Muy poco se puede decir de Marrakech que no se haya dicho ya. Quizá, que no hay excusa para no visitarla. Podemos viajar a Marruecos por muchas y variadas razones pero, Marrakech, veremos que las conjuga todas siendo, además, la entrada Sur y al desierto por excelencia. Tanto es así, que para los amantes de la montaña, exploradores y aventureros, Marrakech es considerada la puerta de ingreso al Atlas: una ciudad con un pie en el desierto, sin llegar de pleno a alcanzar el Colosal Océano de Arena.
La ciudad hoy sigue siendo, al igual que lo fuese antaño, ese lugar mágico donde confluyen viajeros y parten las expediciones: “Donde comienza la aventura”. Es una de las ciudades más antiguas e importantes de Marruecos, y una de las cuatro ciudades imperiales del país. La ciudad está formada por la medina antigua, la ciudad colonial al pie de la roca de Guéliz y junto ella los nuevos barrios que son la moderna Marrakech. Lo cierto, es que Marrakech no era un destino (Objetivo) en mi viaje a Marruecos; sino más bien era el punto de partida y regreso de la expedición; aunque, desde ya hace tiempo cuando viajo a una plaza/País: volcán, desierto ―incluso si voy a un concierto― intentó, extender la estancia algún día más en el País, conociendo así un poco más las ciudades, sus gentes y cultura. En esta ocasión, estuve por periodo de algo más de dos semanas en Marruecos y 4 días en Marrakech, lo que permitió tomar buena nota y fotografías de la People & City, a diferentes horas y lugares y en distintos ambientes.
Aun así, para aquellos viajeros ocasionales, he de decir que Marrakech es, como poco, uno de los mejores destinos a visitar durante un fin de semana; ofreciendo al viajero, pero sobre todo al curioso, un cambio drástico y algo diversidad cultural, a la rutinaria vida que llevamos en nuestras ciudades europeas, muy difícil de encontrar tan cerca de nosotros: y a tan solo 3 horas en avión.
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