En el que fué mi último
día en Estambul, mi compañero y yo nos separamos, él se fue a un mirador (o
café). Yo decidí ir a buscar, y meterme por la ciudad vieja: la antigua y
mítica Constantinopla. Sultanahmet es una de las zonas más históricas y
emblemáticas de Estambul, y su historia se remonta a la época del Imperio
Bizantino. Durante el siglo IV, el emperador Constantino el Grande fundó
la ciudad de Constantinopla en el lugar donde se encuentra actualmente
Estambul. La ciudad se convirtió en la capital del Imperio Bizantino y fue una
de las ciudades más importantes del mundo durante muchos siglos.
En el año 324, el emperador Constantino
I el Grande venció a su rival Licinio a orillas del mar de Mármara,
reunificando el Imperio romano bajo su mandato. Constantino había considerado
reconstruir Troya para convertirla en la nueva corte imperial pero, tras haber
presenciado personalmente el potencial estratégico de la ciudad, eligió
Bizancio como el nuevo centro de su poder.
En esta parte de la ciudad antigua, en el siglo VI, se construyó la Basílica de Santa Sofía, una impresionante iglesia que se convirtió en un símbolo de la ciudad. Durante la época bizantina, Santa Sofía fue una de las iglesias más grandes del mundo y se convirtió en un importante centro religioso y cultural. En la zona de Sultanahmet, también se encontraba el Hipódromo de Constantinopla, que era el centro del entretenimiento y la política en la época bizantina. Siglos más tarde, el sultán otomano Mehmed II que conquistó Constantinopla ordenó la construcción de la Mezquita del Sultán Ahmed, que hoy conocemos como la Mezquita Azul. Durante la época otomana, se construyeron muchos otros monumentos en la zona de Sultanahmet, como el Palacio de Topkapi o la Cisterna Basílica.
Pero allá de
los majestuosos Palacios, la belleza de sus Mezquitas o de su grandioso pasado,
el la verdadera esencia del Estambul moderno se sigue encontrando en el ambiente
de sus callejuelas antiguas... Mucho había leído sobre esta ciudad, pero verlo
y sentirlo, oler sus aromas, y moverte entre sus gentes es algo difícil de
transmitir. Cuanto más, lo es describir el verdadero embrujo de esta ciudad, al
penetrar en su barrio más antiguo "Sultanahmet", caminando sus calles
estrechas y empedradas, que se iluminan de manera tenue, donde de cualquier
rincón te aparece una cabeza, y donde los turistas desaparecen entre la
multitud local. Aquí Cada muro, cada piedra, cada rincón te susurra al oído una
historia, en un enjambre de calles empinadas, y más estrechas que en el barrio
Gálata donde estuvimos el día anterior.
Sultanahmet
es uno de esos lugares de una ciudad por los que no se puede dejar de pasar. Sigue
siendo una zona llena de historia y lugares impresionantes que creo que es
interesante recorrer, y en este caso mostrar.
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