Tengo un limonero en casa, que además de limones da buena sombra: de hecho, esto se dio a partir de una necesidad. Se me había roto el toldo del patio y decidí extender las ramas del limonero, como en un bonsái (a la vez que le libraba de unos alambres en las ramas que las estrangulaban) dirigiéndolas aquellas luego horizontalmente al suelo, para que proyectasen una sombra más extendida. En un año ya no necesite toldo. El limonero daba sus limones y también sombra, protegiendo además a otras plantas del sol. Supongo que de algún modo le di las gracias (por los limones y la sombra) y él me las dio a mí, por fijarme y reconocerlo, como algo más que un tendedero de ropa: un proveedor de medicinas naturales, y aliado contra la fuerza del sol, pues poco después advertí algo: un brote bajo del tronco; de aquellos que siempre cortaba, tan bajo como donde empieza el tronco pero, que por alguna razón no corte. Creció y este año 2023 se dividió, en forma de (Y) mostrando aquella forma que pudiese entender y reconocer: del limonero hacia mí, cuando precisamente empiezo yo a ver todo (la vida incluso los colores reflejados del sol en las cosas) de forma distinta. A la vez, yo ya no podía dejar de observar ese brote (que es una forma) de la que reconozco una voluntad que asoma (tímidamente) y se desarrolla a partir de la misma corteza del limonero mostrándose (a mi) para ser reconocida, como del limonero no lo obvio: otra más que dará limones, sino más, cuando del mismo brote al reconocer de este: algo más que un limonero / yo me reconozco algo más: que el que recoge solo limones.
Jorge Maqueda
Merchán - Jordi Maqueda
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