EL NUEVO SER HUMANO
La cuestión ahora sería ¿cuánto falta para
el advenimiento de ese nuevo ser humano? Un ser humano que haya sustituido la
conciencia moral por una conciencia más universal. «A menudo he planteado
la hipótesis de que en el último término la física no precisará un enunciado
matemático, que al final se revelará el mecanismo, y que las leyes resultaron
ser sencillas, como el tablero de ajedrez con todas sus complejidades
aparentes» Richard P. Feynman (1918-1988)
Pensemos ahora en aquel humano que
mostrase una percepción distinta de la realidad. Los científicos se basan en
una serie de hallazgos recientes sobre la biología de la visión del color.
Sabemos que hay quienes ven más colores, pero desconocemos si ven más allá de
los colores: por ejemplo algunos tipos de radiación. Por tanto hablaríamos de
una recepción (sin más notas) y propiciada a algún fin por (instrucciones –
código), y nunca aleatorio. De este modo, El sistema nervioso, el circuito
neuronal, debería adaptarse, tomarían su tiempo a unas nuevas capacidades, y en
generar igualmente nuevas conexiones, luego discriminar e interpretar y
registrar correctamente las impresiones para disfrutar/ probar de una experiencia
visual y sensorial diferente, seguramente más rica, completa y compleja que la
común de todos nosotros. Sin embargo, y al tratarse de representaciones de una
realidad subjetiva: algo, que solo percibe (en principio entiendo) quien lo ve
—científicamente indemostrable—,a primera vista no parecería tener ninguna
utilidad mas allá (en tanto a más colores) si no eres un pintor, y
tienes más clientes como tú que aprecien el detalle, en lo que aparentemente el
resto de personas no encontrarán ninguna diferencia o utilidad. Posiblemente de
hablar con alguien al respecto este le aconsejaría ir al médico, y su médico lo
enviará al oftalmólogo, que al explorar y comprobar, de haberlas, las sutiles o
importantes alteraciones en los ojos (de ser perceptibles), determinaría que
todo podría tratarse como un trastorno, no sería la primera vez: término con el
que las personas nombran algo, cuando no lo entienden útil a las necesidades
del individuo, en la sociedad: una sociedad por cierto, chata, enferma y miope.
Frente a aquel diagnóstico tan ingenuo, posiblemente esta persona no hablaría
del total de las percepciones, y todo quedará en saber que ve muchos colores
para los demás (científicos: como así ocurre), además luego de cargar con el
estigma de una alteración o mutación genética, con las consecuencias sociales
que ese nombre implica.
Pero es que un académico, sentado en su
sillón de cuero, de aquellos que además consideran buenas la mutaciones,
teniendo la teoría de la evolución como correcta, paradójicamente, no vería un
ojo más evolucionado que el suyo, así lo encontrase en una caja de regalo y con
una nota explícita en siete idiomas, luces de colores…y un audio repetido en
bucle que afirmara: "este ojo es diferente y mejor que el tuyo”. Para
una existencia útil de la ciencia es necesario, cabezas que no acepten que la
naturaleza debe seguir ciertas condiciones preconcebidas.” R.
Feynman. Lamentablemente, y esto es un hecho, la ciencia, los
laboratorios y los científicos que trabajan en ellos, no buscan ni trabajan en
observar mejoras físicas en las personas (algún tipo de evolución)
que perfeccionen la condición natural de estas, ni por lo tanto promoviendo
formas de vivir que animen a cambios profundos en la naturaleza de las mismas
personas. Si no, que como consecuencia de un capitalismo asfixiante, el amor al
dinero, el reconocimiento social, y la presión de farmacéuticas, así como el
control que ejerce en el medio social, trabajan en mejoras físicas, sino en
mejoras tecnológicas que mejoren artificialmente la condición física y la vida
de las personas. La ciencia, aportándonos tanto y siendo indispensable para nuestra vida y
nuestro pensamiento, nos es, en cierto sentido, más extraña que la filosofía.
Cumple un fin más objetivo, es decir, más fuera de nosotros: es en el fondo, cosa
de economía. M. de Unamuno.
