en Lanzarote, o en su defecto —el clásico entre los
clásicos de los volcanes canarios— el Teide y sus Cañadas en Tenerife. Sin
embargo, existen más volcanes que aquellos que se nos puedan venir a la mente
de inmediato y, por supuesto, también más islas que La palma, Tenerife o
Lanzarote. Precisamente, una de estas islas es Gran Canaria, quizá menos
conocida para los foráneos “escaladores de volcanes” pero, que igualmente cuenta con un poderoso corazón de
fuego, y numerosos parajes volcánicos de impacto, algunos, incluso de fama
mundial, aunque solo sea entre los científicos.
En este sentido, y con ánimo de invitar
a otras personas amantes de los volcanes a visitar esta isla, hace poco más de
un año, tuvo lugar una conferencia mucho más que interesante. En dicha
conferencia, de XV
Semana Científica Telesforo Bravo del Instituto de Estudios Hispánicos de
Canarias, Editado por Julio Afonso-Carrillo, 2020 (www.iehcan.com) y, titulada «Gran
Canaria: las huellas del tiempo» José
Mangas, un prestigioso geólogo —al que ahora a muchos os sonará por sus
didácticas explicaciones sobre el volcán de La Palma— se aspira a completar “una
semblanza del singular medio natural de la isla”, mediante las aportaciones
científicas de cinco expertos con una amplia experiencia investigadora en
diferentes ámbitos de la Ciencia: Arqueología, Paleontología, Geología,
Botánica y Zoología; proponiéndose que se reconocieran 42 zonas o lugares de
Interés Geológico (LIG) dada la extraordinaria geodiversidad de la isla.
Lugares que a juicio del mismo José
Mangas «representan los registros
geológicos más sobresalientes que caracterizan la génesis y evolución geológica
de Gran Canaria», entre los que figuran algunos tan populares y conocidos
como el conjunto volcánico de Bandama, entre Santa Brígida y la capital, con la
caldera y el pico anexo —el último que estalló en la isla, hace menos de 2.000
años—. Igualmente, se menciona el campo de volcanes de La Isleta, en la capital
grancanaria, justo al lado; o la Caldera de los Marteles, en la cumbre de
Valsequillo, o el volcán de Arinaga, en Agüimes, por poner algunos ejemplos.
Algunos de estos lugares tienen el acceso prácticamente vedado, como sucede con los conos que salpican la península de La Isleta (zona militar- base), pero otros se pueden ver de paso, a simple vista, como los Marteles, al pie de la carretera que conduce de Telde a la Cumbre; pero luego hay otros, un tanto o más desconocidos, aunque igualmente espectaculares, por los que algunos senderistas locales han proyectado rutas que ofrecen un muestrario muy valioso e instructivo de restos de episodios eruptivos en la isla. Álvaro Monzón, uno de ellos: senderista y divulgador lo tiene claro. « Gran Canaria es un libro abierto sobre vulcanismo; su paisaje está salpicado de ejemplos maravillosos que en su tiempo fueron volcanes como el de La Palma.
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