Regreso a Ítaca (1) / (de lo que no se conoce) es mejor callar /jorge maqueda

 

Hogar es aquello a lo que siempre regresas. Soy Jorge (Jordi), el hijo de Pedro y María. Habito en los territorios del norte de Tartessos, una tierra llana y hermosa al atardecer rodeada de sierras de poca altura, cerca de una de ellas (la Calderita) hay un cerro: "la culebra" (isla de alto valor estratégico), y sobre ella un castillo de orígenes moriscos, desde donde se divisan cumbres y sierras más altas. En esta tierra abundan olivos, vides y encinas de agitado follaje, y a su alrededor existen dólmenes de tiempos remotos. La tierra es áspera, pero buena criadora de mozos. 


De lo que no se puede hablar (de lo que no se conoce) es mejor callar.
Ludwig Josef Johann Wittgenstein (1889-1951)

Desde hace años me dedico a mirar, digamos que a mirar de otra manera. Algunos llaman a esto contemplación; y para ser sincero he de decir que me ha causado más de un problema. A veces me paro, y me quedo ahí: absorto. Me da igual si voy o no acompañado, si es en la montaña, en la calle, frente a una obra de arte o frente a aquello más insignificante: me olvido de lo que es (de lo que dicen que es) e incluso, de lo que yo mismo pienso que es, desprendiéndome así de toda subjetividad. Contemplo en silencio y de forma serena: detenida, profunda e íntimamente todo aquello a mi alrededor, como si se tratase de un regalo que de pronto surge frente a mis ojos por primera vez, y por el que tímidamente pretendo alcanzar algún tipo de experiencia (conocimiento). Cabe señalar, aunque algunos lo ignoren, que muchas personas carecen objetividad, pues a menudo sirven a su voluntad, según sus deseos, lo que quiere decir que pocos están capacitados para librarse del lastre de los propios deseos y, por tanto, de su propia voluntad cegadora. Pero esto no es de ahora: “La utilidad (material) es el gran ídolo de nuestra época, y a él deben complacer todos los poderes y rendir homenaje todos los talentos”. Cartas sobre la educación estética de la humanidad—.Friedrich Schiller (1759-1805). Lo que quiero decir, es que llegado el momento, hemos de abandonar ese conocimiento fundado en la razón y la practicidad (que reconocemos impuesto), al servicio de la voluntad (y el deseo/ a través de lo que vemos y muestran otros). Voluntad, que tiene que ver con nuestras necesidades creadas a partir del deseo, y por tanto, igualmente, con nuestro sufrimiento, haciéndonos esclavos (e incluso victimas) de aquella. Se separa así lo observado de la voluntad, concibiendo solo entonces los objetos, el mundo y las personas libres de sus relaciones con el deseo, y consiguiendo de este modo la autoconciencia del sujeto “puro” de conocimientos y sin voluntad: un conocimiento pues objetivo, donde todo es representación...

II

Cerca de casa en Extremadura hay unas sierras llamadas: Sierra de Arroyo de San Serván, de la Calderita (Alange), y sierra de Hornachos, todas a menos de una hora de donde vivo, no son elevadas. Sin embargo, estas tienen su encanto, misterio y riesgos, como otras sierras o montañas mayores o los mismos volcanes que tanto nos muestran. Elegir la forma de ascenso y (descenso en función de las capacidades y “necesidades”) y el ángulo por donde y como entrarle (a preguntarle) a la sierra, no solo determinará el tipo de actividad para quien realiza la actividad, sino igualmente (y de las experiencias positivas y negativas que encontremos) determina nuestro grado de madurez “al reconocernos” de nuestros errores y limitaciones en ellas (nuestras propias experiencias) y de estas, un límite que nos es dado y debemos reconocer ( reconocernos en el).

En estas sierras extremeñas, como en otras montañas existen rutas de senderismo bien marcadas, son aquellas que la gran mayoría de personas que frecuentan estas sierras siguen religiosamente, como las hay en todas la demás sierras o montañas que reconocemos alrededor del mundo ( por nuestra propia experiencia o por la de otros), luego salirse de esas rutas o caminos marcados que llevan a la cumbre mayor (no seguir al grupo / no hacer lo que hacen los otros), y tomar aquellas otras sendas que reconocemos (quienes andamos las sierras montañas) pero no llevan directamente a las cumbres  y que frecuentan los animales y no tanto las personas, es el primer paso que nos lleva a otra experiencia (singular): a experimentar esa misma sierra desde otro ángulo ( y desconocida hasta ese momento) más silvestre y embarazosa (menos reconocible a primera vista el camino), pero que a la vez lleva a una experiencia más auténtica (ensanchamos nuestra visión y empezamos a ver formas que nos eran hasta entonces desconocidas), dentro de aquella misma sierra que creía uno conocer. Luego, tomar esa decisión (que nos separa de los otros) marca la diferencia a la hora de percibir por uno mismo aquellas sensaciones agradables (y al mismo tiempo los riesgos) que conlleva caminar sobre las rocas desnudas, crestas o meterte por lugares que nadie transita, todo ello hace que la sierra se muestre a quien se aventura tal y como es, más allá de como desde la perspectiva de otros que nos la muestran de su experiencia) nos la quieren hacer ver.

Luego quien se aventura con la pasión de conocer la naturaleza de la sierra, más allá de lo que busca esta le muestra de todas aquellas nuevas experiencias (desde otra perspectiva y un poco más debajo de por donde otros ascienden): comprobando y entendiendo (de sus propios límites) lo que aquellos que están más arriba, luego cuando miren hacia abajo entenderán: que una madre, o una familia les espera, y todavía deben regresar" «Extraviado me vi por selva oscura; que la vía directa era perdida: ¡Ay cuanto referir es cosa dura de esta selva agreste y fuerte, que aún conserva el pecho la pavura!» Divina comedia; canto I. 

 

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