La ciencia nos puede aliviar, ayudándonos
y transportarnos de un lugar u otro de la ciudad, o la tierra, incluso nos
puede ayudar viajar a la luna (viajar), pero la ciencia no nos llevará a
ninguna parte como especie, y eso es seguro. Pues una especie que teme al sol (ni
reconoce a sus semejantes, otras especies, en la tierra), esta incapacitada
para mirar a las estrellas. Una especie que mira a través (detrás) de objetos o
instrumentos escondiéndose, como quien encubre y barrunta una oculta voluntad,
huyendo de ser mirado a los ojos por aquello mismo que él mira, es una especie
enferma y cobarde, que jamás alcanzará nada por sí misma. No, si no se da una
revolución —evolución— mental y física, en esa dirección, por encima de
cualquier avance tecnológico. Nadie va a ir a ningún sitio fuera de este planeta,
al contrario, creo que en poco tiempo muchos estaremos (perdón) estarán dentro
de esa otra realidad: esa realidad, donde mórbidos, y en el sillón de casa,
navegamos con gafas absurdas hacia la privación sensorial voluntaria y un
paradigma, en el que habrá personas en la tierra que en poco tiempo no
reconocerán la realidad frente a sus propios ojos: ni los colores o las formas
reales de este mundo.
Las personas vemos cómo se mueven las
hojas de un árbol, las olas; sentimos el viento, la lluvia, el calor del fuego,
la electricidad del rayo: nuestros sentidos, todos, están adaptados a reconocer
la realidad dentro de las particularidades físicas que se dan en la tierra,
donde hemos evolucionado a la par que ella y el medio ambiente en el que nos
desenvolvemos. Sin embargo, ahora, cuando nos aislamos cada vez más de la
propia tierra, y casi no la soportamos, pretendemos salir a otro medio: el espacio,
más ajeno y violento. Pretendemos viajar
a las estrellas, cuando si miramos en la profundidad de la noche, solo vemos
oscuridad y nada más. Es cierto que los aparatos tecnológicos detectan otras
cosas, pero se trata de que si el cuerpo físico, los sentidos no
detectan nada es porque ese medio nos es del todo ajeno y hostil: no
reconociendo en este nada, mucho menos el peligro: como el tipo
que penetra la selva por primera vez, y no percibe la víbora entre las hojas.
Queremos ir al espacio cuando observamos que no toleramos ni 15 grados más de
radiación, expuestos a ella en la tierra, y lo cierto es que cada vez toleramos
menos, pues nos escondemos del sol, nos asusta, y en el espacio: todo es
radiación. (El sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las
causas (MoMo), elaborado por el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), estima que
en España se han producido algo más de 4.700 muertes relacionadas con el exceso
de temperatura entre finales de abril y finales de agosto.(1 sept 2022).
Luego el sol lleva tiempo avisando de
cambios, no sabemos si drásticos. ¿Cambio climático? — nos dicen; o cambio de
ciclo solar. El Sol atraviesa períodos de gran actividad regularmente, que
pueden provocar que vierta al espacio una cantidad de energía superior a la
habitual. Actualmente, se encuentra atravesando el ciclo solar 25, una etapa de
alta actividad que, según los astrónomos (cuidado), alcanzará su pico máximo a
mediados de 2025. Cada una de estas etapas dura habitualmente entre 9 y 13
años, y suelen dar paso a fases caracterizadas por una actividad notablemente
menor. Pero lo cierto, es que este ciclo puede encontrarse dentro de un ciclo
mayor: de calentamiento e igualmente, de radiación que llega a la tierra; como
atestigua (primero) que desde hace 80 años, la temperatura y la radiación que
llega a la tierra es significativamente mayor, como advertimos los alpinistas,
en los refugios donde vemos fotos del principio y mediados de siglo pasado, o
anterior observando el retroceso dramático e imparable de los glaciares, y
(segundo) Según este informe que leo del 10 jun 2020, los casos anuales de melanoma,
el cáncer de piel con peor pronóstico, aumentaron casi un 50 por ciento en la
última década, situándose en 287.723 diagnósticos al año en el mundo. No solo
nos aterroriza el sol: ya no soportamos ni las condiciones de nuestro planeta (al
habernos aislado progresivamente), y de las que nos tenemos que aislar (ahora
obligatoriamente) bajo una sombra o un ungüento cuando se tensan un poco las
condiciones, pero queremos viajar a las estrellas. Pero la realidad, la
única realidad, es que la gente hoy no mira al cielo con sus ojos, desde hace
siglos no lo hace, ni siquiera los científicos: los astrónomos —ellos menos
aún— ebrios de tecnología y pájaros en la cabeza. Siendo, el espacio, un
entorno extraño y hostil a ojos desnudos del hombre de hoy, no entendiendo
o reconociendo nada de lo que hay en él, si no lo ve del otro lado de una
lente: nuestros sentidos, cada generación están más atrofiados, no perciben la
radiación, la luz o el tejido mismo del espacio (cuando los cruza la luz)...
