VIVIR ES ELEGIR / jorge maqueda

 

Sería una pérdida de tiempo pretender justificar mi modo de pensar o explicarlo a quienes, por ejemplo, vengan de instituciones de educación y embadurnados de un materialismo que solo se mira el ombligo y chascarrea siempre sobre lo mismo, aunque, ciertamente, sea ese el tipo de pensamiento "o corriente actual” (de chascarrear siempre sobre lo mismo y mirarse el ombligo) aquel que curiosamente interese, pues no da problemas, e igualmente interesa a quienes promueven el actual sistema de competencia desde las propias instituciones y los medios, retroalimentando así al sistema de individuos (egoístas) adecuados a éste; individuos, con los que es inútil, por cierto, debatir: una pérdida de tiempo hablar con estas personas, nulos en experiencia propia, que aluden a la experiencia de los otros para justificarse ante los demás. Pero que luego te abruman, como buenos letrados en un debate igualmente absurdo, justificando cualquier razonamiento posible, en tanto le son ellos conocidas las cosas . Como si del "saber" de algo o alguien fuesen los únicos y legítimos propietarios: “absurdos propietarios” si, absurdos (mas si por un momento se piensa olvidando lo que te dijeron) observamos que no es “saber” lo que saben, sino un pretender justificar a los otros "lo que se creé que sabe”, y que es bien poco por cierto, dado el horizonte de complejidad que implica "saber" o "saber de las cosas y personas" de su último fundamento (cuando se desconoce el principio) pues, es de este saber “conocimiento cierto de las cosas” que abruma al asomarse a él, y del que con estas palabras se refirió  Freeman Dyson —profesor de física en el Institute for Advanced Study de Princeton, USA— quien en una de sus conferencias refirió del conocimiento "del saber", de nuestros esfuerzos por entender la naturaleza, la vida y de “su” lugar (de él / y de nosotros mismos ) en el universo, diciendo: “lo encuentro como el universo, inmenso, cuando allá donde miro veo infinito en todas sus direcciones”. (La cita no es suya por cierto, aunque se la atribuyen), lo que sí es suyo es el libro: "El Infinito en Todas Direcciones" 1988. 


Sólo del desconocimiento surge la verdadera angustia, Se mire como se mire, la vida (la sociedad) parece un cúmulo de desengaños, falacias y mentiras; esto es obvio, al igual que es obvio que son muy pocas: una minoría las personas que alcanzan de pleno alguna de sus metas y propósitos en esta vida. De otro lado luego está la inmensa mayoría: aquellos que deberán conformarse con lo que las circunstancias, el entorno y los acontecimientos o accidentes propios de la existencia, les permitan ser, a saber: serán lo que puedan (u otros les dejen ser) más allá de lo que un día se propusieron ellos ser. “Pues un hombre hace lo que puede, con lo que otros van dejando de él”—vino a decir no precisamente un ingenuo. Y, sin embargo, lo peor no es la capitulación de uno mismo, de las propias aspiraciones: hincando la rodilla y viéndose agonizar (envejecer) lentamente. No. Lo peor es angustia que envuelve la imprecisa perspectiva del futuro que aguarda… esa mirada al fondo del abismo sabiendo, que el siguiente paso conlleva hundirse de pleno en él. Y todo, porque un día, el peor día de sus vidas, sin duda, eligieron morir, “algunos lentamente”, dejando que se derrumbaran, desvaneciéndose paulatinamente todos sus sueños y expectativas: se dejaron de mover, o se movían tras de otros. Llegados a este punto y luego el momento, la angustia castiga con toda su furia el alma: al saber y reconocernos, los únicos responsables de nuestros actos y consecuencias de aquellos (de todo lo que no hicimos, y de lo que ya no podremos ya hacer). Por tanto, quien tenga valor y aún este a tiempo, que elija: siempre ha sido solo cuestión de elegir.

Vivir es elegir ―esta apreciación, seguro que no se le escapa a nadie―. Vivir es tener que tomar decisiones y tomarlas a diario. Luego en cada elección, en cada acto, nos vamos haciendo y definiendo a nosotros mismos, transformándonos y siendo hacia aquello a donde nos dirigimos, a la vez que nos comprometemos con un destino todavía incierto. Solo al elegir a lo largo de nuestro camino, vivimos "genuinamente" nuestras nuestras vidas. Pero vivir, también es renunciar y arriesgarse. Cuando elegimos y tomamos una decisión emprendemos un camino nuevo, pero igualmente estamos renunciando a algo. Es por ello, que al elegir esto o aquello (al movernos) afirmamos, al mismo tiempo el valor del camino. Todo así, la cuestión parece sencilla ("moverse") y quien no lo entienda, sencillamente es que no aprendió nada todavía (la vida proveerá). Por tanto pensemos antes de detenernos por demasiado tiempo en este o aquel lugar, no vayamos a perdernos algo más adelante, o lo que es peor, y muy pocos piensan: no vayamos a perderlo todo, por ir más allá de donde mi condición de mortal y mis fuerzas, me puedan llevar.


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