"La tecnología nos salvará" —dicen. La tecnología nos atrofiará y
destruirá, y para cuando un humano alcance siguiera a pretender salir del
sistema solar, los humanos ya no aguantarán ni 10 minutos en la playa; y que
dios ayude a quien pretenda salir..
Pero Max, ya descubrió el desfase
existente, entre lo que los hombres piensan, y lo que luego hacen: esa
matriz social del autoengaño. M Foucault, escribió: el primer libro de
Max (el capital); el nacimiento de la tragedia (Nietzsche); y la interpretación
de los sueños (Freud) nos obligaban a interpretarnos a nosotros mismos. Pero la
cuestión es... interpretarnos, ¿cómo? Cuando luego resulta entonces aquella
paradoja: "donde todo es interpretación ya no hay nada que
interpretar" — (Paniker). Si bien, como apunta el
filósofo: esta Nada (surgida) es justamente lo que ahora más
nos importa, y nos debe importar, pues esta Nada permite
dar un paso más en el arriesgado proceso de la lucidez (encerrados en la
consciencia de nuestros límites: nuestros límites estallan). Alcanzamos
una consciencia pos-crítica. Y de ahí, luego como una supernova cabe
estallar: en una apertura hacia la experiencia pura. Seamos
coherentes: la humanidad no va camino de alcanzar las estrellas; no va camino
del tránsito hacia un ser humano-espacial: esta humanidad, no va a ningún
sitio, a ninguna parte, si no nos movemos.
Nuestras mentes, cuerpos y sentidos
evolucionan ahora dentro de medio artificial (social de no exposición ( ni al
medio ni a los virus) / medio anti-evolutivo), de ahí la necesidad de tanta
tecnología y el autoengaño consentido y promovido de que esta tecnología
servirá a la conquista de las estrellas, y eliminación de nuestros males,
cuando de facto, sirve para tenernos atados en los sillones, propiciando
aquellos males, que ella luego soluciona (catarros que casi matan (por
aislamiento y falta de exposición al medio natural); pues nos encontramos
dentro de un sistema artificial y complejo de producción y consumo (
instrumentalizado), una maquinaria social —que manipula hasta lo inimaginable
estímulos irracionales de nuestra mente— de la que somos parte importante y
esencial de su engranaje productivo.
Nadie, irá a ningún lugar, créanme, al
menos, a ningún lugar donde no llegue el wifi, Netflix, aire acondicionado y
haya un Mc. Donald o un Burriquin no demasiado lejos. Luego, la ingenuidad que
muestra algunos astrónomos al mirar a través de un telescopio o hablar de la
conquista del espacio, es solo es comparable a la mía cuando de niño, creía en
los reyes magos. Y, lo más curioso: mientras tanto, los físicos callan, y lo
hacen para no hacer llorar a los niños, del mismo modo como un padre no diría a
sus hijos que Papá Noel no existe; o, que todo lo que ven y creen cambiará, así
como su entendimiento, con tan solo un leve cambio en la percepción de la
realidad, que les está siendo amputada. Cuando esto suceda: si no está
sucediendo ya.
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